Todos queremos tener amor en nuestras vidas y ser la debilidad del villano.
Suriel creyó encontrar el amor en una hermosa humana que ayudó en el bosque, pensó que había encontrado a su alma gemela, pero todo su mundo caerá cuando conozca a Adará una...
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Suriel
Mi familia es un poco loca y entrometida; se preocupan por todos a un nivel que cualquiera vería como si estuvieran exagerando, pero no es así. Mi madre es capaz de hacer lo que sea para ayudar a cualquiera, incluso ayudó a las personas que le hicieron daño. Mi padre es un alfa excepcional, ama a cada persona de la manada sin importar su rango o especie, y la devoción con la que mira a mi madre es maravillosa. No le importa que los demás alfas le hablen; él siempre se concentra en lo que mi madre le diga.
Todos estamos reunidos en la mesa del patio de mi casa. Por más que quisiéramos amontonarnos adentro, éramos muchos y mi padre se negaba a que sus invitados la pasaran mal. A mi lado estaba mi Adara y al otro, Lucían. Una parte de mí quiere sacarlo de la manada; es arrogante, manipulador, sarcástico y no le importa la existencia de alguien más que no sea él o mi mate. Aunque eso último no me molesta, ya que la protege, pero en lo demás no lo soporto.
La miro en silencio mientras habla con el alfa Frank, pero todo se interrumpe cuando su amiga les sirve la comida a ellos tres. Todos en la mesa los ven, puesto que se nota que la comida de ellos es diferente a la nuestra, y veo cómo algunos los miran con sospecha.
—¿Acaso no les gusta la comida de mi esposo? —mi madre está más sorprendida que enojada; conociéndola, está feliz porque sería más comida para ella.
—Oh, no se preocupe, de la comida de ellos me encargo yo —su amiga le sonríe apenada.
—Ahora entiendo, no eres su amiga, eres su lacaya —dice el alfa Tetrus—. Pero al menos debes darle lo mismo que a los invitados o todos pensarán que la comida está envenenada.
Siento cómo mi mate se tensa. Intento tomar su mano, pero Lucían la distrae.
—Nora no es la lacaya de nadie; si ella hace lo que hace es porque quiere, a diferencia de ustedes, pulgosos. Nosotros no exigimos la lealtad de nadie —sonríe burlón.
Todos gruñen al insolente hombre. Esto no es bueno; los alfas verán esto como un insulto.
—Disculpen a mi amigo, no le gusta que me ofendan. También sé que sus palabras no fueron dichas como tal. Saben cómo son los demonios, siempre guiados por sus impulsos de proteger a los suyos.
Mi mate sonrió a las palabras de su amiga y detuvo las palabras que iba a decir su amigo.
—Nora, siéntate —le ordena. La chica asiente ante lo dicho, ignorando a todos a su alrededor.
Quería que ellos se sintieran bien, pero se me dificulta cuando el amigo demonio de mi mate quiere desaparecer a todos aquí.
—Quitando este momento de incomodidad, ¿cuándo se hará la ceremonia de presentación para la luna? —el intento de que todos nos relajemos por parte de la pareja de Laura causa incomodidad a más de uno, incluyéndome.