Se abre una puerta y comienza una guerra que decide el destino de dos mundos. Desde Falmart, hasta el corazón del Viejo Mundo, desde Ulthuan hasta las Montañas del Fin del Mundo, hasta el demonio del Norte. Los ejércitos chocan y las grandes potenci...
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Un reino vasallo, tomado por los ejércitos de Von Carstein.
"He aquí Remus", dijo Mannfred mientras los dos vampiros caminaban por las calles en ruinas, "¿Ves con qué facilidad se rindieron cuando se les ofreció una opción?"
Remus Von Carstein, rey del Elba, siguió la mirada de su padre en la oscuridad. Cientos de humanos y semihumanos fueron obligados a arrodillarse sobre las cenizas de su ciudad, sostenidos a punta de lanza por soldados esqueléticos. Pronto se les daría una opción, la misma opción que se les daría a todos los que se oponían a los Von Carstein.
"Sin duda, el destino de Argium fue todo lo convincente que necesitaban". Remus declaró, recordando con cariño la última ciudad que habían tomado, "Saben que la respuesta a un mayor desafío traerá".
"De hecho. Y con esta victoria, todo el sur es mío. Ahora, para centrar nuestra atención en el resto..." comenzó Mannfred, antes de que su atención se desviara a otra parte.
"¿Maestro?" Preguntó Remus, curioso por saber qué hizo que el vampiro mayor se callara.
"Remus." Mannfred dijo: "Reúne a los líderes de esta ciudad y tráelos al palacio. Luego, ve a las criptas y levanta a cualquiera que creas que será un no-muerto poderoso".
"En seguida." Dijo Remus con una reverencia y luego se dio la vuelta.
"Vamos padre." Remus ordenó a un rey wight con una máscara mortuoria enjoyada, quien obedeció obedientemente.
Por su parte, Mannfred caminó hacia un callejón, solo y desatendido, pero moviéndose con determinación; Después de todo, no estaba deambulando sin rumbo fijo. Llegó a un callejón sin salida y se detuvo, sus ojos brillantes brillaban en la oscuridad.
"Salga." Ordenó: "Podía olerte desde la calle".
De las sombras salió el Viejo, con un bastón en una mano, pero el cuervo blanco curiosamente ausente. Sin embargo, desapareció su característica sonrisa. Ahora, una expresión de ira se instaló en su rostro.
"Ah, Bruno, ha pasado algún tiempo." Mannfred dijo en un tono familiar: "Pensé que te habías olvidado de mí".
"No respetas el pacto que hicimos con Von Carstein". 'Bruno' dijo: "Debías llevar tu ejército al norte y abrumar al Imperio. En cambio, pierdes el tiempo aquí, tomando los restos rotos del Asedio de Alnus para ti".
"¿No cumplo con el pacto?" Mannfred preguntó con condescendencia: "Me parece recordar ciertas promesas que me hiciste... promesas de un ejército de mortales poderosos, que se volverían más poderosos al morir. Me aseguraste que Flavio y todos sus hombres me servirían y vendrían al sur". y convertirme en el primero de mi ejército. En cambio, ¿qué descubro? Flavio se fue al norte, a Itálica, y acabó muerto.
"Flavio fue un tonto, y pagó por ello. Su destino es irrelevante. Me debes por haberte traído a ti y a todos tus sirvientes aquí. ¡Un mundo nuevo, lleno y listo para ser conquistado! Todo lo que te pedí fue que destruyeras ¡Los sigmaritas! En cambio, ¿qué has hecho? ¡Estás desperdiciando los días aquí, jugando a ser un conquistador! ¡Engendras una nueva prole y dominas a los vasallos! ¡Basta de frivolidades! ¡Te llamo a cumplir tu pacto!
