ONÍRICOS

El Secuestro

Fui a lo que parecía una fiesta o un cumpleaños, llegamos muy temprano cuidé al niño pequeño de mi mamá y su nuevo esposo. Un niño negrito que habían adoptado. Me sacó de quisio muy rápido. Quería jugar en la calle, pero pasaban muchas motos. La casa estaba en construcción, era vieja, como la mía pero nadie había llegado para ayudar. Recuerdo estar durante todo ese tiempo bastante enojado. Recuperé mi velocidad, supongo que de tanto entrenar con el mocoso. Durante un tiempo, muchas motos pasaron. Paró un grupo, pidieron comida. Tenía un poco así que se las repartí uno de ellos hacia dibujos y nos los regaló. Un Charizard, un Charmander. Eran esos dibujos que cuando los volteas cambian de figura. El mocoso estaba contento y yo también, ellos se fueron y nos agradecieron con el tiempo llegaron los invitados. Llegaron los invitados, entramos por un pasillo angosto, me hizo recordar a la vieja casa de mi tía  de fondo un gran mesa una torta y comida. Se podía ver la parte de atrás. Al parecer pusieron una malla, porque no habían alcanzado a hacer la pared. Estaba por dónde entramos y había otra la cual utilicé después.
Llegó la pareja. Una chica joven, un poco menos de mi edad. El tipo alguien un poco mayor. Se notaba que no había dormido y el esfuerzo que hacía para mantenerse de pies. Nos sirvieron comida, no comí. Después de un rato todos se surmieron. El tipo nos amarró a todos. Me desamarre como pude. Con el tiempo todos se despertaron. Fue la conmoción y el llanto más hijueputa. La verdad me estaba empezando a estresar.
Ellos dijeron que nos habían secuestrado porque tenían deudas y que con el rescate de nosotros y unos favores nos iban a soltar. Yo ya lo había hecho. Cuando todos dormían me escabullir y salí. Recuerdo sentir lastima por los demás y volví. Nos trataban como la mierda. La entradas las reforzaron con púas. Con el tiempo mi razón se fue llendo como la de muchos. Recuerdo matar al tipo en un momento de rabia. Podía escuchar mis golpes sonar. No lo finalicé. Los demás lo hicieron. Cuando llegó la mujer me escondí la tomé por detrás y metiy un poco de pólvora de la pistola del tipo. Yo había empezado a fumar. Me calmaba. Cuando toda la vida deteste el cigarrillo. Minutos antes habíamos cortado la reja. La tiré la reja cedió y su boca se prendió a fuego con la mini explosión que provoqué. Probablemente moriría asfixiada con sangre y humo de su propio cuerpo.
Al salir todos de aquel lugar. Llegaron los trabajadores. Comenzaron a organizar los ladrillos. Pero los tiraban sin cuidado. Casi mata a mis familiares. Me enojé todavía más. Tomé la pistola y disparé a tres ladrillos en el aire. Llamé la atención de los obreros y ellos pararon para que todos nos fuéramos a nuestros hogares.
Casi todo es borroso. Lo que no lo es, es que estuve enojado. Sentí odio en mi corazón y mucho para ser sincero. También el pensar en lo divertido que fue. Lo sé es raro, pero es que yo tampoco soy alguien normal.

Me acabo de acordar que antes de eso, había ido con unos amigos ellos eran los famosos, no yo. Nunca me molestó eso, de hecho si ya le conoces, sabes que aprecio el estar incógnito. Lo que ellos tenían que hacer era una especie de publicidad para un centro comercial. El cual costaba de hacer creer al público que en ese lugar si eran inclusivos por tener lugares donde la gente con discapacidad pudiera parquear. Era gigante, les dije que yo esperaba afuera. Recuerdo que mientras los esperaba. Hubo una pelea. Eran cobardes se metían con una persona a pesar de ser muchos. Me molesté, no intervine no soy nadie para hacerlo. Después ellos me encerraron sabían quienes eran mis amigos. Querían una razón, para pegarme. No se las dí. Reconocí a otro famoso entre ellos. Era competencia directa de uno de mis amigos. Entendí que ese tipo no era capaz de enfrentarlo a golpes por si solo. Contabilice el tiempo , hablé un poco de mierda y si tiempo a qué mis amigos llegarán. Lo hiciero. Apenas se asomó mi amigo tomo del cuello a su competencia y lo puso sobre un puente. No sé cómo putas aprecio pero ese tipo lloró para que lo dejáramos vivir