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El encontrarse sentado en la camilla de la enfermería nunca pudo ser más incómodo y molesto, irritado por la notable falta de sus amigos, nunca había notado lo mucho que los necesitaba hasta ese momento. En el que se dio cuenta d que era practicamente miserable sin ellos, Edd era el que ponía entusiasmo y dedicación a sus aventuras, encontrando hasta la forma más estúpida y sin sentido para ayudarlos a terminar correctamente una aventura, intentando trivializar sus palabras para poder darle insultos creativos y muy poco funcionales. Aunque divertidos a final de cuentas. Matt era solo un tonto, pero gracioso, o eso suponía. Le resultaba extraño encontrarse extrañando escucharlo hablar sobre su tonto rostro a través del espejo.

El simple hecho de que nadie allí parecía estar de su lado, y solo mostraban un poco más de piedad de la que Tord le mostraba se le hacía repulsiva. El que este lo hubiera ayudado después de haber sido.. Tratado de aquella forma por esa chica se le hacía aterrador, ¿en serio había cometido asesinato con tal de nadie más lo tocara? Vaya cosa..

Su estómago rugía por obtener un poco de alivio al consumir alimento y calmar el hambre que sentía, sus propios jugos estomacales jugandole una mala pasada por haber llegado hasta a vomitar la bilis que tenía. Su garganta y boca ardía demasiado, cada mínimo sentimiento de asco le provocaba una arcada, y junto a ello vómito. Era demasiado asqueroso hasta para él, y no es que realmente se le hiciera gustoso el no poder comer nada por el asco que le producía.

Yuu se había ido con la intención de irle a dar a conocer a su jefe que Tom se negaba rotundamente a comer y consumir cualquier cosa, luciendo asqueado y con un profundo repudio por el hecho de siquiera inhalar el aroma de comidas minuciosamente preparadas para él. Cosa que no era normal en un paciente que había estado vomitando y sufriendo de golpes fuertes, pues cualquier persona con sentido común trataría de comer para recuperar energía, incluso si eso significaba comerse su orgullo por completo, con tal de poder sentirse mejor. Tom era un caso distinto, Tom además de tener un orgullo asquerosamente alto, era físicamente incapaz de ingerir algún alimento. Quizá por el hecho de que había sufrido un trauma por todo el maltrato sufrido con anterioridad, dejando que su salud mental comenzara a decaer a fuerzas. Una empinada caída a la locura y deshichación humana. Tom estaba dejando que su salud mental prontamente decayera a cero, como era profundamente conocido que sucedía con los esclavos y personas destinadas a morir y que estás estaban al tanto de aquello en todo sentido. Resignandose a morir como sucio ganado sin algún tipo de propósito en la vida.

El rubio temía que al llegar a tocar la puerta de la temida y tétrica oficina del Líder Rojo, este llegara a echarle la culpa del pésimo estado de salud de Tom, ya que este prontamente estaría en un posible estado de anemia como siguiera negandose a comer, por no decir que corría el riesgo de morir de inanición. Y no deseaba que su jefe lo viese como el culpable de aquello, por el mero hecho de que se le haría completamente imposible seguir viviendo como estaba haciéndolo actualmente, puesto a que su jefe era aterradoramente caprichoso. Si deseaba a alguien con vida, y en optimas condiciones para él así tener todo el derecho y las posibilidades de atormentarlo hasta que se le imposibilitara vivir y anhelara el suicidio como liberación de aquél dolor que se le era impuesto. No deseaba él tomar el lugar de Tom como el muñequito de su jefe.

Sus nudillos golpearon repetidas veces la gran puerta de madera de la solitaria oficina de su jefe, tragando en seco al querer preparse para un regaño por la noticia que estaba por darle cuando se le diera el permiso de entrar y hablar, no iba a mentir, estaba nervioso. El sudor frío corría por su frente y sus manos estaban temblorosas. El Líder Rojo realmente producía miedo y respeto en sus soldados, algo que no siempre era posible conseguir.

—Puedes pasar, ¡Que sea rápido, estoy ocupado! —Pronunció, su voz áspera y dura como piedra chocando en la audición del rubio, dejando a conocer un estado de ánimo para nada contento. Pues se notaba a leguas que él tranquilo no estaba.

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⏰ Última actualización: Jan 07 ⏰

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