¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me mire en el espejo por sexta vez, me encantaba, un vestido púrpura ajustado a mi cuerpo y unas botas de cuero con tacón que no hubiera dudado ni un segundo en robar en la Isla de los Perdidos.
— No se como logras verte adorable y malvada al mismo tiempo. — dijo Jordan desde su cama.
Le guiñe un ojo a través del espejo.
— Es un talento, supongo.
Me acerqué a mi bolso buscando entre las pocas prendas de ropa que había traído de la Isla, saqué mi chaqueta de cuero negra.
Me giré hacia Jordan, tenía un vestido corto azul lleno de destellos dorados, igual que todas sus joyas, su cabello caía en rizos aparentemente naturales pero había estado con ella toda la hora y media que duró en hacerlo. Se veía como una verdadera princesa.
— ¡Amo las fiestas! — saltó en su lugar.
— Entonces no esperemos más.
Juntando nuestros brazos hicimos el camino hasta la puerta.
— ¿Irás con Jay?
— No, pero tal vez me acerqué para saludarlo en la fiesta.
No pude evitar reírme dando un empujón con mi cadera a la Genio.
─━─━─━─「✦」─━─━─━─
El Castillo Encanto no era lo que esperaba, era un castillo en ruinas que en otras circunstancias que no fueran una fiesta hubiera causado miedo al entrar, pero las cientos de luces pequeñas en el techo me recordaban al cielo nocturno, el sonido de la música hacía eco en algunos lugares y como todos celebraban la victoria bailando en la pista era genial.
Me acerqué a una de las mesas para servirme otro trago después de terminar el segundo.
— !¿Puedes creerlo?! — apareció Doug repentinamente a mi lado.
Salté en mi lugar por el susto, deje de lado mi vaso volviéndome hacia el chico de lentes, quien veía a Evie bailar en medio de la pista.
— ¿Qué ocurre?. — pregunte confundida.
— Lo que le hizo Chad, si es tan hermosa y su sonrisa podría iluminar un...
— Basta, no quiero seguir escuchando. — detuve sus halagos hacia la villana. — Chad es un idiota.
— Lo sé, un completo idiota.
— ¡¿Quien es un idiota?! — preguntaron a mis espaldas, dándome otro susto. — Perdón...
Me lleve la mano al corazón negando con la cabeza.
— ¿Es que ustedes dos no saben acercarse sutilmente? — pregunté a los dos chicos que se sonreían cómplices.
