ESTA NOVELA ES UN BORRADOR.
Cuando Nayla le rezó a su Diosa la noche anterior a su examen final deseando aprobar, jamás imaginó que su plegaria llegaría a través de su ventana de forma misteriosa, portando unos profundos ojos rojos que la dejarían d...
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No lo pensé dos veces y empujé a la vampyr, que inestable, cayó hacia atrás de golpe tropezando con la mesa blanca de la habitación.
Me desesperé, salí y corrí a donde fuese.
Sabía que estaban buscándome, tanto los Stoker como Rowena, pero en aquel momento solo quería salir de ese infierno.
Corrí, me escondí como pude, y seguí corriendo.
Había vampyr uniformados. La policía estaba allí, pero el caos que había era arrollador. Podía verlos a lo lejos, registrando los laboratorios, pero ellos no podían verme. Si iba hacia allá, era muy probable que alguien me interceptara.
Escuchaba gritos, se caían vidrios, oía gruñidos. Los gritos estaba segura de que provenían de pacientes, todavía varios de ellos estaban amarrados.
No comprendí el caos en su totalidad. Se suponía que Rowena y Vasile habían previsto que los Stoker llegarían al laboratorio. ¿Por qué entonces no se habían ocupado de desalojar a los médicos y científicos? ¿Por qué no habían detenido los experimentos?
Rowena se creía astuta, pero no lo era demasiado.
El dolor en mi cuello aumentaba, aunque la adrenalina del escape me ayudaba mucho a seguir en pie, sentía que en cualquier momento me desplomaría.
Temía que en cualquier momento alguien más me identificase, y sabía que aquella vampyr iría a avisar que yo estaba suelta por el lugar.
Tenía poco tiempo.
Ralentice mi paso y me pegué a la pared, mirando bien en las esquinas. Algo me inquietaba, como si algo me faltara.
Y lo supe.
Tenía que encontrar a Demothi y a Christian, cuanto antes. Tenía que soltarlos.
Y no tenía ninguna maldita idea de cómo lo haría.
Volver al pasillo de las habitaciones era como firmar una sentencia de muerte, pero si llegaba a la sala de cámaras, podría abrir las puertas y ellos saldrían.
Sí, eso haría.
Esperaba que fuese fácil convencerlos de ir conmigo. Demothi no lo dudaría, pero Christian estaba débil, no tenía ganas de vivir, quizá ya no quería luchar.
Pero los convencería, tenía que hacerlo.
Sabía que la sala de cámaras no estaba lejos, pero llegar a ella sería una travesía. Tenía que mirar bien a mi alrededor, y mirar también donde ponía los pies.
Con sigilo avancé, atenta, lentamente. Llegué a otra esquina, era el sector más difícil, pues tenía que mirar bien. Respiré bien hondo, me armé de valor y miré.
Avancé sin remedio y me quedé muy quieta.
Allí estaba, de espaldas. Podría haberlo reconocido en cualquier parte del mundo, incluso después de años.