*VEINTICINCO*

202 65 6
                                    

Seokjin

—Vamos. Las zanahorias, okey. Tenían un aspecto un poco asqueroso—. Le tiendo una cuchara a Hazel. —Pero esto está rico. Ricos guisantes.

Pone una cara que indica claramente que no le apetece. Hace unos sonidos que estoy seguro de que me dicen que no está contenta, pero sigue sonriendo.

—Están taaaan buenos—, intento, pero estúpidamente me llevo la cuchara a la boca para probarlos y casi pierdo la cena allí mismo. —Oh, mierda...— La miro con ojos grandes y divertidos y me detengo. —Bien, tienes razón. No está buenos.

Jungkook se ríe, sentándose a mi lado en el sofá. Me alegra oírlo reír. Hoy ha estado un poco callado. Lo he visto charlando con Hoseok al final de nuestro turno, y me pregunto si no será por eso.

Pero no he querido presionarlo al respecto. —Te lo dije. A la chica no le gustan las verduras. Esto no está nada bien.

Sonrío y le doy a Hazel algunas de las golosinas parecidas a los cereales que le encantan, renunciando a lo otro. 

—No le gustan las verduras frías. Se comerá las de verdad.

—Pareces muy seguro de eso—. Me recuesto en el sofá junto a él y apoyo la cabeza en su hombro. —Bueno, entonces tendremos que encontrar formas creativas de introducir verduras en su dieta. Mi chica va a estar sana.

Gira la cara y no puedo leer su expresión. No puedo mentir y decir que no me pone nervioso. 

—Me gusta cuando la llamas tu chica.

De acuerdo, eso no es lo que esperaba, sobre todo porque su tono no concuerda con sus palabras. Suena siniestro. 

—Es mi chica—, digo con valentía, apoyando la mano en su mejilla porque tanto él como yo sabemos que técnicamente no es cierto, pero seguro que lo parece. —La quiero, Jungkook. Lo sabes, ¿verdad?

Yo también te quiero.

Quiero decírselo desesperadamente, pero no quiero que salga corriendo. No quiero que me diga que no porque sé que sí.

Parece dolido, con la expresión apretada, pero asiente. —Sé que me quieres.

Yo también te amo.

Mi mente grita.

—¿Le has contado a Hoseok lo de Maggie?—. Mi mano cae de su cara, y me giro un poco más en su dirección, pero no demasiado porque no quiero estar completamente de espaldas a Hazel, que está al otro lado de mí.

—No. Nunca la mencioné. ¿Por qué?

—Hoseok...— Sus ojos buscan los míos, y supongo que tenía razón acerca de que algo durante su conversación lo despistó. —Me estaba contando su historia, pero seguro que me sonaba a otra cosa. Jura que no le dijiste nada.

—No lo hice—, le digo con firmeza. Tengo que admitir que me duele que piense que lo hice. Pero agarra su mano entre las mías y le imploro que me mire, cosa que hace. —Jungkook, nunca le contaría tus secretos a nadie, ni siquiera a Hoseok. Ni aunque pensara que él podría ayudarte con tus demonios. No me corresponde, y lo sé. Tal vez me falten límites en algunas áreas, pero no en esa. Sé que cuando alguien te confía su verdad, es algo importante.

Me preocupa que esto se convierta en una gran bronca, quizá en una en la que se vaya, pero me sorprende como ha hecho tantas veces y se inclina hacia mí, posando sus labios sobre los míos. 

—Te amo, Seokjin. Estoy enamorado de ti.

Jadeo. Un grito totalmente dramático. No puedo pronunciar palabra por un momento mientras él sonríe contra mis labios, sin presionar y sin decir nada más hasta que por fin puedo. 

—Yo también te amo.

Me besa suavemente, con sus dedos deslizándose por mi pelo pero manteniéndolo casto ya que Hazel está justo a mi lado, jugando felizmente con sus juguetes. 

—En el fondo sabía que no le habías dicho nada, pero hubo un momento...

Le detengo. —No pasa nada. Mientras hables conmigo, y ahora me creas, no pasa nada por dudar.

—Nunca debería dudar de ti, Seokjin. Nunca me has dado una razón para hacerlo. Tú no eres Maggie. Ya lo sé. No te pareces en nada a ella.

Le aprieto la mano y me encanta cómo me acaricia el pelo con la otra en la nuca. 

—Pero ella te dio a Hazel. No la odio. Ninguna parte de mí la odia—. Necesito que lo sepa. Maggie siempre será la madre de Hazel.

—Yo sí—, dice, con la voz entrecortada, y veo el dolor en sus ojos. —La odio cada día. Y sé que está enferma, que no quiere estarlo, pero todavía hay una parte de mí que la odia por haberse ido. No sólo por mí, sino por dejar a Hazel. No sé cómo pudo hacerlo.

Me doy la vuelta y subo a Hazel a mi regazo. Tenía un juguete en la mano y lo trae consigo, golpeándome el pecho con él una y otra vez, riéndose. Sí... No sé cómo alguien podría dejarla. 

—Está enferma. La adicción es tan jodidamente dura.

—Era la misma, sin embargo, cuando estaba sobria. No miraba a Hazel de la misma manera que yo. Podía verlo.

Me giro para mirarle, la confusión llena mi mente, y entonces recuerdo lo que me dijo. Que veo a Hazel. Debe de estar pensando lo mismo porque se inclina y me besa rápidamente.

—La ves igual que yo. Lo hiciste desde el principio, tanto si querías un niño como si no. No importaba si tenías experiencia con bebés. Investigaste. Te importaba.

—Me enamoré—, termino, y él sonríe.

—Cuando la miras, veo ese amor. Amor que nunca vi en la cara de Maggie, y sé que hay mucha gente ahí fuera que no quiere hijos. Que no deberían tener hijos. No la culpo por eso—. Puedo oír el dolor en sus palabras, pero no la juzgo.

—Pero es su madre.

—Siempre me sentiré culpable por convencerla de tener a Hazel cuando sabía que no quería un bebé. Pero no puedo arrepentirme de Hazel—. Alarga la mano y agarra la de su hija. Ella se ríe y juega con sus dedos mientras juega con su juguete en la otra mano.

—No. No deberías. Tampoco deberías sentirte culpable, pero supongo que no podemos evitar sentirnos así. Tú querías a Hazel, pero no creo ni por un momento que obligaras a Maggie a tenerla. Ella quería quererlos a los dos, Jungkook.

Sus ojos se cierran momentáneamente y luego se abren de nuevo, la alegría filtrándose a través de su expresión cuando mira a su hija. — No quiero odiarla.

—No quieres—, digo con seguridad. —Nunca podrías odiar a nadie. 

Me besa suavemente la mejilla y se aparta para mirarme. —Te amo.

—Yo también te amo—, digo con facilidad, aliviado porque por fin puedo decirlo, y probablemente lo haga siempre que pueda. Miro a Hazel, que aún tiene algunos guisantes en la cara y está ocupada jugando y haciendo balbuceos de bebé. —Yo también te amo, mi chica.

Me sonríe, como si ya lo supiera, y me siento completo de una forma que nunca antes había sentido.

—Gracias por confiar en mí—, le digo a Jungkook, y él respira hondo, sonriéndome como respuesta.

Porque eso es exactamente lo que hace ahora. Confía en mí, y no hay forma de que lo arruine.

*Abandonado*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora