14. Esquizofrenia 2

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Maddie


Frío.

Tenía frío. Sentía mis huesos helados como paletas. Mi pecho se apretaba y sentía que mi alma estaba congelada. Mis vellos estaban erizados y mi cabello por todos lados en un desorden monumental, apuntaba en todas direcciones haciéndome ver más loca de lo que estoy.

No podía moverme. No por más que quisiera. Estaba sola en mi habitación y despierta, pero no me sentía yo misma. Estaba recuperándome de la última vez que me "tranquilizaron".

Mi cuerpo se sentía pesado. Se me ha hecho últimamente una tarea bastante difícil  mantenerme en pie, sin mencionar lo incómoda que es la camisa de fuerza que me hace sentir que cargo bolsas llenas de piedras sobre mis hombros.

Abrí los ojos lentamente y observé la habitación a mí alrededor.

Blanca, grande y me mareaba lo poco iluminada que estaba.

Intenté sentarme en la cama en la que me encontraba tirada en una molesta y dolorosa posición. Logré sentarme y de repente mi cuerpo empezó a temblar. El cabello de mi nuca se erizó.

Ella estaba aquí.

Miré todo a mí alrededor y entonces... la vi.

Pero aparte de su frecuentada presencia -a la cual aún no me acostumbro- me sentía observada, sensación que no debería importarme tanto ya que hay cámaras en cada rincón de la amplia y tenebrosa habitación.

Pero sentía que alguien más me  observaba... alguien vivo.

-Hola, Maddie... ¿Cómo está mi prima loca favorita? – dijo el espectro que me ha atormentado desde hace más de un mes. Estaba recostada de una de las orillas de la cama muy cómodamente.

Mi cuerpo tembló con más fuerza al escuchar su ahora extraña voz y me levanté con dificultad de la cama.

Encaré a Ashley.

- ¡¿Qué haces aquí?! ¡Lárgate! -le grité.

- No hasta que vengues mi muerte. – dijo con voz suave y calmada, sin embargo, la profundidad de esta envió un viento frío por toda mi espina dorsal haciéndome estremecer hasta decir basta.

- ¡No voy a vengarte!

- ¡Tu psicópata hermana me mató, Madison!

- No, ¡Tú eres la psicópata! –dije acercándome a la pared más cercana. Mis ojos se escocieron.

Ashley enderezó su postura y su pupila se dilató de tal manera que sus ojos parecían ser de un profundo negro intenso.

Se acercó a mí sin apartar su mirada conectada a la mía y soltó una estruendosa y ronca carcajada de incredulidad pura que se escuchó e hizo eco en toda la gran habitación. Sentía mis oídos sangrar, su risa lastimaba mis oídos y mis sensibles tímpanos.

¡Tenía que parar!

- ¡NO TE RÍAS! ¡NO TE RÍAS! –no me hizo caso y siguió riendo aún más fuerte -  ¡Vete! ¡Por favor, vete!

Su risa se adentró en mi cabeza justo como aquellas palabras del doctor el primer día que llegué aquí:

"Esquizofrénica"... "Loca"... Se burlaban de mí... ¡¿POR QUÉ SE BURLABAN DE MÍ?!


Quise tirar fuerte de mi cabello, pero solo golpeé mi cabeza contra la pared detrás de mí, repetidas veces con la esperanza de que mi tortura mental y física terminara. Sin embargo, solo lograba hacerme daño.

Las voces y la risa de mi prima seguían vigentes... es más, se intensificaban y cuando creí que no podía ser peor, un grupo de enfermeras y un doctor hicieron acto de presencia en la habitación y me tomaron entre todos para que dejara de golpearme, pero ya sabía lo que harían y no quería que lo hicieran.

- ¡NO! ¡SUELTENME, POR FAVOR! ¡OTRA VEZ NO! ¡OTRA VEZ NO! – me levantaron con intención de llevarme a la cama, pero empecé a remenearme como una serpiente... no funcionó.

El doctor sacó de su bata blanca la droga que me haría "tranquilizar" y dormir por horas. No quería dormir.

- ¡NO! ¡NO!

- Cálmate, Maddie... esto es lo que Anna quería después de todo... que mi muerte te traumara para meterte en este manicomio... me descuartizó delante de una niña de 13 años... me asesinó a sangre fría delante de ti. Ahora mírate... yo te atormento y te creen loca. – Se reía en mi cara... pero tenía razón.

Las enfermeras me aferraron con fuerza a la cama, mientras el doctor venía hacia mí con la droga lista en  la jeringa decidido a dormirme. Traté con todas mis fuerzas de zafarme del agarre en el que me encontraba presa...pero mis intentos fueron fallidos.

El doctor me inyectó e inmediatamente sentí la ya familiar sensación de la droga correr por mis venas y era tan fría que quemaba.

Respirar se me volvió difícil y un sudor frío recorrió mi frente mientras se me erizaba nuevamente la piel. Las enfermeras me soltaron y dejaron tirada en la cama para salir de la habitación detrás del doctor.

Todo en la habitación empezó a dar vueltas, mi vista se volvió un poco borrosa y sombras extrañas se formaron en las paredes y rincones moviéndose, mareándome y asustándome. Parecían tener vida, ellas también se burlaban de mí, se reían de mi desgracia, me torturaban con su escándalo, me atormentaban el sueño.

Mi cabello cubría la mayor parte de mi rostro y se pegaba a mi frente, mas logré ver a mi prima acercarse a la cama y agacharse hasta quedar a mi altura.

-Dulces sueños, Maddie. —susurró en mi oído con su espeluznante voz.

Luego sentí su presencia alejarse, mas no marcharse, y mis neuronas y cada célula de mi cuerpo empezaron a dormirse.

Su enorme sonrisa maquiavélica fue lo último que vi antes de que todo se volviera negro.

Sus ojos oscuros se convirtieron en mi pesadilla.



Mi hermana es una psicópata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora