𝑐ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝑡𝑤𝑒𝑛𝑡𝑦-𝑡𝑤𝑜

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Era una soleada mañana de domingo cuando Sasumi irrumpió abruptamente en la cafetería de Naruto. Él se encontraba tarareando una alegre tonada mientras decoraba unos cupcakes con glaseado rosa, totalmente concentrado en su tarea. El estruendo de la puerta al abrirse de golpe lo sobresaltó, haciendo que derramara parte del glaseado sobre el mostrador.

—¡Sasumi! Casi me provocas un infarto, ¿qué ocurre? —protestó Naruto limpiándose las manos en el delantal.

Pero ella no respondió. En dos zancadas cruzó el local y, con una sonrisa traviesa, le lanzó un llavero directamente al pecho. Naruto lo atajó en el aire por puro reflejo, mirándola desconcertado.

—Te espero en la dirección que acabo de mandarte. ¡No tardes! —exclamó la alfa guiñándole un ojo antes de salir tan rápidamente como había llegado.

Naruto se quedó de pie en medio de la cafetería, mirando alternadamente el llavero en su mano y la puerta por donde Sasumi acababa de desaparecer. Sea lo que fuera que estaba tramando, lo tenía completamente intrigado, hasta que una de sus empleadas se acercó para recordarle las órdenes pendientes.

Tras asegurarse de que todo marchaba sin inconvenientes en el local, y luchando contra su creciente curiosidad, Naruto subió a su vieja pero confiable motoneta naranja y partió siguiendo las coordenadas de maps que Sasumi le había enviado.

Ella solía tener esos arrebatos espontáneos que lo descolocaban por completo, pero que al mismo tiempo le encantaban. La forma en que sus ojos oscuros brillaban con un destello especial cuando algo se le metía entre ceja y ceja. Cómo mordía ligeramente su labio inferior cuando intentaba contener la emoción. Detalles sutiles que delataban su intenso fervor interno, único de los Uchiha.

Luego de unos quince minutos de trayecto siguiendo las indicaciones del GPS, Naruto se detuvo frente a una majestuosa cabaña de madera rodeada de frondosos árboles. Contuvo el aliento, totalmente abrumado por la imponente construcción de dos plantas que se alzaba ante sus ojos. Era idéntica a la casa que ambos solían fantasear cuando hablaban de mudarse algún día a las afueras del pueblo para formar un hogar.

Recostada indolentemente contra una columna del porche, Sasumi lo esperaba con los brazos cruzados y una sonrisa resplandeciente de orgullo por su reacción. Naruto bajó lentamente de la moto, acercándose a la casa como hipnotizado, demasiado impactado para articular palabra alguna.

—Bienvenido a nuestro nuevo hogar —anunció la alfa.

Naruto abría y cerraba la boca, mirando incrédulo la escena frente a él. Avanzó hacia el porche en una especie de trance, sus brillantes ojos azules yendo frenéticamente de la casa a Sasumi, como si no pudiera comprender que todo eso fuera real.

—Pero... ¿cómo? No entiendo... —balbuceó cuando recuperó parcialmente el habla.

Sasumi soltó una risita y se acercó para depositar un rápido beso en sus labios.

Promesa de tinta y papel; SasuNaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora