23. ¡Mátame!

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Maddie

Anna me sonrió con suficiencia. La miré a los ojos, luego miré el cuchillo en sus manos y pensé:

¿Por qué Ashley quiere que yo mate a Anna cuando ella misma puede hacerlo?

Miré al espectro y este me miró con fijeza y expectante.

Si Ashley pudo hacerme daño, entonces, puede hacerle daño a Anna también, ¿cierto?

Pero eso era lo que menos importaba en ese momento, lo que importaba era lo que iría a pasar a continuación. Me sentía entre la espada y la pared. Luego de la reciente confesión de Anna, veía todo esto con otros ojos, de otra manera.

¿Anna me matará o me va a enviar a prisión?

Un nudo terrible se formó en mi garganta, tanto que ni siquiera un hilo de saliva podía pasar por esta.

Carraspeé para poder hablar.

- ¿Qué harás ahora Anna?

- ¡¿Qué estás haciendo Madison?! ¡¿Qué esperas?! ¡Mátala de una vez! -gritó Ashley aparentemente perdiendo la paciencia.

- ¿Yo? -dijo Anna señalándose a sí misma- yo voy a jugar, no sé tú.

-Yo quiero jugar. -le dije dándole una sonrisa forzada. Necesitaba ganar tiempo para que Ashley se molestara, a poner en experimentación mi hipótesis: 'El espectro puede matar a Anna por sí mismo'.

-No es tiempo para juegos, Madison. ¡Mátala!

-Bien, que comience la fiesta. -solté una leve carcajada y Anna frunció el ceño. Me deleité admirando su gesto que le distorsionaba el rostro de manera graciosa a mi parecer.

Tal vez yo sí esté loca.

- ¿Qué aún no lo has entendido? -borré la sonrisa de mi rostro y puse cara de póquer- Ya no puedes hacerme más daño, Anna.

-Bueno, entonces esto no te dolerá. -dijo y seguido dio los pasos que nos separaban y enterró el cuchillo en mi antebrazo. Grité escandalizada por su repentino acto y ella se alejó mirando el cuchillo con el entrecejo arrugado como si no entendiera lo que acaba de hacer.

Me miró molesta- Eso fue por lastimar a mamá.

Me había equivocado, ella sí sabía lo que acababa de hacer.

- ¡¿Qué esperas, Maddie?! ¡Hazlo!

¿Por qué no se calla?

- ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu propia madre?

- ¡Madison!

-No tienes perdón de Dios.

- ¡Hazlo!

-No mereces el perdón.

- ¡Ahora!

- ¡Cállate! -le grité a Ashley que no paraba de gritarme qué hacer y ya estaba hartándome. Sin duda acaba de ponerme de los nervios.

Anna dio un respingo por la sorpresa y miró sobre su hombro encontrándose con la oscuridad del pasillo. Volvió a mirarme y frunció más el ceño.

- ¡Estás arruinando todo, Maddie!

- ¿A quién le acabas de gritar?

Un dolor repentino y punzante atacó salvajemente mi cabeza. Todo empezó a dar vueltas y volvió el mareo tan acostumbrado. Las sombras y sus vulgares risas no tardaron en hacer su entrada triunfal.

Mi hermana es una psicópata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora