ESTA NOVELA ES UN BORRADOR.
Cuando Nayla le rezó a su Diosa la noche anterior a su examen final deseando aprobar, jamás imaginó que su plegaria llegaría a través de su ventana de forma misteriosa, portando unos profundos ojos rojos que la dejarían d...
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─Si te desmayas una vez te juro por la Diosa que te daré una bofetada, Nayla ─me regañó Penny con lágrimas en los ojos.
La pobre casi se había desmayado junto conmigo al ver como me desvanecía.
─Lo siento ─me excusé.
Mierda, mis nervios estaban de punta. Estaba sentada en el sofá con las miradas de mi papá, mi madrastra y mi pseudo novio sobre mí.
─Creo que es hora de que vayas a la cama ─dijo mi papá con dureza, pero sabía que eso era producto de su preocupación.
Asentí, me levanté y le di un beso a Penny.
─Yo me voy ─anunció Nak, dándome un beso en la frente, pero sabía que estaría recostado en mi cama en cuanto subiera.
Le sonreí débilmente y subí.
Allí estaba.
Me lancé de cara a la cama sin ganas de absolutamente nada.
─Hey ─acarició mi espalda─. ¿Por qué no te das un baño? Para relajarte.
Levanté la cabeza desganada.
─¿Tú vendrás? ─pregunté, aunque mi tono fue más de súplica.
─Ven aquí ─dijo mientras se levantaba de la cama y se ponía en el borde, frente a mí.
Me incorporé y me puse de pie frente a él.
─Ahora déjate querer ─susurró de una forma en la que no me pude negar.
Me quitó lentamente el suéter de punto delgado que llevaba, haciéndome levantar los brazos. Al quitarlo, me encontré con su profunda mirada y sentí como todo mi ser se debilitaba.
Me quedé con un top de tirantes color rojo. Miró descaradamente mi escote, y con cuidado me lo quitó también, dejándome solo con el sujetador negro.
Di un respingo cuando sus manos viajaron hacia el broche de mi pantalón y lo abrieron. Lentamente bajó la prenda rozando toda la zona de mi trasero y mi muslo, haciéndome pensar en un montón de cosas indecentes.
Lo ayudé con los zapatos y con el final del pantalón y quedé en ropa interior ante él, que parecía contemplarme como si nunca hubiese visto algo tan hermoso. Y me sentí hermosa por él.
Me tomó la mano y me llevó al baño. Esperé mientras encendía el agua y la ponía en modo caliente, para llevar la bañera. Se quitó la camiseta negra que llevaba puesta frente a mí, y luego se despojó de su pantalón con una seguridad que me cautivó.
Quedó solo en ropa interior al igual que yo, y solo me dediqué a contemplarlo, la dureza de sus brazos y de sus piernas, su cabello alborotado.
Se acercó y me tomó por los hombros, comenzando a masajear suavemente, y sin darme cuenta me trasladó hasta el borde de la bañera, quedando él detrás de mí. Pude sentir su cuerpo pegado a mí y fue lo más caliente que pude sentir. Me sentía tan relajada, tan deseada.