*ONCE*

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Seokjin

No debería haber ido al apartamento de Jungkook. No debería estar a punto de llamar a la puerta, pero aquí estoy. Desesperado. Loco Seokjin.

Porque la cita -si es que se le puede llamar así- con el pelirrojo fue aburridísimo. Durante toda la cena, me pregunté qué estarían haciendo Jungkook y Hazel. Si ella probó un nuevo tipo de comida de bebé esta noche, ya que él se las ha estado incorporando lentamente.

O si se habrían conformado con un biberón antes de que ella se fuera a dormir. Me pregunto si Jungkook ha estado solo esta noche, porque normalmente la sostengo en brazos o juego con ella mientras él se ducha después del trabajo.

Si se ha acordado de comer algo, porque ese hombre, lo juro, solo piensa en Hazel. Siempre es el último pensamiento, lo cual es noble, pero alguien tiene que cuidar de Jungkook.

Y sé, sé que ese nunca puedo ser yo. Al menos no en el sentido de pareja. ¿Pero quién dice que un amigo no puede ser tu compañero en la vida?

Mierda. No debería estar aquí.

Llamo de todos modos y, un momento después, Jungkook abre la puerta con Hazel en brazos. Está muy despierta, a pesar de ser casi las diez, y yo tenía razón en lo de que Jungkook no se había duchado después del trabajo, porque sigue con la ropa de trabajo puesta.

—Llegas antes de lo que esperaba—, me dice con voz grave, y sonrío mientras le tiendo una bolsa de comida para llevar.

—Sí. Resulta que no me apetecía hablar de dietas ni de correr toda la noche.

Me sonríe y se aparta para que pueda entrar antes de cerrar la puerta.

—¿Has comido?— le pregunto, y por la lenta y tímida sonrisa que se forma en su boca, ya tengo mi respuesta. Dejo la comida en la encimera y cojo a Hazel. —Déjame a mi chica. Tú ve a ducharte y yo calentaré algo de comida.

No vacila, me entrega a Hazel y me da las gracias antes de agarrar los pantalones y la camiseta y entrar en el dormitorio.

—Tu padre es tonto—, le digo a Hazel, y ella sonríe, con burbujas de saliva saliendo de su boquita. —No cree que tenga que cuidarse—. Me agarra la nariz y le doy un beso en la frente antes de dejarla en el suelo con sus juguetes. Juguetea un rato y luego agarra el biberón, se lo lleva a la boca y se apoya en el sofá para sorber.

Caliento la comida -la mía que no me he comido y la que he pedido para Jungkook- y lo dejo todo listo, justo cuando Jungkook sale del baño, completamente vestido pero con el pelo todavía mojado.

—Qué bien huele.

Tira la ropa sucia en un costado cerca de la puerta para llevarla luego a la lavandería. Le doy un plato y me llevo el mío al sofá. Los dos comemos los restos de comida italiana sin decir nada mientras Hazel juega perezosamente con sus juguetes, ya que se ha terminado el biberón.

—Entonces, ¿no ha sido una buena cita?—. me pregunta Jungkook con cuidado.

Me encojo de hombros, mastico un buen bocado y trago. —Ha estado bien. Un poco como salir conmigo mismo.

Él resopla al oír eso, terminando también un bocado. —No creo que fuera tan malo. Eres un buen partido, Seokjin.

Intento ignorar el revoloteo de mi vientre y me recuerdo que se refiere a otra persona. —Sí, bueno, me gusta un poco de variedad.

—¿Qué quieres decir? ¿Cuál es tu tipo?— Me sorprende preguntando, y no estoy seguro de por qué sigo con esta conversación.

Tomo otro bocado y lo mastico mientras pienso mi respuesta. 

—La verdad es que no lo sé. He salido con muchos tipos de chicos. Creía que me gustaban los deportistas, pero luego me di cuenta de que no. Salí con un artista muy callado y tímido hace unos años.

Sonrío al pensar en Alex, pero enseguida se vuelve amargo. —Pero no podía seguirle el ritmo.

Jungkook parece confuso, con las cejas levantadas. —¿Qué significa eso?

—Era muy listo y se le iba mucho la cabeza. Supongo que probablemente se sentía como yo esta noche en mi cita. Aburrido todo el maldito tiempo. No quería oír hablar de batidos de proteínas—. Suelto una carcajada autocrítica, pero Jungkook no sonríe.

—Eres más que eso—. Empiezo a quitármelo de encima, pero él deja su plato en la mesita y gira su cuerpo para mirar al mío. —Seokjin, mírame.

No lo hagas.

Intento advertirme, pero soy idiota y me giro para mirarlo a los ojos llenos de alma y determinación. 

—Eres un chico estupendo. Eres un partido increíble, y él tendría suerte de sentarse contigo y hablar de batidos de proteínas o de lo que quieras hablar.

Al escuchar sus palabras, le creo, mi pecho casi se hincha de orgullo, pero rápidamente lo aplasto. Me desinflo. Porque sólo está siendo amable. —Bien. Bueno, de todos modos, no creo que tenga un tipo específico. No puedo precisarlo.

Se queda callado un momento antes de agarrar su plato y comemos en silencio. Sonrío cuando veo que Hazel está tumbada, con la manita agarrada a un juguete, pero los ojos se le cierran lentamente mientras lucha contra el sueño.

—Sabes, si quieres tener una cita cuando quieras, puedo cuidarla—. No sé por qué digo esto. Tal vez para recordarme que Jungkook no es mío.

Quizá porque el hombre ni siquiera ha comido ni se ha duchado esta noche porque Hazel es su prioridad número uno, y creo que se merece algo para él.

Se sobresalta claramente al levantarse y dejar su plato vacío en el fregadero. Lo sigo y hago lo mismo.

—Jungkook.

Se vuelve para mirarme, con los ojos llenos de algo que no puedo descifrar. —No salgo con nadie.

—Pero podrías—, digo en voz baja. —Si quieres. Sólo quiero que sepas que estoy aquí para ti. Para lo que necesites.

—La necesito—. Sus ojos se mueven a Hazel y luego a mí, nuestros cuerpos tan cerca uno del otro que estoy luchando para mantener mi respiración a un ritmo lento y constante. —Y a mi amigo.

Mis labios se mueven en una pequeña, aunque casi dolorosa, sonrisa. —Bueno, tu amigo está aquí por si necesitas. 

Se me quiebra la voz porque la idea de que salga con alguien me duele físicamente. A pesar de que intentaba salir en una cita esta noche, mi mente estaba aquí con él y Hazel. 

—Si quieres salir con alguien. Mereces tener una vida, Jungkook.

—Ella es mi vida—, dice firmemente. Pero eso nunca estuvo en duda.

—Lo siento—, digo en voz baja y jadeo cuando su gran mano me acaricia suavemente la mejilla, el tacto casi me abrasa. Hablando de chispas.

Por supuesto, sería con mi mejor amigo heterosexual.

Me dedica la sonrisa más dulce y suelta la mano. 

—Gracias. — Camina hacia el sofá y me mira por encima del hombro. —¿Y Seokjin?

—¿Sí?— Por fin lo consigo.

—Me alegro de que hayas venido esta noche. Y todas las noches.

—Yo también.

Lo digo fácilmente porque es la verdad. Aquí es donde quiero estar.

Y eso no es bueno.

*Abandonado*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora