18

245 30 17
                                    

—Narcissa ¿a qué se refería Draco? —preguntó Mysie cuando al fin se encontraba a solas con Narcissa en su habitación.
—Mysie...
—Narcissa ¿qué no me estás contando?
—Lucius es... Tiene métodos poco...
—Draco me pidió que no te castigara a ti. Narcissa puedes confiar en mí.
—No es la primera vez que Lucius intenta golpear a Draco —declaró Narcissa colocándose en pie y andando hasta el balcón de la habitación. —Siempre lo he impedido y a veces... —dijo mientas de le cortaba la voz. —También nos encerraba en la mansión y gritaba sin parar o...

Mysie sin dejar continuar a Narcissa se levantó y la abrazó con fuerza.
—¿Por qué no me lo habías contado?
—¿Para que fueras y lo mataras?
—No puedes permitir que te levante la mano, Narcisa.
—No lo hace. No es común sólo alguna vez y... Es por Draco, Mysie.
—Draco no se merece estar en un lugar así, Narcissa. Y lo sabes. No te pido que te instales aquí aunque podrías hacerlo si quisieras. Pero deberías empezar a plantearte abandonar la mansión Malfoy.
—Draco, cuando nos dejaste solos. Me ha pedido que vivamos aquí. Dice que eres tan buena como un ángel —sonrió levemente Narcissa.
—Podríais hacerlo si quisieras.
—Solo complicaría las cosas, Mysie.
—No voy a presionarte. Pero quiero que lo tengas en mente como una opción viable. Acogería a Draco sin que tuvieras que pedírmelo y...
—¿Lo harías?
—¿Qué? —preguntó Mysie descolocada.
—Si yo no estuviera y Draco necesitara ayuda... ¿Se la darías?
—¿Qué tipo de pregunta es esa? Cissy, claro que se la daría. Y lo acogería aquí. Pero no va a pasarte nada porque no voy a permitirlo.
—¿Lo ayudarías incluso aunque tú y yo no estuviéramos bien?
—Te lo juro —afirmó Mysie. —Pero eso no está pasando y no es el problema que estamos enfrentando.
—Mysie, si no te conté nada antes es porque... conozco tu temperamento y no es precisamente dialogante.
—Es que ese bastardo no merece dialogo —declaró Mysie refiriéndose a Lucius. —¿Por qué nunca lo he notado? Lo ocultas con Magia ¿verdad?
—Mysie...
—Contéstame. Por favor —pidió Mysie entrando a la habitación.

Narcissa la siguió abandonando el balcón.
—No tienes que preocuparte por eso —declaró Narcissa. —Lo tengo controlado.
—Me encantaría creerte —declaró Mysie. Y con un movimiento de su mano deshizo el hechizo de Narcissa que ocultaba algún que otro moretón en su cuerpo. Esta tenía marcas en el cuello, piernas, brazos y Mysie no pudo ver mas pues el resto lo cubría la ropa.

La Grindelwald trató de mostrarse invulnerable pero no pudo evitar tragar saliva y derramar varias lágrimas en silencio.

—Mysie... —dijo Narcissa avanzando hasta ella.
—¿Por qué no me has permitido ayudarte? —musitó Mysie.
—No quiero que te preocupes por esto, estoy bien.
—Ya claro, ya lo veo...
—Mysie...
—¡Narcissa! Estás en peligro y no me lo había dicho. De no ser por lo que ha pasado esta noche no me habría enterado —espetó Mysie con notoria molestia.
—Lo siento.
—No, no tienes que disculparte pero... es que... ¿qué hago? ¿Lo mato?
—Eso es lo que no quería —declaró Narcissa.
—Es que... Te lo pregunto genuinamente. ¿Cómo duermo tranquila sabiendo que vuelves a un lugar así?
—Es que no tienes que preocuparte por ello.
—¡Narcissa! ¿Sabes qué? Es tarde, estamos cansadas y los niños nos han dado un susto poniéndonos en una situación de alerta a si que... Tengamos esta conversación por la mañana —dijo Mysie metiéndose en la cama seguida por Narcissa.

—¿Podemos follar? —preguntó Narcissa tan directamente que Mysie no pudo evitar mirarla con confusión.
—¿Qué?
—Que si podemos...
—Ya, ya. Te he entendido a la primera —declaró Mysie.
—¿Entonces? —preguntó Narcissa.
—Es que... No lo sé, lo has dicho de un modo... No te asocio a ese vocabulario.
—Oh, ya veo... —dijo Narcissa de modo coqueto acercándose a Mysie. —No crees que una mujer como yo pueda decir cosas como follar o expresar las ganas que tengo de follarte y hacerte gemir mi nombre hasta quedar sin aliento.
—Narcissa...
—¿No quieres? —preguntó colocándose a horcajadas sobre Mysie.
—Narcissa, por favor —rogó Mysie mientras estiraba los brazos contra la funda del colchón, retorciendo sus manos en el material mientras su espalda se arqueaba de la cama. Narcissa bajó hasta quedar entre las piernas de Mysie. Arrastró sus manos contra el encaje de su ropa interior, empujándolo lejos de sus caderas, mirando el color blanco cegador mientras sonreía.

Narcissa quitó el material de encaje de la ropa interior blanca que llevaba puesta.
—No la necesitarás, cariño —dijo, tiró la ropa interior y presionó ligeramente la almohadilla de su pulgar contra el clítoris de Mysie. Comenzó a rodear su dedo contra el paquete de nervios y comenzó a empujar de manera probante las lamidas que enloquecían a Mysie.

—Joder... —Mysie gimió, sus párpados se cerraron mientras lamida de Narcissa se hacía más áspera y más rápida en velocidad. —¡Oh, Merlín!
—No, soy mucho mejor que Merlín, cariño —Narcissa gimió contra el coño de la Mysie mientras chupaba y lamía más fuerte. Los gemidos de la Grindelwald se hicieron cada vez más fuertes a medida que sus manos volaban hacia abajo y se empujaban a través del cabello de Narcissa, aferrándose y empujándola más cerca de su coño. Ella necesitaba más. Necesitaba más de Narcissa.

—Por favor, Cissa, quiero más —lloriqueó Mysie, pidiendo más. —¡Cissa, fóllame ya, por favor...! —comenzó a mendigar.

Mientras Narcissa enrollaba los dedos, podía sentir las paredes de Mysie revoloteando y apretándose a su alrededor.

—Quiero dos orgasmos alrededor de mis dedos, y luego tal vez, una vez que haya decidido que has sido buena para mí, te follaré con un pequeño juguete —prometió Narcissa cuando comenzó a mover los dedos más dentro y fuera de Mysie.

Tan pronto como la promesa salió de los labios de Narcissa, las paredes de Mysie se apretaban y resbateaban alrededor de los delgados dedos de Narcissa y ella venía alrededor de ellos. Mysie estaba cerca del punto de gritar mientras tenía un orgasmo alrededor de los dedos de Narcissa. Ella cerró los ojos y arqueó la espalda de la cama mientras las paredes de su vagina revolotean. Antes de que pudiera bajar adecuadamente de lo alto, Narcissa la estaba volviendo a levantar, enroscándo los dedos y persuadiendo a otro orgasmo.

—Una vez más —ordenó Narcissa sobre el cuerpo de Mysie, follando con los dedos su coño hasta que las paredes estaban revoloteando y Mysie de nuevo. Ella jadeó mucho mientras Narcissa rodeaba su clítoris suavemente, ayudándola a bajar desde el extremo alto por el que acababa de pasar. —Buena chica. —Narcissa elogió mientras deslizaba lentamente los dedos antes de meterlos en su boca, chupando y lamiendo, gimiendo alrededor de ellos.
—Joder... —jadeó contra el colchón mientras miraba fijamente a Narcissa.

OVER TIME (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora