12

346 42 8
                                    

La tarde se deslizaba silenciosa en la mansión Grinderwald cuando Mysie recibió una carta, sellada con un delicado emblema. Al observar el remitente, su corazón dio un vuelco: "CB". Con expectación, rompió el sello y desplegó el contenido cuidadosamente escrito. Sabía que era de Narcissa. Solía firmar con "CB" como "Cissy Black" cuando en su adolescencia mandaba cartas a Mysie en las que solo ella supiera el remitente.

"Querida Mysie,

Espero que esta carta te encuentre bien. Me he permitido la osadía de comunicarme directamente contigo porque hay asuntos importantes que necesito discutir en persona. Me gustaría visitarte esta noche en la mansión Grinderwald. Traigo novedades sobre los horrocruxes y otros temas que considero cruciales.

Apreciería que me dieras la oportunidad de compartir esta información contigo. Si me comunico contigo en mal momento, házmelo saber. De no recibir respuesta lo tomaré como una invitación.

Espero verte,
CB"

Mysie, sintiendo una mezcla de curiosidad y anticipación, se preparó para la visita nocturna.

Narcissa llegó a la mansión Grinderwald envuelta en una discreta elegancia. El portón de hierro se abrió suavemente al paso de la distinguida bruja. Mysie, con gesto sereno pero ojos tintileantes, la recibió en el amplio vestíbulo.

Las dos mujeres intercambiaron miradas cargadas de historias compartidas y secretos que el tiempo no había desvanecido. Mysie, con la cortesía de quien aún guarda aprecio, invitó a Narcissa a seguir hacia la sala principal. El crepitar de la chimenea y la tenue luz de las lámparas crearon un ambiente cálido y acogedor.

Después de un breve intercambio de cortesías y preguntas por el bienestar, ambas tomaron asiento en elegantes sillones. Mysie, con una taza de té humeante en las manos, miró a Narcissa, a quien también había ofrecido un té, esperando que empezara a compartir las novedades.

Narcissa, con una expresión que mezclaba determinación y aprehensión, comenzó a hablar sobre los horrocruxes y los oscuros planes de quien ni debe ser nombrado. Detalló los peligros que se avecinaban y la necesidad de permanecer alerta.

Mysie escuchó atentamente, su rostro revelando la gravedad de la situación. A medida que Narcissa compartía información crucial, la conexión entre ambas se fortalecía. Hablaban no solo como aliadas frente a un enemigo común, sino también como dos mujeres cuyas vidas se entrelazaban en los hilos del pasado.

Narcissa reveló a Mysie su conocimiento sobre dos horrocruxes más. La copa de Helga Hufflepuff y el diario de Tom Ryddle.

—Gracias Narcissa. He destruido los dos que conocía. Al menos vamos bien encaminadas.
—Él no sospecha aún.
—¿Ha vuelto?
—Ha vuelto. Y se hospeda en la mansión Malfoy por un tiempo.
—¿Y Draco y tú estáis bien?
—Sí, por ahora sí. Planea ponerle la marca cuando cumpla los 16.
—Narcissa. Voldemort no seguirá aquí cuando Draco cumpla los 16. Te lo aseguro. Me ocuparé de ello.
—Gracias.
—Cissy, ¿cómo has estado en este tiempo? Desde que nos encontramos en París, a penas he sabido de ti.
—Como siempre, ya sabes, mi vida ha estado marcada por decisiones difíciles y elecciones que, a veces, no eran elecciones en absoluto. Las miradas, los juicios... He vivido bajo expectativas y presiones, como de costumbre. Pese a eso Draco está bien. Por lo que yo lo estoy.
—Nadie puede culparte por las decisiones que tomaste. La vida nos lleva por caminos inesperados, y a veces, solo podemos hacer lo mejor que podemos con las cartas que nos han sido repartidas.
—A veces me pregunto qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes, si las elecciones hubieran sido mías y no impuestas por circunstancias externas.
—Esa es una pregunta que todos nos hacemos en algún momento. Pero lo importante ahora es mirar hacia adelante. ¿Qué quieres, Narcissa? ¿Qué deseas para tu vida?

Narcissa, después de un momento de reflexión, respondió con sinceridad.
—Quiero liberarme de las sombras del pasado y quiero proteger a Draco.
—Si en algún momento necesitáis refugio, ambos. Quiero que tengas claro que la mansión Grinderwald es impenetrable para cualquiera que no esté invitado. Si algo se tuerce estaréis seguros aquí.
—Significa mucho para mí. Gracias.
—No necesito que me lo agradezcas solo... Solo que me asegures que preferirás venir antes que poner en riesgo tu vida.
—Descuida —sonrió de lado Narcissa. —¿Por qué lo haces Mysie?
—¿Qué?
—Después de todos estos años... Después del daño. ¿Cómo me miras sin odiarme?

Mysie se colocó cómodamente en el sofá y posó una de sus manos sobre las de Narcissa.

—Intenté hacerlo. Y cuando volví a verte en tras el nacimiento de Harry... Creí que lo había logrado, deseaba haberlo hecho. Pero solo me engañaba a mí misma.
—Pensé que tras lo de París... Me odiarías. Me fuí así porque... sabía que si me pedías que me quedara no podría negarme y necesitaba marcharme. Creí que sería como despegar una tirita. Poner un final. Pero lo único que conseguí fue que te clavaras más a fondo en mi cabeza si es que eso es posible.
—Nunca podré dejar de quererte, ni mucho menos odiarte. Me he resignado a vivir con ello. Me conformo con saber que estás bien.

En un momento de silencio compartido, el ambiente en la sala de estar de la mansión Grinderwald se volvió intenso. Mysie y Narcissa, con miradas que trascendían las palabras, sintieron la conexión profunda entre ellas.

Sin previo aviso, Narcissa inclinó su rostro hacia Mysie y, con suavidad, unió sus labios en un beso tierno pero apasionado. Fue un instante donde el tiempo pareció detenerse, y ambas mujeres se sumergieron en la intensidad de la emotividad compartida.

Después de separarse, Narcissa buscó los ojos de Mysie, revelando una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
—Mysie, he luchado contra mis propios sentimientos durante mucho tiempo. Pero no puedo negar que nunca dejé de quererte. Ni siquiera cuando el tiempo y las circunstancias nos llevaron por caminos separados.

Con una mezcla de nerviosismo y esperanza en sus ojos, Mysie tomó la mano de Narcissa y le pidió con suavidad:
—Narcissa, quédate conmigo esta noche. No quiero volver a la realidad tan pronto.

Narcissa miró a Mysie con una expresión cálida y asintió.
—Sí, yo también quiero quedarme.
Ambas mujeres compartieron una sonrisa cómplice antes de unir sus labios de nuevo.

OVER TIME (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora