1. El giratiempos

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Harry Potter estaba muerto.

Había muerto aquel día en que lucho con Voldemort y había dejado a media comunidad mágica conmocionada.

Percy había muerto en vez de su hermano, Severus había sido salvado gracias a la pócima que tenía guardada siempre en su bolsillo, Draco Malfoy había perdido a ambos padres y Hermione Granger había quedado huérfana.

Ellos como otros, habían sido marcados duramente por la guerra.

Pero no tuvo que pasar mucho tiempo para que 48 horas después de la gran segunda guerra mágica Severus Snape pillara algo que cambiaria muchas vidas.

¡Había encontrado la famosa piedra de la resurrección!




¡Había encontrado la famosa piedra de la resurrección!

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Severus era un hombre poco sentimental, detestaba los regalos, los niños, y un montón de cosas que incluyeran sentimientos y humanos. Desde pequeño había sido un niño muy quisquilloso, y por poco un quejica. Pero nunca había dicho en voz alta todas las cosas injustas que le habían pasado, ni siquiera cuando el grupo de Potter le perseguía o cuando su padre le golpeaba. ¡Era simplemente la costumbre de resignarse a vivir!

Lucho en ambos bandos, ¡Mintió, engaño, incluso al señor oscuro!

Pero nunca, en su joven vida, se atrevió a salvar o velar por algún alma viva, incluso por su ahijado que mantenía a raya para no encariñarse demás. Y cuando se vio envuelto en el juramento para salvar al joven Potter, no supo como actuar.

El niño era malditamente igual a su padre, ¡Casi la copia exacta! Y él, como todo un imbécil, se había dejado manipular por el rencor que le había tenido al padre. ¡Qué tipo de adulto había sido con el pobre niño que no tenía la culpa!

Siguió al niño, lo protegió, dio su vida en cada misión, pero nunca cumplió su deber como tal. ¿Se había encargado solamente de lo superficial?

Vio de reojo como Poppy daba de alta a la joven Granger solo para luego volver a cerrar los ojos. Estaba demasiado cansado como para entablar conversación con la medimaga. Las vendas en el cuello le impidieron moverse mucho, estaba algo tieso y desgastado por los dos días sin moverse en cama. El veneno se había ido hace algunas horas, pero los síntomas aún seguían. Poppy había dicho que mañana comenzaría a poder moverse por sí solo, casi había muerto; era un milagro que siguiera vivo.

Las horas pasaron y la enfermería había quedado vacía a excepción de él. Movió sus extremidades sintiéndose confiado, y se levantó lentamente, para no volver a los mareos, se puso las pantuflas, y acomodo el bastón. Saldría de ese lugar antes de volverse loco.

Desde que había despertado en la enfermería no paraba de revivir su pasado, de recordar los errores y si seguía ahí, se inyectaría lo primero que pillara.

Llego a la puerta, en mejor estado del que creía, y se aferró al marco; Tomando aire para continuar. Comenzó a caminar a través de los pasillos del castillo y sin darse cuenta, logro llegar a la entrada sin siquiera pillarse a la señora Norris. Las puertas se abrieron lo suficiente para que saliera.

Una oportunidad para Harry  |SeveritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora