16.

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¡Feliz navidad!


Checo atravesó la casa, ignorando los tontos sentimientos de soledad. Max había visitado su casa por apenas veinticuatro horas. No había tenido tiempo de dejar su huella en nada ni de pertenecer realmente a su espacio. Sin embargo, había hecho un trabajo tremendo al hacer que deseara que esas cosas hubieran sucedido.

Algo llamó su atención. El chico que limpiaba la piscina estaba afuera. Levantó una mano a modo de saludo mientras el pesar y la tristeza se enroscaban en su vientre. Había querido hacerle el amor a Max en esa piscina. ¿Cómo había dejado pasar esa oportunidad entre sus dedos?

Ese pensamiento le hizo rodar los ojos. No estaba seguro de ser bueno en todo el asunto del mal de amores. Sí, estaba realmente triste porque Max se había ido, pero lo volvería a ver pronto. Necesitaba pasar a otras cosas. Fue por su teléfono y, con un par de toques rápidos, volvió a mirar el itinerario de fin de semana. Se iban en algún momento de esta tarde, no podía recordar la hora exacta. Tal vez podía hacer una llamada rápida antes que abordaran el vuelo. Comenzó a marcar, pero terminó la llamada y giró sobre sus talones. No, quería que Max hiciera el siguiente movimiento y eso llevaría unos días. El tipo tenía la paciencia de un santo.

En lugar de hacer llamadas telefónicas, se dirigió al baño. Había sudado tanto esta mañana que estaba seguro que había bajado doce kilos. Pensó que podría usar un buen exfoliante y luego un galón de agua.

Además de eso, definitivamente tenía trabajo más que suficiente para ocupar su mente. Checo abrió la ducha y esperó a que fluyera el agua caliente. Sacudió la cabeza cuando se dio cuenta que estaba ansioso por revisar su documentación para evitar llamar a Max. Y eso demostró lo mal que lo tenía por el señor Verstappen. Con un profundo suspiro, dejó caer sus pantalones cortos y tiró de su camiseta sobre su cabeza. El papeleo de un domingo por la tarde sería una gran distracción. Se metió en la ducha y se negó a mirar la bañera que había compartido con Max anoche.

Tres horas después y el gran plan de papeleo para salvar su cordura había fallado por completo. Había realizado tareas operativas más mundanas de la compañía en las últimas horas que las que había hecho en el último mes, pero Max se mantuvo en su enfoque con cada golpe del teclado.

Era curioso cómo seguía pensando en golpes.

Carlos le envió una docena de mensajes por correo electrónico y texto, queriendo hablar con él. Su última reunión no había terminado bien. Por lo general, eso significaba que ambos necesitaban tiempo antes de volver a encontrarse. Contra su mejor juicio, decidió hacer esa llamada telefónica hoy. Se recostó en la silla de su oficina y tocó su teléfono. Carlos respondió al segundo timbre.

—Hola, ¿ya se fueron? —preguntó Checo. Probablemente no fuera la mejor frase para empezar, pero era el pensamiento más urgente en su mente.

Sí, hace aproximadamente una hora. Necesito unos minutos para hablar contigo. —Carlos sonaba tenso, por lo que probablemente no había tenido tiempo de relajarse. No deberían tener esta conversación ahora, pero Checo estaba preparado para pelear.

—¿Puede esperar hasta mañana? Me estoy poniendo al día con los correos electrónicos y revisando este contrato con Secret —dijo, tratando de razonar y ganar tiempo. Dejando a un lado el gran problema de alejar a una división completa de las responsabilidades del director de operaciones debido al bajo rendimiento, Carlos lo conocía demasiado bien. Los mejores amigos de la infancia tendían a captar cosas simples como por quién te sentías atraído. Si Carlos estuviera allí, nunca sería capaz de convencerlo que sus acciones estaban centradas exclusivamente en la compañía, y en esas decisiones, Checo solo tenía en mente el mejor interés para PMNation.

Secret [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora