*SEIS*

225 65 3
                                    

Jungkook

Ha pasado una semana desde que Seokjin insistió en ayudarme y convertirse en mi mejor amigo. Todavía no estoy seguro de él. Okey eso es mentira. Quiero enloquecer con lo agradable que es y con que nos ayude. Pero aunque nunca he conocido a nadie como él, siento en mis entrañas que es auténtico.

Hemos trabajado juntos todos los turnos en el gimnasio y el día de paga nos llevó a Hazel y a mí al supermercado a comprar algunas cosas. No me sorprendió en absoluto ver una sillita en la parte trasera de su coche para Hazel.

Debería haberlo estado. Pero no me sorprendió.

Dijo que tenía sentido y que era importante, por si había una emergencia. Nunca he tenido un coche en mi vida, así que un asiento de coche no estaba en mi radar. Aunque tiene sentido, pero lo añado a la larga lista de cosas que le debo a este hombre persistente.

—¿Estás seguro de esto?— Sujeto a Hazel, que parece emocionada mientras mira la gran piscina cubierta del gimnasio. Una de las cosas que Seokjin había comprado era un bonito bañador morado con un tutú pegado a él.

—Desde luego. Lo he buscado. A los bebés les encanta el agua. Y es totalmente seguro.

Miro hacia la piscina y luego vuelvo a mirar a Seokjin, que me ha traído un bañador negro que, según me ha dicho, es un viejo par suyo.

Aunque viendo a este hombre tan grande, dudo que alguna vez haya usado mi talla.

—Sabes nadar, ¿verdad?—, me pregunta, y esbozo una sonrisa.

—Sí. Hace mucho que no lo hago, pero sí, sé nadar—. Todavía no hay nadie. La piscina no abre tantas horas como el gimnasio, pero como somos empleados, supongo que está abierta para nosotros. Es temprano en la mañana, y tenemos un turno más tarde, pero Seokjin pensó que esto sería divertido.

Relajante, dijo.

Sin embargo, me siento de todo menos relajado cuando se quita la camiseta negra, mostrando toda su musculatura y bronceada piel. Jesús, está claro que utiliza el gimnasio para algo más que un lugar de trabajo. Cada músculo de su cuerpo está esculpido, cortado y definido. Incluso tiene esa V demente que la mayoría de los hombres sueñan con tener.

—¿Estás bien?— Ladea la cabeza, examinándome.

Bien. Nadando. 

—Estoy bien.— Le tiendo a Hazel. —¿Puedes sostenerla un minuto mientras me preparo?

—Por supuesto.— La agarra y ella se acerca a él feliz, agitando los brazos y tirándole del pelo. Él la arrulla y la hace rebotar como un profesional. La ha sostenido en brazos varias veces durante la última semana, y mi hija parece tener una conexión instantánea con él.

No tiene ningún reparo.

Me quito la camiseta y la tiro en una silla, sintiéndome un poco cohibido por mi escuálido cuerpo en comparación con el suyo. El tipo es todo un Adonis.

Agarro a Hazel y veo cómo Seokjin salta a la piscina, se sumerge en el agua y vuelve a salir. Se sacude el pelo mojado y nos sonríe. —Muy bien. Vamos.

Me meto con cuidado en la piscina, sosteniendo a Hazel de espaldas a mí mientras nos metemos en el agua. Le encanta al instante, chapotea con sus manitas y se ríe cuando el agua vuela por el impacto.

—¿Ves? Le encanta—, afirma lo obvio mientras yo me sumerjo hasta que el agua le llega a la cintura.

—Supongo que tenías razón—, le digo, viéndola chapotear y mover las piernecitas bajo el agua.

—¿Qué te parece trabajar en el gimnasio?

—Es divertido—, respondo con sinceridad. Nunca me vi trabajando en un gimnasio, pero no está mal. A veces hay mucho trabajo, pero como dijo Nam, la mayoría de los socios no necesitan nada de nosotros. Sólo están allí para usar el equipo o para las clases que da Jimin.

—Sí. Es un buen lugar para trabajar.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?— He intentado hacer un esfuerzo y conocerlo un poco, aquí y allá. Hablar no es mi fuerte, pero hago lo que puedo. Si él puede poner tanto empeño en ayudar a unos completos desconocidos, yo al menos puedo intentarlo.

—Algunos años. Empecé cuando estaba en la universidad. Nam trabajó alrededor de mi horario, y nunca me fui.

—Parece un buen tipo.

—Lo es—, responde con facilidad, tendiendo la mano a Hazel. Dejo que la sostenga mientras ella lo abraza con entusiasmo. La desliza por el agua, con cuidado de no mojarle las orejas, pero dejándola explorar. — Le gustaba ayudar a la gente antes de empezar con Chispa de Esperanza.

Ah, me preguntaba si volvería a sacar el tema del grupo de apoyo a traumatizados, pero lo que dije iba en serio. No tengo traumas. No lo suficiente como para necesitar una reunión de grupo. Todo el mundo tiene algún tipo de trauma en su vida, supongo.

Miro a Seokjin mientras juega con Hazel, haciendo caras y chapoteando con ella. De acuerdo, quizá Seokjin no. Porque, ¿quién demonios es tan feliz?

Pero me gusta. No puedo negarlo.

—¿Quiénes son?

—Nam.— Me mira, sin dejar de sujetar a Hazel. —Y su hermano, Roman. Es policía. O lo era. Ahora viaja con su novio camboy.

—¿Camboy?— Pregunto porque, ¿en serio? ¿Un poli y un camboy? Se ríe entre dientes y deja que Hazel se tumbe boca abajo y nada por el agua mientras está tumbado sobre sus manos. 

—Sí. Bueno, ahora se dedica sobre todo a viajar y a escribir blogs sobre el tema. Y luego, su amigo Hoseok, que es terapeuta. Estoy bastante seguro de que fue sobre todo cosa suya, lo de empezar el grupo.

—Vaya—, digo porque no sé qué más decir.

—Sí. Han ayudado a mucha gente.

—Seguro que sí—. Siento su necesidad de presionarme un poco más, de hacerme hablar de por qué fui a esa reunión en primer lugar. Pero a su favor, no lo hace. Se limita a darle vueltas a Hazel hasta que llega la hora de irnos a trabajar.

Pero sé que pronto querrá respuestas.

Y que Dios me ayude, siento el deseo de contárselo todo.

*Abandonado*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora