Lucero
Ya iban algunas semanas desde que me había embarazado, la mamá de Alaia nos iba a visita algo emocionada por la noticia de mi embarazo. Y mi joven amiga estaba cocinando algo para ella, a Alan le habían hablado del trabajo para suplir a un compañero que no había podido ir.
Para tener 18 años, Alaia tenía un buen cuerpo y por alguna razón ahora lo notaba más que antes, pero había otra diferencia, ya no la veía con celos. ¿Por qué tendría celos mi co-novia? Y si, había inventado esa palabra, decirle “la otra novia de mi novio” era una forma demasiado larga de presentarla.
—Veo que no perdieron el tiempo ahora —mencionó ingresando a nuestra habitación y sentándose en nuestro colchón—, ¿Cómo se llamará mi nieta?
—Ella no…
—Por años consideré que mi hija era lesbiana, así que ya había asumido que si me volvía abuela, probablemente no sería alguien con mi sangre. —respondió.
—Todavía no escogimos el nombre —le respondí sintiéndome con más confianza—. ¿Entiende que Alaia y yo no somos pareja verdad? —pregunte, por alguna razón bajando mi tono de voz.
—Si, aunque la verdad veo que no falta demasiado para eso —explicó—, el collar que mi hija lleva puesto, recuerdo cuándo llegó con el a casa la primera vez, ella saltaba de alegría.
—Tenía 12 años cuándo regalé —le respondí, recordaba aproximadamente cuándo fue, no tanto por cuándo se lo había dado, sino, porque
—Me tomó poco darme cuenta que no era el tipo de cosas que ella hubiera querido comprarse, pero me costó darme cuenta que el simple hecho de que se lo dieras la hizo cambiar —explicó sin mirar a ningún lugar en concreto—. Aunque fue evidente, su collar la acompañaba cuándo se sentía triste, cuándo se sentía sola, como una forma en la que recordaba cosas buenas de su presente.
—Yo no sabía que ella…
—Siempre te tuvo un gran aprecio, y agradeció tenerte a su lado, supongo que fue el hecho de que siempre estuvieras ahí cuándo te necesitaba lo que hizo que te quisiera, y el collar una simple gota qué la hizo enamorarse —expresó con tranquilidad.
—No era necesario que le contarás eso —indicó, mirando sonrojada hacia la cocina, Alaia desde la puerta de la habitación.
Cuándo su madre se fue, más de una hora después, ambas nos acostamos a descansar.
—No sabía que había representado tanto para ti… ¿realmente hace tanto tiempo me quieres? —pregunté pues me había quedado con esa duda.
—Yo, yo no lo sé —me respondió insegura—, no se hace cuánto te quiero, tal vez sea así, tal vez no —mantuvo silencio por unos segundos antes de continuar—. Fue Alan quien me hizo darme cuenta de que estaba enamorada de ti.
—¿Cómo que Alan…?
—Cuándo iniciaste a salir con él, sufrí terribles celos —observó en otra dirección—, me costó mucho comprender que eran.
—El beso —mencioné recordando un día distante—. ¿Por eso me besaste aquella vez?
—Si, yo, necesitaba respuestas. Fue extraño y me costó entender lo que sentía.
—Sabes, tal vez sea solo efecto del embarazo, pero últimamente te siento más atractiva de lo normal —solté, solo por impulso, en contra de mi voluntad, me voltee porque sentía la sangre subir a mi cabeza.
—¿Qué dijiste? —preguntó.
—Ya lo escuchaste —le respondí en un susurro.
—¿Lo dices enserio?
—Tal vez, quiere una segunda mamá —dije volteando a verla.
—Lucero, tú… ¿quieres ser mi novia? —preguntó.
—Comprendes que tal vez no dure…
—¿Qué importa? Unos meses es mejor que ninguno —respondió y yo asentí.
Una hora después llegó Alan y al vernos desnudas y agotada en la cama solo dijo “¿Esto no significa que me vayan a botar verdad?”.
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El Novio de mi Mejor Amiga
Dla nastolatków¿Qué es la amistad? Muchos creerán saber la respuesta pero yo no. La gente dice que uno se vuelve amigo de gente con gusto semejantes, dicen que esa es la razón por la que una amistad puede perdurar, incluso tras una discusión nuestra naturaleza har...