The girls.

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4 de Marzo de 2006
Alguna ciudad de Tokio.

A pesar de tener un niño de 2 años en casa, Suguru y Satoru eran enviados a misiones constantemente. Al ser hechiceros de grado superior, eran bastante solicitados. Esta vez, le tocaba cumplir una misión a Suguru, por lo que Satoru se quedó en casa cuidando al pequeño. De vez en cuando, Satoru le mandaba fotos de Megumi a su en ese entonces novio y él no se quejaba. Amaba ver a su bebé crecer, aunque le afectaba un poco que él no estuviera a su lado mientras eso pasaba.

En esa misión, tuvo que pelear con una maldición de grado superior. Al ser un hechicero de grado especial, no fue mucho trabajo para él, así que sonrió victorioso al pensar que ya podría regresar a casa con su hijo y su novio.

No fue hasta que al irse disipando el velo envolviendo el lugar, escuchó unos balbuceos y sonidos extraños proviniendo de abajo de unos escombros. Suguru preparó un shikigami en caso de que lo necesitara y se fue acercando a la fuente de los sonidos.

Al quitar los escombros, pudo observar una canasta que parecía ser de pan. Arriba de ella, había una tela cubriendo algo que se movía constantemente. Suguru la retiró con rapidez y al preparar su ataque se percató de que eran dos bebés. Su corazón se detuvo por unos segundos y las tomó en sus brazos, no le importaba si era una trampa de alguna maldición, una distracción, lo que fuera.

Cuando se trataba de bebés y niños, Suguru no se podía resistir. No podía dejar que nada malo les pasara. El velo se disipó por completo y pudo ver a Ijichi llegando en su distintivo carro negro. Suguru salió de el lugar mientras el asistente bajaba de su auto para recibirlo.

— Señor Geto, me alegro de que haya podido eliminar a la maldición de manera correcta y segu-... — Ijichi paró abruptamente cuando vió a Suguru cargando dos bebés en brazos.

— Las encontré debajo de unos escombros... Las llevaré a casa con Satoru. — Ijichi lo miró preocupado. Ya tenían cuidando a un niño, ¿ahora dos más?

— ¿No será mucho trabajo para un hechicero de grado especial? Si de por sí las personas normales no logran coexistir con tres de sus hijos, ahora imagínese usted con tres niños... Señor Geto, me parece que debería pensarlo mejor. ¿No lo cree? — Suguru lo miró inexpresivo y después sonrió.

— Bien, entonces renuncio a ser un hechicero. — Suguru miró a las bebés y una de ellas apretaba su uniforme con fuerza, parecía tener miedo.

S-señor Geto... ¿Lo dice en serio? — Ijichi tragó saliva al ver el rostro de Suguru.

— Jamás había hablado tan en serio en toda mi vida. Renuncio. — Suguru comenzó a caminar, al ya no ser hechicero, no podía usar el carro de Ijichi, porque ya no era su asistente.

Ijichi miró como se alejaba caminando con las dos niñas y suspiró pesadamente.

— Al menos déjeme llevarlo a su casa sano y salvo... Por esta última vez. — Ijichi acomodó sus lentes y dirigió su mirada hacia el frente. Suguru paró de caminar y dio la vuelta, sonriendo con dulzura. Se dirigió al carro y cerró la puerta después de subirse.

Ijichi suspiró de nuevo y se acomodó su corbata nervioso. De camino venía pensando en como le diría al Director de la institución que uno de los mejores hechiceros había renunciado por cuidar a tres niños. El sudor se hacía notorio en su piel, no sabía que le esperaba. Trató de convencer a Suguru de pensarlo bien y tomar una decisión más razonable... Pero no lo logró. Después de un largo viaje, llegaron a la casa donde Satoru y él vivían con el pequeño Megumi.

Suguru sonrió al ver su querida casa por la ventana y después miró a las pequeñas que tenía descansando en brazos. Ijichi paró el auto y suspiró de nuevo.

— Jamás había escuchado a alguien suspirar tantas veces en un mismo día. — Bromeó Suguru. Ijichi volteó y pudo ver por última vez a ese hechicero tan respetado en la parte trasera de su auto.

— Supongo que es el estrés. — Mencionó Ijichi con una sonrisa nerviosa. Suguru bajó del auto a paso lento y cerró la puerta con delicadeza. Antes de entrar a su casa, Suguru le sonrió a Ijichi por última vez.

— Lo harás bien, Ijichi. — Suguru cerró sus ojos, mostrando su más sincera sonrisa. El asistente le sonrió de vuelta y agitó su mano despidiéndose. Suguru quería hacer lo mismo, pero las bebés abarcaban sus dos brazos. Fue por eso que solo lo observó irse en aquel carro negro. Fue la última vez que pudo verlo.


Un calor se apodera de las mejillas de Suguru, ahora tenía a su hijo mayor en brazos. Al voltear, dos niñas pequeñas se encontraban detrás de él con una expresión de confusión mezclada con tristeza.

Geto-sama... Está llorando. — Mencionó una de las niñas, la cual se encontraba delante de la otra, casi como un escudo humano. La niña de adelante pudo ver como Suguru las miraba por encima del hombro. Así que notó las lágrimas que salían de sus ojos. La pequeña limpió sus lágrimas con sus pulgares.

Suguru sonrió dulcemente, cerrando sus ojos y disfrutando del tacto de su pequeña niña. — Tienes razón, Nanako... — Suguru se paró de nuevo, dejando a Megumi abajo. Al hacer esto, Megumi quiso esconderse detrás de su padre, pero una de las niñas lo vió enseguida.

— ¡HERMANITO! — La niña que era protegida por la otra salió disparada hacia el pelinegro, dejando de lado su peluche favorito el cual no soltaba para nada.

Al ver el peluche en el suelo, fue Satoru quien tuvo un recuerdo esta vez...

Al ver el peluche en el suelo, fue Satoru quien tuvo un recuerdo esta vez

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Un capítulo más!! Espero que les esté gustando. ♡

Escribo esto en noche buena, pero no creo terminarlo o publicarlo para entonces así que... Feliz noche buena y Navidad atrasadas!!!!

Hasta otro capítulo!
¡No apaguen el foco! ☆

𓏲 ˖ Late Night Visitor . ࣪ ִֶָ ⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora