Cinco

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Tal como lo imagino, la mesa tenía un aura distinta y la única que parecía iluminada por un arcoíris, era Sujin quien estaba muy segura de ser la elegida por aquel chico de cabello negro, ojos encantadores y mandíbula perfecta.

Lo que ella no había notado era que éste no la miro ni un momento desde que llego ahí, realmente no miraba a nadie que no fuera su madre, hermana o su abuelo; también miraba de reojo a Park Subin, ambos estaban sentados en el mismo lado, el padre y la madre de ésta estaba en medio de ellos por lo que la distancia era de dos personas.

Cuando el mayor de los Lee intento decir nuevamente el nombre de aquella chica, alguien entro a interrumpir, era como si el mundo quisiera que ese nombre fuera dicho por él y por nadie más.

Su abuelo había decidido por Sujin y aunque la idea no le pareció tan descabella la acepto y ahora solo tendría que decir el nombre y aceptar las consecuencia, se puso de pie llamando la atención de todos menos la de Subin quien parecía muy feliz de disfrutar su comida, sí, eso lo hizo enojar.

–Parece que el destino quiere que sea yo quien diga con quién deseo casarme –todos rieron al entender a lo que se refería–. Señor y Señora Park y por último Abuelo Park Doyun, me gustaría que me concedieran la oportunidad de tomar la mano de su hija y nieta –la mayoría quedo asombrado por las palabras tan delicadas que estaba usando.

Lucía como todo un hombre dispuesto a pedir la mano de la mujer que más amaba en el mundo, para Sujin era un sueño mas Subin parecía triste de haberse terminado toda la comida primero que todos los demás y la sola idea de quedarse ahí por respeto la hacía enojar. Tomo el vaso con jugo y por algún motivo se giro hacia el susodicho que se encontraba de pie, éste la miro con picardía ¿por qué nadie veía lo que ella?

–Me gustaría casarme con Park Subin.

La mencionada se ahogo al momento de escuchar la estupidez mas grande en toda su vida, dejo caer el vaso en el mismo instante en el que empezó a toser, todos se levantaron asustados y su padre le ofreció un vaso con agua; en ese mismo instante Lee Heeseung se acerco por atrás tomando una de sus manos y ayudándole a beber.

Ambos compartieron miradas, solo ese momento fue suficiente para ver el infierno en el que vivían, un infierno que compartirían de ahora en delante.

Él era conocido como el mismísimo ángel de la muerte y ella como la mayor portadora de almas ¿qué podia salir mal de ese matrimonio?

Unos minutos antes.
Lee Heeseung le pidió al Señor Doyun un cuarto para poder hablar a solas con su abuelo, su madre y hermana; los tres se quedaron sorprendidos por tal petición y aunque al principio dudo un momento al final una de las trabajadoras los llevo a una de las salas privadas de la Gran Casa.

El Señor Lee miró a su nieto expectante a lo que este diría, su madre parecía entender lo que quería decir y su hermana sin duda tenía claro el cambio drástico y el impacto que causaría con su abuelo.

–No lo haré –sus palabras fueron tan directas que los tomó desprevenidos.

–¿De qué demonios estás hablando? –el mayor apreto los puños con furia– Estas huyendo cual gallina –gritó.

–Abuelo van a escucharnos.

–Heewon, cariño, no te metas –su madre la tomó del brazo impidiendo que se moviera.

–No estoy huyendo, quiero decir que no me casare con Park Sujin –el señor Lee se acercó con pasos dominantes hasta el menor–. Pero si voy a casarme con alguien de la familia Park.

–¿Con las señoras? –los tres miraron a Heewon y ella solo alzó los hombros con indiferencia.

–Park Subin, deme el permiso de casarme con ella –pidió tomando por sorpresa a su familia–. Abuelo, deme el permiso de hacerla mi esposa.

Orgullo, temor y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora