Capítulo 6

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La sala de la casa estaba iluminada solo por el televisor. Dos niños disfrutaban de una película animada sobre una cocinera y un príncipe convertido en sapo.

___ suspiró ilusionada.

—Espero que algún día también encuentre a mi príncipe azul. —la pequeña se levantó del suelo y empezó a bailar con los ojos cerrados mientras la canción de la película la acompañaba.

Reigen la observaba sentado y en silencio mientras las preguntas surgían en su cabeza.

—¿Tengo que ser un príncipe? —pensó el rubio.

—Lo amaría toda mi vida y seríamos muy felices. —continuó soñando la niña mientras daba una vuelta.

—¿Cómo puedo ser un príncipe? ¿Tengo que pagar para serlo?

—Espero que llegue pronto. —suspiró.

—Aún tienes que esperarme, conejito. —Reigen sonrió levemente enternecido.

—Me gustaría tanto ser una princesa. —___ se sentó al terminar la canción.

—Puedes serlo en tu cumpleaños, cariño. —dijo la madre de ___ al salir de la cocina acompañada de la madre del rubio.

—¡Sí! —la niña gritó de emoción y pese a que seguía viendo la película, su mente solo soñaba y esperaba con ansias el día de su cumpleaños.

Reigen giró la cabeza hacia su madre y ambos conectaron sus miradas. La madre del niño lo entendió al instante y le guiñó el ojo cómplice.

—Creo que tengo una idea. —le susurró a la madre de ____ y ambas comenzaron a cuchichear sobre la fiesta.


—Todos decían que yo era todo un príncipe. —Reigen declaró con simpleza. —Las mamás buscaban a la mía para que sea el príncipe de sus hijas.

—Wow. —Mob lo observaba asombrado, le gustaría ser igual de popular como lo fue Reigen.

—No era tan impresionante como suena, estaba cansado de tener que asistir a tantas fiestas.

Tome por su parte lo observaba suspicaz.

—Me tomaba la libertad de rechazar las ofertas. —continuó alardeando el rubio.


—Estás listo, cariño.

Reigen se observó en el espejo y sonrió nervioso. El traje verde y la corona en su cabeza lo hacían sentir algo de vergüenza, pero el solo pensar que era por su amiga, lo hacía olvidar aquella emoción desagradable.

— ¿Me veo bien? —Reigen se acomodó la corona.

— Pareces un príncipe. —declaró su madre enternecida. — Vamos, nos deben estar esperando. —le ofreció su mano.

Los pasos de Reigen eran lentos, pese a que esperó con ansias aquel día, tenía miedo de ver algún rastro de decepción en la cara de su amiga y arruinar su fiesta de cumpleaños.

Una vez llegó al lugar, se adentró con cuidado recogiendo miradas emocionadas de los invitados. Su madre lo dejó en el medio del lugar y le dijo que espere a que ___ baje de su habitación.

Mirenla el cielo encender

Ma Belle Evangeline

Las luces se apagaron y solo una luz tenue iluminaba a Reigen dándole cierto protagonismo.

Inalcanzable querer su amor

Yo se que es para mi

____ hizo acto de presencia y lentamente bajó las escaleras con una gran sonrisa. Desde el punto de vista de Reigen, ella aún no lo notaba esperándola, por lo que se acercó hacia el final de la escalera y le extendió su mano.

La sonrisa de la pequeña princesa se hizo incluso más grande y sus ojos brillaron por la presencia de su amigo.

___ caminó  al ritmo de la música hacia el rubio con una gran sonrisa. Reigen le ofreció su mano y la niña la tomó con delicadeza para así poder iniciar su baile.

Je t'adore

Je t'aime

Evangeline

Reigen no podía olvidar aquel momento, sabía que su madre tenía una grabación de su baile, pero no lo necesitaba. Solo le bastaba con cerrar los ojos y era como si viajara en el tiempo, podía ver todo, todo lo que amaba.

Su mente reproducía con exactitud cómo ____ bajaba la escalera, cómo le sonreía, cómo lo miraba e incluso el leve sonrojo que adornaba su rostro.

En aquella sala solo estaban ellos, bajo la luz y acompañados por la canción de la película que vieron juntos. Solo él y ella, juntos.

Dos niños que ignoraban el amor que existía entre ellos.


La melodía que se reprodujo en la fiesta sonó después de muchos años en una cafetería. La dueña de la cafetería sonrió con nostalgia y acarició al peluche de sapo que compró por la mañana.

Aquel animalito le trajo recuerdos, recuerdos que la motivaban cuando vivía en otra ciudad.

Se preguntaba qué había pasado con él y si él la recordaría. Quería saber si todo podía seguir como antes, quería saber si el amor que le juró seguía presente, tal como el de ella.

Lo quería de vuelta, lo quería en su vida, ella anhelaba a su príncipe y deseaba cada noche encontrarlo para poder seguir con su historia de amor.

— ¿Otra vez soñando despierta? —Una voz juguetona la distrajo. El fantasma flotaba de cabeza frente a ella.

— Solo recordé algo. —susurró. Pese a que ya estaba por cerrar y no había clientes cerca de ellos, ella no quería correr el riesgo y que todos pensaran que tiene alguna enfermedad mental.

— ¿El niño rubio de siempre? Creo que ya pasaron muchos años, existe la palabra "soltar", lo sabes, ¿verdad? — el ser se recostó en el estante de las galletas.

La sonrisa de ___ se esfumó y tomó un spray desinfectante para "limpiar" el estante.

— Eso no es muy amable de tu parte, señorita. Te pondré una estrella como calificación. —el fantasma demostró su indignación al ser rociado con líquido.

— Basta, Ichiro. — susurró juguetona la joven y lo apuntó con el spray.

— Bueno, bueno, sigue soñando con ese teñido. — el adolescente fantasma se retiró para seguir burlándose de los clientes presentes.

— Envidioso.

___ suspiró y sacudió la cabeza para olvidar las palabras de su amigo fantasmal.

Su príncipe tenía todo el tiempo del mundo para encontrarla; al fin y al cabo, su corazón siempre será para él. 

Almas en el amor - ReigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora