Quiéreme( Sanji X katakuri)

Capítulo 35 : Mezcla extraña

Movió la cortina del carruaje: afuera no veía nada, la noche negra cubría el paisaje, el cielo estaba sin luna. Estuvieron viajando durante una hora, el carruaje se balanceaba ligeramente debido a los baches del camino, tenía la impresión de que lo balanceaban. Al cerrarse el telón, suspiró un poco molesto.
Con una pierna sobre la otra, Sanji estaba sentado cerca de una ventana. Miró a Katakuri, tenía los ojos cerrados, los brazos cruzados y parecía... dormido. Estuvo inmóvil durante una hora y no parecía dar ninguna señal de vida, salvo su pecho subiendo y bajando silenciosamente.
Se veía guapo, pensó mientras se ponía una mano bajo la barbilla. Sus músculos y piel aceitunada estaban acentuados por su traje de cuero y puntiagudos. Su cabello morado, corto, daba la impresión de que era afilado, al igual que sus colmillos, su nariz puntiaguda era hermosa y la cicatriz que se extendía hacia afuera y hacia arriba hasta su oreja encajaba perfectamente con la decoración. Un hermoso hombre, un hermoso alfa.
Sanji se sonrojó antes de maldecirse a sí mismo y a Katakuri, por si acaso. Sin embargo, negar esto era mentir. Rara vez había visto alfas que no parecieran neandertales fuera de sus cuevas. Bastó con citar a Luffy y Zoro como ejemplos. Katakuri, por otro lado, era una mezcla armoniosa de salvajismo y belleza.
Se encuentra con perlas de color burdeos, se congela e inhala con un movimiento de retirada. Con las manos en la masa.
"Nosotros paramos." ordena.
El carruaje se detiene poco a poco. Curioso, Sanji levanta el telón pero el paisaje no cambia. Levanta una ceja mientras mira al Dulce Comandante.

Katakuri lo ignora y toma la lonchera que había dejado en el suelo cuando entró. Lo abre y saca la caja morada que contenía las donas preparadas para la cena.
"¡Ey!" exclama Sanji mientras se acerca. "¡Deja eso!
Tengo hambre". —responde mientras abre la caja.
Sanji se levanta para estar aproximadamente a la misma altura que el hombre e intenta coger la caja. Katakuri no la suelta, mejor la aprieta. Mirándose directamente a los ojos, se lanza claramente un desafío, pero fue sutil. Sanji sonríe con simpatía, intentando quitarse la caja de las manos.
"Esto es postre, querida.
— No importa.
— En lo que a mí respecta, en un restaurante hay tres platos: entrada, plato principal y postre. Seguimos el orden establecido, no hay manera de que vayamos a hacer las cosas mal. forma." su sonrisa falsa no se desvanece.
"El orden no es importante... comemos y listo".
La caja continúa moviéndose hacia adelante y hacia atrás. Sanji está perdiendo la paciencia.
"¡Sólo come los onigiris que hice antes!
— Quiero donuts ahora. No importa el orden, en el sistema digestivo ya no importa.
— ¡Dios mío! ¡La misma lógica que este estúpido marimo! Mira, Yo soy quien decide.
— ¿Desde cuándo?" pregunta, levantando una ceja. "No lo sabía.
— Humpf, yo era el que cocinaba.
— Efectivamente..."
De repente, suelta la caja. La falta de resistencia del otro lado hace que Sanji caiga de trasero, hace una mueca y deja la caja en el suelo para masajear su espalda, sin olvidar una mirada sombría a Sweet Commander quien lo miraba con un brillo burlón en sus pupilas.
"Así que primero comeré el onigiri". dijo con calma, como si Sanji no hubiera estado a punto de romperse la espalda.
Agarra la canasta nuevamente y saca una bola de arroz mientras Sanji se levanta, con un fuerte impulso asesino en sus ojos.
"¡Bastardo, pagarás por esto!
Te caíste solo".

Sanji también hurgó en una bola de masa de arroz, sentándose frente a Katakuri en el suave asiento. Le dolía un poco el trasero, pero era tolerable. Katakuri comió más lentamente, probablemente porque no eran sus amados donuts. Todo estaba en silencio, incluso fuera del carruaje.
"¿Dónde estamos?
—En las afueras de Sweet City.
— Ice Island es otra isla, ¿no? ¿Tendremos que tomar un barco?"
Katakuri asiente y termina su tercer onigiri. Levanta la caja a unos centímetros de la nariz de Sanji, quien tiene un movimiento hacia atrás y un grito poco varonil.
"¡¿Quieres que me ahogue ?!" ruge, empujando la caja.
"Me comí el onigiri, ahora el postre".
Sonó más como una declaración que una pregunta, pero al ver su mirada fija en él, Sanji asiente con un suspiro.
Algo brilla en los ojos de Katakuri cuando abre la caja para descubrir unas donas con glaseado experto, después de todo, era Sanji.
Se traga uno sin necesidad de morderlo.
"Son pequeños..." dice a modo de queja, pero acepta otra de buen grado.
"¡Tú eres el que es demasiado grande! ¡No tuve tiempo de hacer unos enormes y entonces habría sido voluminoso!"
Katakuri asiente, perdido en su mundo de azúcar.