2.

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Dejo una cosa en claro: esta historia SÍ es chestappen. No todos los libros comienzan con nuestros protagonistas cogiendo en el primer capítulo. Disfruten la lectura.

—Espera —llamó Max, deteniendo a Sloane mientras se escabullía hacia el garaje.

—Papá, llegaré tarde a clase si no me voy ahora. —Sloane se detuvo abruptamente en medio de la cocina. Curioso, desde que comenzó la universidad, nunca se había levantado voluntariamente tan temprano.

En circunstancias normales, habría escapado antes del desayuno, pero como su hija presidiaria arruinó la noche, había planeado su intento esta mañana. Habría hecho exactamente lo mismo a su edad.

—Date la vuelta, toma asiento. Si pudiste faltar a clase para ir a un estadio, puedes hacerlo para que hablemos contigo. —Max sirvió café en su taza de viaje.

—¡Atrapada! —Damian, su hijo del medio, se echó a reír, caminando hacia la cocina y agarrando el sándwich de desayuno que le había preparado.

—Hay una botella de jugo de naranja en el refrigerador —dijo distraídamente, buscando la billetera en su bolsillo trasero antes que Damian pudiera pronunciar sus siguientes palabras.

—Lo sé, papá. ¿Tienes algo de dinero? —preguntó Damian, su cabeza metida dentro del refrigerador.

—¿Cuánto necesitas? Tengo uno de cinco y uno de diez. —Max hojeó su efectivo.

—Tomaré los diez —disparó Cate, su hija más joven antes que Damian pudiera responder. Entró como un tornado, dejando caer su pesada mochila al suelo con un fuerte golpe.

—No, yo tomaré los diez. Tú los cinco —replicó Damian, arrancándole el billete de diez dólares de la mano a Max.

—Papá, eso no es justo. ¿Por qué siempre recibe la mayor cantidad de dinero? —se quejó Cate.

—Porque soy mayor —respondió Damian por Max, sin perder el paso mientras salía por la puerta trasera hacia su camioneta. Esa había sido su nueva actitud desde el comienzo de su último año de secundaria—. ¡Vamos, Cate! Llegaremos tarde.

—Toma tu desayuno, cariño. —Max sacó una pequeña botella de plástico de jugo de naranja del refrigerador y se la entregó a Cate. Hizo un puchero y arrastró su mochila en el piso detrás de ella mientras rodeaba la isla central de la cocina.

—¡No, querida! Ve a cambiarte esa falda. De ninguna manera eso es permitido en el código de vestimenta —dijo Max una vez que vio bien a su hija. No había ni tres años completos de diferencia de edad entre el mayor y la menor, pero Cate todavía era su bebé. Ella amaba la moda y siempre hacía ese truco.

—Papi, está en el código de vestimenta. Mira. —Deslizó las manos por los costados de la falda y las yemas de sus dedos llegaron al borde. Había sacado las armas grandes usando la palabra papi. Cate era su bebé y desempeñaba ese papel muy bien.

—Luego levanta los brazos en el aire para asegurarme que la camiseta no muestre tu estómago —respondió Max. Su ropa era demasiado corta y apretada. No le gustaba en absoluto.

—Caty, dame un beso antes de irte. —Alyssa entró en la cocina, completamente vestida con maquillaje completo, peinado y un moderno diseño de Tori Burch—. Voy a salir de la ciudad hoy. Hablaremos por Skype esta noche. ¿Dónde está Damian?

—Mamá, papá piensa que mi vestido es demasiado corto, pero mira, me llega a los dedos. —Alyssa besó a Cate en la mejilla y pasó junto a ella hacia la puerta trasera.

—Llega a sus dedos, Max.

—Sí, papá —agregó Sloane como si su declaración ayudara en algo.

Secret [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora