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La luz de la ventana me alumbraba directamente a los ojos, fruncí el ceño y me desperté poco a poco, bostezando en el acto.

Me dí la vuelta, y observé la cara de Boris detenidamente, estaba tan cerca de la mía y podía sentir su respiración lenta, ví sus mejillas, tenían un color carmesí leve pero que era notorio por su tez pálida, un poco de luz también caía directamente a su rostro, que a diferencia de mi, a él no parecía molestarle.

Gracias a ese rayo de luz pude notar las pecas que se esparcían por toda su cara, desde sus mejillas hasta su cuello, tal vez también tenía un par en sus orejas, no estaba seguro, su cabello las cubría siempre. Hablando de, también tenía unos cuantos mechones de este tapándole su ojo derecho.
Sus ojos seguían cerrados, eso no era impedimento para saber que eran hermosos, sus largas pestañas eran una de las muchas razones por las que esa parte de su cara era la que más me llamaba la atención -o la que más quería que lo hiciera, pensar y admitir que sus labios me llamaban aún más la atención me daba demasiada vergüenza-, aunque no era la única.

Seguí observando detenidamente a Boris, hasta que este se removió un poco en su lugar e hizo que rápidamente desviara mi mirada hacia el techo -este era de unos tonos más oscuros que las paredes de su habitación-.
Cuando dejó de moverse, decidí levantarme de la cama, era obvio que no iba a volver a dormir, y lo más lógico era comenzar el día.
Intenté sentarme, pero rápidamente Boris me volvió a agarrar de la cintura y me atrajo hacia él, su boca soltó un quejido.
-Potter... Duerme otro rato. Es fin de semana, mierda.- bufé ante su comentario y traté de moverme de nuevo, pero fué en vano.
Idiota, son como las doce de la tarde.
Y eso qué... Vuelve a dormir.
No, suéltame.
No, vuelve a dormir.
Que no. Suéltame.
Que no. Vuelve a dormir.
BORIS.
... BIEN.

Por fin me soltó de su agarre y me levanté de la cama, me tallé un poco los ojos y miré a Popper, que estaba dormido en los pies. Lo agarré y lo puse al lado de él.
Toma, ahora deja de joder.
Él no pareció negarse, o simplemente no pudo, y abrazó al pequeño perro mientras soltaba otro quejido.
Popchik se retorció teniendo la mano de Boris encima de él, a lo que Boris la quitó y el perro dejó de retorcerse.
Ambos estaban dormidos, me reí de aquella escena y miré a mi alrededor, no sabía qué hacer, no era mi casa y aunque fuera la de mi mejor amigo, eso no significaba que podía hacer lo que quisiera.
¿Tienes comida?Le pregunté a Boris, quien seguía boca abajo en el colchón.
Ehh... Tengo... Pan, azúcar... ¿Pan?Me respondió, sin siquiera ganas de hablar.

Suspiré y lo miré con el ceño fruncido, me acerqué a mi mochila y saqué un poco de dinero, mismo que le había robado a Xandra un día antes.
Levántate bello durmiente, acompáñame a comprar algo para comer, tengo hambre.

Lo único que recibí fueron quejidos.

Molesto, me puse frente a Boris y comencé a empujarlo de un lado a otro, popchik se bajó de la cama y se puso a correr por todo el cuarto, Boris se quejaba aún más en alguno de muchos de los idiomas que sabía.
¡Levántate bello durmiente!Repetí. Boris bufó y se levantó a duras penas.
¡Нет! ¡No quiero! ¡Deja de joder!
¡No, ya es la una de la tarde, por dios, levántate!
Ugh, ¡bieeeen!Rodó los ojos y por fin salió de la cama, bostezando y murmurando cosas que aún no entendía.
¿Qué quieres de comer?
¡Lo que sea para que me dejes dormir!
Qué mal, porque no lo haré, vamos.

El Diario De Un JilgueroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora