*VEINTINUEVE*

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Seokjin

—¿Alguna vez te preocupa que Maggie vuelva?—. Recorro con el dedo las líneas del vientre desnudo de Jungkook, todavía acurrucado a su lado en la cama esta mañana, haciéndole la pregunta que me ha estado preocupando.

Se pone rígido, como pensé que haría, pero responde: —No creo que vuelva. La última vez que se fue, me pareció más permanente. Como si supiera que no la perdonaría por dejar a Hazel.

Lo entiendo. ¿Cómo podría perdonarla por eso?

—¿Y si volviera sobria?— Pregunto, mis propias inseguridades aflorando, supongo. Estoy enamorado de este hombre y de su hija. No puedo imaginar que no estén en mi vida, pero ¿y si ella vuelve y él quiere intentarlo con ella otra vez? Ella es la madre de Hazel. Siempre lo será.

—No importaría. Ella se fue. Una y otra vez. Me dejó a mí, y luego dejó a Hazel. No quiere ser madre.

Me acurruco a su lado, con la voz temblorosa. —La gente cambia.

Me pasa la mano por el pelo y dejo que se me cierren los ojos. —Te amo, Seokjin. Pase lo que pase. Te amo. Y Maggie............... Hace una pausa y me pregunto si va a terminar ese pensamiento. —Ella me importaba. Pensé que la amaba, pero ella nunca me amó realmente. Y nunca quiso a Hazel como se merecía—. Me levanta la barbilla con la mano para obligarme a mirarle. —Nos quieres tanto a los dos sin ninguna razón, simplemente nos quieres.

—Los quiero a los dos por muchas razones—, corrijo con una sonrisa.

Me besa en la sien y vuelvo a apoyar la cabeza en su pecho. —¿Le has hablado a tu familia de mí? ¿Lo de Hazel?

Sonrío. —Por supuesto. Están deseando conocerlos.

Juro que lo noto sonreír, aunque no puedo verle la cara. —Eso me gustaría. Conocer a las personas que hicieron a la mejor persona que jamás conoceré.

Me burlo, mi inseguridad burbujeando. —Sí. Espera a conocerlos. Nadie es mejor. Mi madre es una maldita cirujana, por el amor de Dios.

—No hagas eso—. Miro a Jungkook, cuyo tono no es enfadado, pero sí firme. —No restes importancia a tu propia bondad sólo porque ellos tengan carreras excepcionales. Tú también lo haces. Tú ayudas. Ayudas a todos los que conoces y no quieres nada a cambio. Ni elogios. Ni dinero. Nada. No sabes lo extremadamente raro que es eso.

Me acomodo en él de nuevo, sabiendo que lo dice en serio. —Tal vez los invite a su fiesta.

Su mano recorre mi espalda. —Sería estupendo.

Sonrío contra su piel y aprieto un beso sobre su corazón, deseando tener un poco de tiempo esta mañana para explorar más su cálida piel. Pero justo a tiempo, mi chica se sienta en la cuna y nos mira expectante.

Sonrío y, de un salto, salgo de la cama, me pongo un pantalón, la agarro en brazos y le beso la coronilla. Tengo tantas ganas de pedirle a Jungkook que se venga a vivir conmigo. Para que Hazel tenga su propia habitación, para que podamos tontear en una cama en vez de en el sofá y ducharnos, pero también para que podamos tener esto juntos.

Un hogar juntos.

Mi gato. Nuestra chica. En un solo lugar.

Pero me contengo, dejándolo. Estoy hablando con Hazel sobre el día, abrazándola, cuando veo que Jungkook sigue en la cama bajo las sábanas y nos mira con tanto amor en los ojos que casi se me corta la respiración por un segundo.

—Maggie nunca la miró así. Ni una sola vez, y eso me mató. No lo entendía. Pero te veo con ella y sé al instante cuánto la quieres.

Miro a Hazel a los ojos mientras se acerca a mi nariz y me aprieta, haciéndome reír. La llevo a la cama para que se siente con su papá. —La amo.

—Nunca lo pongo en duda. No contigo. Con ella lo hacía todo el tiempo. Era una preocupación constante. Ni siquiera podía dejar a Hazel a solas con ella porque sabía que no podía confiar en ella. Contigo, no tengo ningún miedo, lo que en sí mismo, debería asustarme.

—Conmigo no tienes que tener miedo—, digo sinceramente. Nunca les haré daño.

—Lo sé—, dice fácilmente. Se inclina y me besa suavemente los labios y luego sonríe a Hazel. —Voy a ducharme.

Lo dice alegremente, tomándose su tiempo para salir de la cama, y puedo sentir la confianza que tiene en mí. Sé que lo dice en serio. No va a ducharse deprisa. Se va a tomar su tiempo.

—Piensa en mí—, bromeo cuando cierra la puerta riendo y hago que Hazel se vista y se alimente.

Y cuando vuelve a salir, completamente vestido y relajado, le doy un beso y le entrego a nuestra niña para que se prepare para el día.

Es algo doméstico y probablemente aburrido para la mayoría de la gente, pero para mí es lo más bonito del mundo.

Él confía en mí.

Y eso es todo lo que necesito.

*Abandonado*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora