Se abre una puerta y comienza una guerra que decide el destino de dos mundos. Desde Falmart, hasta el corazón del Viejo Mundo, desde Ulthuan hasta las Montañas del Fin del Mundo, hasta el demonio del Norte. Los ejércitos chocan y las grandes potenci...
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Por favor, sígueme princesa. La condesa está al final de este pasillo".
Pina Co Lada, Princesa de Sadera y Gran Maestra de la Orden de los Caballeros Rosa, siguió a la doncella formal de la Casa hasta la sala de guerra del palacio.
Había llegado a Itálica por orden de su padre, para determinar el estado de la región. Llegaban informes de una mayor actividad de los bandidos, ya que los restos del ejército aliado se habían dispersado y fragmentado tras el fracaso del asedio. Itálica era un importante centro comercial, situado en el cruce de dos carreteras principales. Si Itálica cayera, el Imperio quedaría partido a la mitad.
Sus primeras impresiones de Itálica fueron malas; había oído que aquel era un pueblo próspero, la envidia de las tierras al oeste de las montañas. Lo que vio fue una ciudad presa del miedo. Miedo a los bandidos, miedo dejado tras el reciente fallecimiento del difunto Conde en brazos de Hardy, miedo a los soldados extranjeros que, aunque estaban allí para ayudar, eran extraños, y miedo a los acontecimientos que estaban teniendo lugar no muy lejos en Alnus. Colina.
Razón de más para que ella actúe. Si Sadera quería estabilizar la región, necesitaría Itálica.
Todo lo que hizo falta fue su Sello Imperial para que los guardias de la Casa Formal le abrieran las puertas de la ciudad y para que la llevaran ante la Condesa, de quien Pina había oído que era una simple niña, no mayor de diez o doce años.
Pina también se sorprendió al ver que, aparentemente, los rumores sobre el carácter... tolerante y tolerante de House Formal eran ciertos. Los semihumanos, contratados por el difunto Conde, constituían casi exclusivamente el personal palaciego. Fue extraño para Pina; la única vez que había visto a un semihumano en un palacio fue cuando Zorzal hizo desfilar a sus esclavos.
La criada a la que seguía, una mujer de aspecto demacrado llamada Kaine, se detuvo frente a una gran puerta y la abrió lentamente.
"Su Señoría", anunció, "puedo presentarle a su Alteza Imperial, la Princesa Pina Co Lada de Sadera".
Pina entró y fue recibida al ver a la joven condesa, sentada en una gran silla que la hacía parecer aún más pequeña, en la cabecera de una mesa. También en la mesa había hombres armados, soldados profesionales y supervivientes de la batalla de Alnus Hill. Destacaba un soldado en particular, con su parche en el ojo y su barba feroz.
"Condesa, gracias por darnos la bienvenida a mí y a mis caballeros a su ciudad". Pina dijo
"Y el rey Durán; me alegra ver que sobreviviste a Alnus Hill".
Duran se burló: "Serías la primera Saderan en decirlo, princesa".
"Le aseguro, majestad, que una vez que llegue a la capital la noticia de su supervivencia, la gente estará encantada de que viva un Rey de su fama". Dijo Pina, tratando de no dejar que las duras palabras de Durán la afectaran.
