Dos

98 10 1
                                        

Casa principal de la familia Park, Daejeon, 1:35 a.m.

Todos parecían molestos moviéndose de un lado al otro esperando indicaciones del mayor de los Park, aquellos hombres mantenían su cabeza gacha mientras eran fulminados por el Señor Park, sus dos hijos que se encontraba a su lado solo compartían miradas esperando poder calmar la furia que empezaba a emanar de aquellos ojos negro como la noche. Sus nueras y su nieta también se encontraban en la sala, pero se mantenían al margen de la situación.

Pasaron unos minutos hasta que uno de los hombres de confianza entro por aquella puerta con lo que parecían ser buenas noticias para la familia.

–La señorita Subin acaba de llegar al lugar –al escuchar eso el mayor pudo relajar un poco sus hombros.

El mayor de sus hijos se acercó a su esposa quién empezaba a temblar por lo que escucho.

–Prometiste no mandarla de nuevo –murmuró con nerviosismo.

–No lo hice, pensé que estaba durmiendo –se desespero al ver el estado de su esposa, al sentir los ojos de su padre regreso a su lugar–. ¿Por qué no me dijo que mandaría a mi hija? –cuestionó a su padre con miedo.

–Parece ser la única que entiende la situación, ella se ofreció, me pediste que la trate como un na nieta ¿no? Es lo que hago.

–Pero padre... –sus palabras fueron interrumpidas por una cachetada proveniente del mayor.

–¡Los Lee se atrevieron a atacar nuestro territorio y a ti solo te importa tu estúpida hija!

La sala se quedó en completo silencio, la otra chica agachó la cabeza mientras escondía una sonrisa sinica en su rostro.

Bodega principal de Daejeon, 1:30 a.m.

Desde la parte superior de uno de los contenedores Park Subin observaba cómo se movilizaban y empezaba contar cuántas balas les quedaban después de haber desperdiciado algunas en la entrada para poder llamar la atención, su corazón latía con desenfreno como si fuera la primera vez que sujetaba un arma o como si fuera la primera vez que mataría a una persona.

Ninguna de las dos eran su primera vez, pero ahí estaba, temblando como un cachorro mojado. Levantó su mano indicándole a los demás que avanzarán, se colocó el pañuelo cubriendo la mitad de su cara dejando al descubierto sus ojos para que nadie la reconociera, era el momento de aparecer.

Salto por encima de todos los contenedores haciendo ruido cada vez que caía luego del salto, algunas personas disparaban, no obstante, ella era más rápida y las evadia. Corrió hasta donde se encontraba su objetivo, di un disparo haciendo que uno de los hombres cayera al suelo, desde una distancia considerable siguió disparando de uno a uno hasta que quedarán pocos.

–Daejeon es territorio de la familia Park, ¿cómo osa la familia Lee perturbar este lugar? –ninguno de los presentes había notado su presencia, ¿en qué momento se le permitió acercarse tanto?

Los distrajo disparando desde lejos para que creyeran que era un francotirador, aunque, quién dispararía  ahora de larga distancia no sería ella.

–Estoy en posición.
–Ya era hora.

Tiro la pistola al suelo y uno de los hombres se abalanzó con un cuchillo, le dio un golpe en el abdomen haciendo que retrocediera, tomó el cuchillo y luego saco otro de la parte baja de su pantalón; si tuviera que escoger una lucha, sin duda sus preferidas eran las de cuerpo a cuerpo, esas eran su especialidad.

–Deberás moverte si no quieres que te disparé.
–Déjame matar algunos al menos.

Más hombres seguían llegando, algunos ni siquiera lograban tocarla, desde lejos Park Sunghoon se encontraba con un francotirador observado todo y dispuesto a matar a cualquiera que se atreviera a tocarle un pelo a Subin. Ésta se deslizó en medio de dos cortandoles el talón de Aquiles en el proceso, unos gritos de dolor inundaron sus oídos y una sonrisa de satisfacción se apoderó de su rostro ¿se podía adoptar eso como un hobby?

Orgullo, temor y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora