Capítulo Dieciséis

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Todo pasó en un instante pero para ellos fue eterno.


Narancia miraba por la ventana de la nave, melancólico, recordando la fuerte discusión que tuvo con Fugo y como esta logró separar aquello que habían construido en

¿Semanas, meses?

Ya no lo sabía.

No tenía idea de cuánto tiempo terrícola había pasado desde que conoció a Fugo, desde que partió de su hogar a explorar el cosmos, con la promesa de ser pionero para una investigación y la esperanza de ser util para algo después de años perdidos vagando por las calles con malas juntas. Todo lo malo tras perder a su familia y quedar a la deriva había quedado atrás cuando tuvo la oportunidad de formar parte de un experimento para armar nuevas tripulaciones.

Pero ahora esos tiempos de frío, hambre y soledad en la calle parecían un parque de diversiones comparada a la fuerte agonía de haber perdido a su ser más amado, el alto y apuesto alienígena oriundo del planeta Purple,Pannacotta Fugo.

No podía culpar del todo a Fugo, pues tenía razón en sentirse asustado. Se le estaba invitando a un planeta que estaba poblado por muchas personas y su especie no era buena para relaciones interpersonales, sumando a que su estructura fisiológica era una bomba de tiempo y que los terrícolas podrían hacerle daño para tratar de entender su origen. 

Pero Narancia sabía que no era la forma de decirlo, de tratarlo, y que pudieron buscar juntos la manera de aterrizar y vivir como un par de humanos normales que simplemente se amaban y tener una vida tranquila, una casa o departamento sencillo, con las necesidades básicas, un empleo estable y no muy llamativo, comer pizza por las tardes, citas en las cafeterías por las mañanas, una cena de vino cada ciertas noches y terminar sus estudios mientras que Fugo lograba adaptarse a una vida normal como un terrícola más, sin aventuras descabelladas ni problemas riesgosos, solo tenerse el uno al otro en el hermoso planeta de plantas verdes y mares azules el cual Narancia podía llamar su hogar.

Narancia solo quería volver a casa, llevar a su amado al lugar en el que creció y enseñarle las maravillas de su mundo, ya que Fugo le mostró todo el sin fin de maravillas del universo.

En solo un instante, discutieron, Fugo tomó una nave de emergencia de las provisiones deshidratadas y tras subirse a ella se perdió el la órbita. A los ojos de Narancia, se fugó, y como ya no tenía más en el mundo, Giorno le ayudó a configurar su nave para regresar a la tierra. Ahora iba rumbo a su planeta natal, a volver a ser un don nadie en las calles de Nápoles. 

A buscar pandilleros para tener compañía y no quedarse solo con sus pensamientos, a visitar la tumba de su madre y llevar sus flores favoritas. A dormir en las plazas o estaciones de buses vacías para no pasar humedad, y tratar de encontrar una fuente de dinero para poder mantenerse que sea legal sin importar el riesgo.

Pero cada vez que pensaba en esto, en retornar a aquella vida, Fugo regresaba a sus recuerdos. Todo lo que vivieron, lo que aprendió de él ya que era un chico muy inteligente. Y lo que le enseñó, ya que su raza era emocionalmente muy inestable, fue un intercambio cultural y emocional que terminó siendo un dulce romance que se supone, recorrería los recónditos confines de la galaxia.

—Amor estelar

Susurró Narancia mientras secaba sus lágrimas, sentía como su corazón se comprimía, la cabeza le daba vueltas y sus extremidades ardían en un extraño hormigueo. Le costaba respirar y cada vez sentía que todo el peso de su cuerpo se intensificaba mientras lo arrastraba hacia abajo. Creía que moriría de amor, pero en cambio era la gravedad empujándolo hacia el planeta, atravesando una capa de contaminación y basura para caer a la atmósfera terrestre.

El calor y la fricción eran aún más desesperantes. Sentía el sudor mimetizarse con su cabello, las manos temblar, la pelvis arder como si se hubiera derramado jugo de limón sobre una herida, el vértigo subía por su espalda y poco a poco le costaba respirar. 

Tras un fuerte golpe, el sistema de seguridad que Fugo instaló en la nave comenzó a emitir un refrigerante interior como si se hubiera encendido el aire acondicionado del centro comercial, y los amortiguadores hicieron que la superficies internas por un instante sean de textura acolchada, como si hubiera tomado una siesta en la tienda de colchones del mismo centro comercial. Tres segundos después, la nave regresó a su estructura original, pero por una de las ventanas dejaba ver un poco de humo.

Cerró los ojos mientras yacía recostado en el piso de la cabina de mando, suspiró en lo que estaba por comenzar a llorar en lo que oía voces llamando desde el exterior. Sonrió al notar que estaba en casa, y que esas voces eran terrícolas preocupados llamando desde fuera de la nave, preguntando por sobrevivientes mientras llamaban a los paramédicos. 

No quería pensar más, solo quería volver a ver a Fugo, pero estaba cansado, y cuando vio que la puerta fue abierta a la fuerza y que dos bomberos con un paramédico entraron y lo sacaron en una camilla, finalmente sonrió y se dejó llevar.

—Solo un sobreviviente, el único tripulante de la nave perdida del programa Órbita Lejana—Dijo el paramédico mientras lo llevaba a la ambulancia—Signos vitales estables, requiere atención inmediata

Narancia miró de reojo mientras era llevado a la ambulancia. La nave se había quemado por completo por fuera con la caía a la atmósfera de la tierra, los bomberos apagaban las llamas. Podía ver policías, militares, unos cuantos periodistas y lugareños curiosos.

Al despertar, estaba en una camilla en la sala del hospital, junto a él estaba su viejo amigo de las calles, Formaggio y dos personas que vestían de traje y corbata.

—Amigo, bienvenido a la tierra—Dijo el chico—¿Te quedaste pequeño con lo que viste allá en el espacio?

Narancia se sentó en la cama y llevó una mano a su cabeza

—¿Qué pasó Maggio?—preguntó desorientado—¿Y quiénes son estas personas? No me digas que los hombres de negro vienen a borrarme la memoria

—Jaja no, son agentes de la fundación Speedwagon, vienen a hacerte preguntas de tu viaje espacial¿No sabes? ¡Eres famoso!—Formaggio rió y le apuntó a la televisión del cuarto—Amigo estuviste desaparecido ocho ciento ochenta días en el espacio y el mundo entero rezaba por ti, ahora que has vuelto sano y salvo eres nuevamente noticia mundial

—¿Estuve tanto tiempo fuera?—Preguntó Narancia—Vaya, se me hizo mucho más corto

—Como dos años y cinco meses o algo así—Respondió Formaggio—Pero lo raro es que la nave tiene muchas mejoras tecnológicas que ni la misma Nasa logra explicar, vas a tener que hablar con esos hombres y bueno, yo te vine a ver porque te extrañaba mucho porque eres mi amigo

—Mentira, vienes de chismoso a saber lo que pasé allá afuera

—Me descubriste, pero si no estás listo para hablar está bien—Dijo Formaggio—Debes saber que en lo que te fuiste seguí tu consejo y me armé de valor para invitar a salir a Illuso, increíble que ya pronto vamos a cumplir nuestro segundo aniversario de noviazgo y tengo pensado que...

Narancia dejó de prestar atención a su amigo, solo miraba el noticiero donde salió su rostro y decían lo que Formaggio ya le había explicado. Luego levantó la mirada al techo y perdió su mente divagando en el horizonte, solo podía pensar en Fugo, ¿Qué sería de él ahora? ¿Podré volver a verlo? Ya estaba en casa, podía seguir sus estudios y su vida. Pero le faltaba Fugo, pues él era su hogar.



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Muchas gracias a las 8 personas que aún leen esto, hoy 26 de diciembre 2023 estamos Nº1 en #Fugonara, así que les dejo una actualización para celebrar y agradecerles su cariño y espera.


Amor Estelar [FugoNara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora