14

318 37 6
                                    

El sonido de la puerta abriéndose suavemente resonó en la casa de Mysie, captando la atención de ambas mujeres en la habitación. Regulus, sin ceremonias, entró como si conociera cada rincón, y sus pasos resonaron en el suelo de madera.

Narcissa, al percatarse de la entrada de Regulus, sintió una punzada de nerviosismo y miró a Mysie con un ligero susurro de preocupación.

—¿Quién es?
—Solo hay una persona que entra de ese modo a mi casa. Es Regulus. —respondió Mysie, intentando tranquilizar a Narcissa. Antes de poder mover un solo músculo. Regulus ya estaba entrando a la habitación de Mysie.

Él, al verlas, esbozó una sonrisa amigable.

—Espero no interrumpir nada. Solo venía a asegurarme de que todo estaba bien. ¿Cómo estás, Narcissa?
—Bien, gracias —respondió ella, aún con una ligera tensión en sus ojos.
—Regulus, ¿qué haces aquí? —preguntó Mysie, con un gesto de incomodidad.
—Venía a dejarte una cosa que me prestaste. Está en el recibidor. Cógela cuando puedas. No es urgente.

El ambiente se relajó un poco, y las tres figuras compartieron un momento incómodo en el que el pasado y el presente se entrelazaban.

Narcissa asintió educadamente, su mirada aún buscando comprender la dinámica entre Mysie y Regulus.

—¿Quieres algo? —ofreció Mysie, notando el silencio tenso.
—Tranquila ya me iba, avísame cuando estés menos ocupada, gracias —respondió Regulus sonriente antes de abandonar la mansión.
—Cierra bien abajo —pidió Mysie mientras veía cómo se marchaba.

—¿Estás... involucrada románticamente con él? —preguntó Narcissa cuando ambas volvieron a quedar solas.

Mysie negó con la cabeza, dedicándole una mirada sincera.

—No, Narcissa. Régulus es mi mejor amigo, nada más. Puedes estar tranquila.

Narcissa asintió, pero la sombra de la duda se mantuvo en sus ojos mientras esperaban a que Mysie regresara con el café, una sombra que solo el tiempo y la comprensión podrían disipar por completo. Narcissa, incapaz de resistirse a su curiosidad, decidió abordar el tema con mayor profundidad.

—Mysie, no quiero ser entrometida, pero... me gustaría entender mejor la relación entre tú y Regulus.

Mysie, apoyando su taza de café, suspiró antes de responder.

—Narcissa, Regulus es mi mejor amigo. Nos conocemos desde hace muchos años, y siempre ha estado ahí para mí. No hay nada más entre nosotros que una amistad profunda.

Narcissa, con un dejo de incertidumbre en sus ojos, insistió.

—Pero, he sentido cierta tensión al verlo. ¿Estás segura de que solo son amigos?

Mysie le dedicó una mirada cálida y sincera.

—Entiendo tus preocupaciones, pero Regulus y yo compartimos una amistad basada en confianza y apoyo mutuo. No hay lugar para nada más. Además, él es como un hermano para mí.

A medida que la conversación avanzaba, Mysie notó que Narcissa parecía querer comprender y aceptar la situación, pero aún mantenía cierta reserva.

—Lo entiendo, Mysie. Quizás estoy siendo demasiado cautelosa, pero con todo lo que ha pasado... Y lo siento. No es como que tenga derecho a reclamarte nada estando en mi posición. Es solo... Ya sabes...

—No te preocupes, entiendo que tengas tus reservas. Si hay algo que necesitas saber o comprender, estoy aquí para hablarlo contigo —ofreció Mysie, buscando aliviar cualquier preocupación que pudiera haber quedado.

Narcissa agradeció con un gesto de cabeza, y aunque la sombra de la inseguridad persistía, ambas mujeres decidieron centrarse en el presente y la conexión que habían encontrado después de tanto tiempo.

El día avanzaba y la luz del sol se filtraba por las ventanas de la mansión Grinderwald mientras Mysie y Narcissa compartían momentos de complicidad. Sin embargo, era evidente que algo pesaba en el corazón de Narcissa.

—Mysie, quiero agradecerte por tu hospitalidad. Ha sido un día maravilloso, pero debo volver a la mansión Malfoy.

Mysie asintió con comprensión, aunque sintió una pizca de melancolía al pensar en la inevitable despedida.

—Narcissa, siempre serás bienvenida aquí. Pero entiendo que tengas responsabilidades y compromisos.

Narcissa asintió con gratitud, pero sus ojos reflejaban una mezcla de aprecio y pesar.

—No sabes cuánto significa para mí este tiempo contigo, Mysie. Pero Lucius... mi deber está allí.

Mysie apoyó su mano sobre la de Narcissa con suavidad.

—Lo sé, Narcissa. Entiendo que debes cumplir con tus responsabilidades. Pero antes de que te vayas, quiero que sepas algo.

Narcissa la miró con atención, esperando las palabras de Mysie.

—Voy a buscar los otros dos Horrocruxes. Necesito hacerlo para proteger a Harry y a todos nosotros. Es una tarea peligrosa, y no sé cuánto tiempo me llevará, pero es algo que debo hacer. Y debo hacerlo ya.

Narcissa frunció el ceño, preocupada por la seguridad de Mysie.

—¿Por qué no pides ayuda a Dumbledore o a alguien más? No deberías enfrentarte a eso sola.

Mysie sonrió con determinación.

—Albus ya está involucrado en otras tareas, y esta es una misión que debo realizar personalmente. Además, cuantos menos involucrados haya, menor será el riesgo. Pero quiero que sepas que haré todo lo posible por volver pronto.

Narcissa asintió, aunque no pudo ocultar su inquietud.

—Ten cuidado, Mysie. No sabes lo que te enfrentarás.

Mysie se puso de pie y acompañó a Narcissa hacia la puerta.

—No te preocupes por mí, Narcissa. Te prometo que volveré. Si necesitas un refugio siempre puedes venir. Aunque no esté. Mi magia reconoce a la tuya. Las barreras mágicas de la mansión Grinderwald te dejarán entrar.
—Gracias. Mysie... —musitó Narcissa antes de marcharse.
—¿Sí?

Narcissa se detuvo en el umbral, y en ese instante, un impulso irresistible la llevó a inclinarse hacia Mysie. Sin pronunciar palabra, selló su despedida con un suave beso que dejó un eco de promesas y afecto.

Mysie, sorprendida pero complacida, devolvió el gesto con ternura. Fue un instante fugaz, pero en ese beso se expresaron emociones que trascendían las palabras. Después de separarse, sus miradas se encontraron, compartiendo un entendimiento silencioso.

—Gracias, Mysie. Hasta pronto —dijo Narcissa con un susurro antes de partir.

Mysie observó cómo Narcissa se alejaba, llevándose consigo el eco de aquel beso. Un sentimiento cálido y melancólico la envolvía. Con un suspiro, cerró la puerta, lista para afrontar el desafío que la esperaba, pero con la promesa de un reencuentro en el horizonte.

OVER TIME (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora