Call my name.

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Los sonidos pegajosos invadían la sala de estar. Después de aquel beso pecaminoso, el reencuentro se les salió un poco de las manos... Pero demasiado.

— Los niños podrían oirte... Mantén tu voz baja. — Sugirió el mayor.

— Sator... Ah... — Cierto pelinegro pasó de ser una persona indiferente con su ex marido a literalmente ser dedeado por ese mismo. Cada parte de su mente se automaldecía, pero carajo... Si que sabía mover esos dedos.

— Silencio... — Pudo sentir la gran mano de Satoru cubrir su boca para tapar sus agudos gemidos. Su cuerpo se sentía caliente y su vista cada vez se nublaba más. Al sentir ese fuerte cosquilleo en su pelvis, Suguru escondió su rostro en el cuello del contrario. Tomó con fuerza el cuello de su camisa blanca y siguió gimiendo hasta que un espeso líquido blanco salió disparado hacia afuera.

Sus sentidos dejaron de funcionar por algunos segundos, hacia meses o incluso años que no se daba placer, así que esa era su primera corrida en mucho tiempo. Satoru sostuvo su miembro delicadamente y acarició la punta, tocando con su dedo índice los rastros de líquido.

— Al parecer alguien también me extraño. — Suguru miró molesto al peliblanco, aunque no le dijo nada, ya que sabía que si pronunciaba algo, soltaría un gemido sin querer.

— ¿Te comió la lengua el ratón ahora? — Satoru seguía insistiendo y Suguru simplemente se levantó como pudo, llevándose con él a Satoru.

Subieron al segundo piso, donde se encontraba la habitación que alguna vez fue de ambos. Suguru lanzó a Satoru dentro y cerró la puerta con llave para que nadie los atrapara haciendo lo que estaban a punto de hacer.

— Terminemos con esto de una vez. — Suguru comenzó a quitar su propia ropa mientras que Satoru lo veía de pies a cabeza con una sonrisa coqueta.

— ¿Tan desesperado estás? — Satoru comenzó a quitar su camisa lentamente y para cuando terminó de quitarla por completo, Suguru ya había retirado su pantalón y se había arrodillado frente a él.
Satoru lo miro desde abajo y sonrió de lado al ver cómo pegaba su mejilla a su miembro aún cubierto.

— A este paso nunca acabaremos. — Satoru tomó la tela que cubría su miembro y la retiró, dejándolo completamente al aire.

— Anda, chupa. —

Minutos después y después de varios gemidos y gruñidos. Satoru sostuvo la cabeza de Suguru e hizo que su miembro llegara hasta lo más profundo de su garganta. En ella, dejó salir toda la carga que llevaba consigo.

— Eso es, trágala toda... —

Satoru posicionó dos de sus dedos en el cuello del contrario y bajó sus dedos al mismo tiempo en que bajaba su esperma por la garganta de su amado.

Satoru posicionó dos de sus dedos en el cuello del contrario y bajó sus dedos al mismo tiempo en que bajaba su esperma por la garganta de su amado

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— Que obediente. — Suguru actuó rápidamente y tomó el rol de dominante de repente subiéndose al cuerpo de Satoru y sentándose en su regazo.

— No me llames así, Satoru. — Cuando dijo su nombre, pudo sentir que el miembro del mencionado dio un brinco. Sonrió de lado victorioso y acarició su mentón con su dedo índice.

— Vaya, parece que al pequeño don hechicero le gusta que diga su nombre. — El pelinegro colocó dentro solo la punta y comenzó a saltar lentamente sobre ella. Podía escuchar como Satoru gemía y gruñía a lo bajo, siempre mirando hacia abajo.

— Mirame, carajo. — Suguru tomó una sección de su blanco cabello y lo jaló para  obligarlo a verlo a la cara.

— ¿Te gusta, verdad? Pequeña zorra. — Satoru luchaba por esconder sus gemidos, pero simplemente no podía. La mirada penetrante de Suguru hacia que cada centímetro de su cuerpo cosquilleara. La lentitud con la que Suguru metía su miembro le hacia desesperarse, así que trató de mover él mismo sus caderas para poder llegar más adentro.

— Ey, ey, ey... ¿Quién te dio permiso para hacer eso? — Suguru se mantuvo arriba con ayuda de la fuerza de sus piernas. Sus pezones quedaban a la altura de los ojos del peliblanco, cosa que trató de aprovechar.

— Suguru... Mételo todo... — Suplicó el contrario.

De un momento a otro, Suguru se encontraba dando saltos sin parar sobre el enorme miembro de Satoru. Su mano derecha se encontraba buscando apoyo del hombro del contrario para poder mantener el equilibrio.

Después de 6 horas seguidas de sexo sin parar, la alarma que Suguru tenía programada para las 8 am sonó. El pelinegro alcanzó el pequeño reloj y lo apagó en segundos, ahora volteándose al otro lado de la cama. Se acurrucó por algunos segundos y al extender su brazo notó que Satoru no estaba ahí con él...

Se levantó rápidamente y comenzó a cambiarse, pensando en que lo había distraído así para huir y quedarse con las niñas. Lo maldecía a lo bajo en todos los idiomas que sabía, salió del cuarto, bajó las escaleras casi corriendo y...

𓏲 ˖ Late Night Visitor . ࣪ ִֶָ ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora