Capitulo 16

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¿Las familias no son perfectas? No tenía ni idea, el pequeño sol se escapo de su habitación corriendo en sus pequeños zapatos blancos para tocar con sus manitas una puerta grande qué se abrió sola, fue mucho esfuerzo pero logró avanzar.

Se subió poco a poco a la cama que era más grande que ella misma y jadeando comenzó a saltar encima de dos personas.

Una mujer con camisón blanco, ojos dorados, cabello enredado pero realmente perfecto del mismo color de su vista, exhalo y agarro a la pequeña brabucona en sus brazos.

"Mi pequeña leona"

La risa ruidosa, hermosa y hasta contagiosa hizo despertar a la otra persona, justamente su padre, que tenía su cabello negro desordenado, sus párpados todavía cerrados pero con una sonrisa perfecta.

"Nos despertamos temprano mi sol"

El hombre agarro a la pequeña de los brazos de su madre y le comenzo a hacer cosquillas poniendo sus labios en la barriguita blanca de la niña.

La mujer beso en los labios al hombre de forma muy pasional, ambos se levantaron de la cama entre risas para llamar a las sirvientas.

"Lo lamento mi señora, la joven señorita siempre desea verla"

"No te disculpes es mi sol"

La señora de la casa Marin Rossi Ashtton Leroux, se habia casado hace 3 años y finalmente había concedido a su primera hija que en definitiva era el sol de su vida.

Se metieron las dos mujeres doradas en la bañera caliente, la pequeña chapoteo el agua muchas veces haciendo reír a las demás sirvientas, su madre le daba muchos besos en sus mejillas de oro.

El señor de la residencia Evander Lingtag Ashtton Bunnet, abrió la habitación y encontró a las mujeres de su vida sentadas con sus toallas mientras la pequeña se encontraba en la cama esperando a que su madre decidiera el color qué usarían.

"Mi dorada"

Sujeto a su mujer desde la cintura dejando besos apasionados en su cuello haciéndola reír bastante, en sociedad amaban la risa de Marín.

"Vas muy apuesto, debes usar tu anillo bien"

"A donde quiera que voy me acompañas"

Los dos se volvieron a despedir de un beso suave con sensaciones hermosas, Evander detestaba salir de su casa ya que ahí estaba el nido de amor que había creado con su mujer.

"Adiós mi sol"

Le dio cientos de besos a su pequeña hija de 3 años y finalmente suspiro dejándolas solas.

La dos usaron el color verde, se sentaron en el jardín, mientras Josephie seguía una mariposa, su madre se encontraba leyendo un libro interesante hablando con sus amigas.

Josephie siguió el insecto hasta los arbustos pero escucho gritos detrás de ella, corrió con sus pequeñas piernas y vio a su madre en el suelo con la mirada perdida.

Paso un tiempo, la pequeña se quedó sentada en la silla con una de las sirvientas, el doctor salió de la habitación con una sonrisa, su madre se había desmayado por el café gracias a que estaba embarazada de nuevo.

La residencia le dio las gracias a los cielos por que su señora se encontraba en buen estado pero su estructura era débil y por eso dejó de ver a su madre por un tiempo.

Le prohibieron a la pequeña correr o saltar en la cama, ahora debía jugar solita y eso la ponía muy triste tanto que ya no fastidiaba las sirvientas por el cansancio.

Una noche Josephie se asustó por los relámpagos de afuera, su madre Marín le cantaba para refugiarla pero no estaba ahí para protegerla y se escondió en sus sábanas.

Al día siguiente la invitaron a saludar a su madre que sostenía en sus brazos una cosa pequeña que lucia extraña ante los ojos dorados, su madre le dio una sonrisa para que se subiera en la cama.

Cuando lo hizo tuvo mejor visión de una arrugada pasa blanca, que la miraba atenta, su padre Evander miraba a su familia contento.

Marin finalmente había dado a luz a un varón que realmente amaba con su corazón pero esos días de embarazo no pudo odiarse más por que escuchaba a su hija llorar en las noches.

Su recuperación fue rápida, comenzó a jugar con su hija como antes pero aun así debía cuidar de sus dos hijos, su esposo dejó de recurrir a su habitación y comenzó a sentirse un poco sola.

Pero sus tres grandes amores se reunían a la hora de la cena siempre, discutiendo y adorando sus días.

Los días de sol no fueron para siempre pero duraron lo suficiente para Josephie qué siempre recordaba la dulce mirada que se fue agotando con el tiempo...

MI ESPOSO EL CAPITÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora