Tres

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4:55 a.m.

Para Heeseung el trayecto de regreso a su territorio fue un infierno, su madre y hermana lo matarían por salir a altas horas de la madrugada y su abuelo mataría a su primo en cuanto sepa que lo habían descubierto. Mikael no soltó ni una sola palabra por lo sucedido, él mismo había sido testigo de la ineptitud de los hombres que estaban a su mando y pese al esfuerzo seguían siendo muy inútiles.

Quería preguntarle sobre la persona que estuvo frente a ellos, que buscará cualquier relación entre los Park y esa persona, ¿quién en su sano juicio interrumpiría una orden suya, peor aún, quién le diría que no a él?

–Mikael...

–Encontraré todo lo relacionado a la persona que ha osado faltarle el respeto señor –Lee asintió con la cabeza y luego sonrió con picardía.

"¿Cuánto tiempo podrá esconder su rostro desvergonzado?"

Se estacionaron frente a la casa y como era de esperar, su abuelo, su madre y sus tíos estaban esperando por él; su tía dio un suspiro al verlo bajar sin su hijo y empezaron los gritos de lamento, su madre se persigno al verlo sin un golpe encima. Ella era una mujer muy católica pese al mundo del que eran parte, ella creería que solo Dios sabría cuando moriría y si ese día era mañana ella lo aceptaría sin reproches, pero Heeseung era capaz de pactar con el mismísimo diablo para que su madre fuera quién lo viera morir y nunca al revés.

–¿Dónde está tu primo? –la voz del mayor de los Lee hizo que todos se retorcieran de miedo– ¿Qué pasó con ese idiota?

–Abuelo –hizo una reverencia–. La gente de los Park lo encontró y mato a la mayoría de nuestros hombres, les dije que mañana los visitaríamos para aclarar lo sucedido y como propuesta deje que Hyunki diera el recado –él no iba a decirles que realmente la propuesta vino de la contraparte.

–Bien hecho –el mayor le dió unas palmadas y todos se dirigieron hacía adentro de la casa.

Tomaron asiento en el gran salón mientras ideaban un plan para que al menos una cuarta parte del cuerpo del otro chico saliera con vida, el mayor que en muchas ocasiones no paraba de hablar dando soluciones; ahora se encontraba en completo silencio, sus ojos parecían brillar por cada cosa que escuchaba; no obstante, una sonrisa apareció en su rostro, una sonrisa que él podría jurar que era como el mismo infierno en la tierra. Un infierno al que sería arrastrado sin compasión ni piedad.

–Heeseung ya tiene edad para casarse ¿no creen? –todos miraron en dirección del mencionado– Escuché que el Señor Park tiene dos nietas.

Heeseung apretó los puños, miró a su abuelo y asintió como si no tuviera otra opción, tanto su madre como su hermana solo compartieron miradas y se quedaron en silencio. Inmediatamente uno de los viejos hombres de confianza de la familia Lee entro con dos sobres en la mano, los puso frente a ellos, su tía fue la primera en abrir uno y este contenía información de una de las nietas del Señor Park.

Su madre abrió el siguiente sobre y al igual que el primero este también contenía información de una de las nietas, dentro de uno de los sobre venía uno más pequeño que contenía fotos del Señor Park visitando los distintos lugares de sus territorios, uno de los sobres estaba lleno de información a comparación del otro que no pasaba a nada más de fecha de cumpleaños, estatura y distinciones físicas.

–Creo que Park Sujin sería la indicada para este matrimonio –opinó el mayor sin dejar que él lo pensara con tiempo.

–Si le parece lo mejor abuelo, así será –se puso de pie y luego hizo una reverencia–, si me disculpan, me retiro a mi habitación.

Orgullo, temor y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora