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LA NIEVE CUBRÍA CON SU PULCRO MANTO CADA reino de Auradon y sus alrededores, todos los estudiantes de la Preparatoria Auradon estaban preparados para la mejor época del año. Ellos habían sido invitados al reino de Arendelle para vivir experiencias inolvidables durante la navidad.
Los carruajes detuvieron su andar ante el castillo gigante de hielo, custodiado por guardias, el Hada Madrina hizo un listado de todos los alumnos para asegurarse de que estaban completos. La princesa Anna salió para recibir a sus invitados, junto a Kristoff y el muñeco de nieve Olaf, que daba pequeños brincos alegres.
— ¡Chicos, estamos tan felices que ustedes vinieran a Arendelle!. — abrió sus brazos a todos nosotros. —. Tenemos un montón de actividades para ustedes, primero dejarán su equipaje en sus habitaciones. Hoy tendremos un recorrido por el pueblo, ¡será fantástico!.
— ¿Lista para unas navidades entre la realeza?. — me preguntó Jordan.
Eran chistosas las prendas que estaban utilizando Nakuma y ella, parecían malvaviscos gigantes, atrapadas en muchas capas de ropa, estaban acostumbradas a los climas más calurosos, así que no se encontraban muy emocionadas por pisar las tierras de Arendelle en medio de la nevada de invierno.
— Será divertido ¿no?.
— Será fantástico. — me guiño un ojo repitiendo las palabras de la princesa.
Las habitaciones estaban divididas en grupos de seis, en un ala del castillo las chicas y en la contraria los chicos, siguiendo las reglas que habían en Auradon, nada de chicas en las habitaciones de los chicos y viceversa, aunque Nakuma me había revelado que cada año rompían esa regla.
En mi habitación estaban Jordan, Nakuma, Jane, Lonnie, Audrey, quien estaba enojada de compartir habitación con tantas personas y una villana, pero no obtuvo el cambio que pidió múltiples veces.
— ¿Crees que Frederic dejará de lado nuestra enemistad?.
— Eso sería genial. — Jordan buscó en su cofre un abrigo. — Además, Florian está intentando que entre en razón.
Me mordí el labio, él quería que nos lleváramos bien a pesar del pasado de nuestros padres, era difícil intentar no insultar al príncipe cuando insinuaba cosas malas sobre mi, pero esta vez sí iba a intentar ir por el camino de la bondad.
