El verdadero padre del rey (Rhaenicent)

Visenya

Daemon apretaba con fuerza la cabecera de la cama con sus manos, se negaba a gritar de dolor por sentir a su hija salir de su vientre con ayuda de los maestres, con Rhaenyra a su lado acariciando su cabello e intentando tomar su mano, pero el mayor se negaba, sentía que podría romperle la muñeca por tomarla con mucha fuerza.

Así fue como se recibió a la pequeña Visenya Targaryen, quien nació dando un llanto que se escuchó por todo el castillo, la princesa tenía pulmones poderosos y se veía completamente sana y fuerte, Daemon la exigió de inmediato cuando el maestre terminó de limpiarla.

-Nuestra linda Visenya- Susurró Rhaenyra mientras pegaba su frente con la de su esposo, el cual ronroneo poco antes de removerse confundido.

-Te siento intranquila- Susurró Daemon, con su voz ronca por los gritos que al final si terminó dando en el parto, mientras la causante de ello, su cachorra, se acurrucaba en su pecho; estar enlazado a su esposa significaba sentir hasta el más mínimo sentimiento de la princesa, por lo que no pudo entender porqué en ese momento de felicidad su esposa se sentía de esa manera.

-Nuestra cachorra ha nacido ahora cuando estamos llenos de tempestades y problemas, me preocupa que estos problemas la terminen ahogando, es tan pequeña- Mencionó mientras acariciaba el cabello de su omega, el cual hizo un sonido inconforme- Ya no pensaré en eso, lo siento, ahora lo importante es disfrutar de nuestra hija- Dijo mientras la veía pegarse al pecho del mayor.

-Es igual de tragona que Viserys, espero se duerma cuando termine, me he sentido aún más agotado con su parto, ni siquiera en la pelea en los peldaños de piedra me había sentido así- Se quejó en voz alta, pero miraba a su hija con un gran cariño, acariciando su mejilla roja y regordeta.

Por su parte, Lucerys, Aegon y Jacaerys acababan de llegar de entrenar al recibir la noticia de que su hermana había nacido totalmente sana y con excelentes pulmones, querían verla pero Sir Erryk los convenció de esperar dado al cansancio de Daemon.

-No es justo, quería verla- Dijo Lucerys con un leve puchero mientras se paseaba de un lado a otro por la biblioteca.

-La vida no es justa, Luke, acostumbrate, todos queríamos verla- Le hizo saber Jacaerys, quien había estado algo reacio de convivir con su hermano Aegon.

Lucerys solo rodó los ojos y salió de la habitación directo a la suya, dejando a los disputos primogénitos en un silencio sepulcral.

- Tal vez es difícil para ti estar conmigo intentando convivir- Dijo Aegon de repente, llamando la atención de Jacaerys de pronto- mi llegada a la vida de ustedes supongo que cambio todo... Ahora supongo que debes pensar que al ser el mayor te quitaré el puesto de heredero.

- Y no es así?- La pregunta del castaño salió casi con ironía, haciendo que Aegon se girara a verlo, tal vez con culpa, tal vez con vergüenza, pues sabia que su hermano había leído la carta que su madre omega le había enviado a Rhaenyra.

-Jace... Hermano- se acercó para colocar una de sus manos en el hombro del ajeno, era extraño llamarlo así, pero increíblemente no le incomodaba a ninguno de los involucrados- ... Sé que tal vez es dudoso escuchar ésto, y más de mi, pero mi intención no es quitarte tu derecho, de verdad, no planeo una guerra o algo parecido.

-Es difícil creerlo cuando tú madre lo ha estado planeando por años- Dijo de manera tajante- Al menos según lo que escuché haberte dicho ese día en King's Landing, cuando te fuiste con nosotros.

Aegon suspiró y desvío la mirada por la vergüenza de tener una madre así, pero pensó seriamente lo que iba a decir antes de abrir la boca.

-Yo no soy mi madre, no te quitaré lo que por derecho creo que es tuyo, es una promesa- afirmó convencido de sus propias palabras, y pudo ver cómo el gesto de Jacaerys se relajaba en su rostro-Vamos, madre nos espera para comer- Sonrió tranquilo antes de comenzar a caminar, siendo empujado juguetonamente por su hermano antes de verlo correr, por lo que soltó una carcajada antes de seguirlo.