Ocho

37 3 0
                                    

No habían pasado ni veinticuatro horas desde la última vez que lo había visto y nuevamente estaba ahí, con un rostro sonriente y coqueteando con quien sabe que chica. Subin los observaba desde la segunda planta del bar, nuevamente su abuelo había hecho de las suyas para que fuera parte de un pequeño grupo de seguridad para uno de sus tantos amigos.

Subin habia llegado una hora antes para poder ver el lugar a detalle, aunque ya habia visitado ese bar un sin fin de veces últimamente éste había estado pasando por algunas remodelaciones y quería estar segura de cualquier cambio que pudiera suceder.

Cuando llego la hora sintió un poco de alegría que la mayoría de chicos con los que ya había trabajado se encontraban ahí, algunos le saludaron mientras que otros solo hacian de la vista gorda por su presencia. El jefe dio unas indicaciones, luego la miró por unos segundos y no dijo nada más.

"Idiota."

Pensó en cuanto vió esa mueca de desagrado en su cara.

Subin regreso la mirada hacia donde estaba Lee y la chica con la que Heeseung estaba rio tan alto que incluso con esa música fue fácil para ella escucharle, lo observó una vez más y éste tenía una sonrisa plasmada en su rostro. Una sonrisa que sin duda se negaba a reconer.

–Sabe sonreír, aunque eso se ve un poco forzado – murmuró con cautela.

–¿Qué haces? –Donhee se acercó a ella entregándole una botella con agua.

–Inspeccionando el terreno, hace mucho que no vengo y han cambiado muchas cosas –comentó con calma.

Él asintió y luego de eso siguió viniendo y yendo cada tanto para asegurarse de que Subin estuviera bien, está maldijo para sí misma ya que estaba segura que esto era obra de su primo Park Sunghoon. Él y Donhee se conocían desde hace mucho, incluso podría asegurar que eran mejores amigos aunque estos lo negaran de inmediato.

Subin se acercó al Señor Choi para verificar que todo estuviera en orden, sus nietos estaban ahí. Como era de costumbre ella conocía a algunos de los presentes, los había visto de algunas misiones de encubierto, Choi So Jun era el nieto mayor del Señor Choi y luego estaban sus tres hermanos menor, pero dos de ellos eran rostros nuevos para ella.

Hizo una reverencia al ver que todo estaba bien, casi al irse sus ojos posaron la mirada en el vaso de la única nieta del Señor Choi. Había algo curioso en ese vaso; el vaso estaba a la mitad y en el fondo unas piedras estaban acentuadas; lo miró un poco más y hecho un vistazo a los demás vasos y para su sorpresa ninguno tenía esa distinción.

La menor estaba por tomarlo y rápidamente Subin se lo quitó de las manos, ellos le miraron extrañados y el jefe de equipo la observo de una manera despectiva –de nuevo–. Sabía bien que no le agradaba en lo más mínimo, claro que él tenía sus razones.

–¿Quién fue el mesero que los atendió? –preguntó mientras mostraba el vaso– ¿Alguno de ustedes lo vió?

–¿Qué sucede? –la voz del Señor Choi hizo temblar a la mayoría.

–Era alto, de tez clara y tenía el cabello rubio –miré a So Jun.

–¿Recuerdas algo más? –éste lo pensó unos segundo y por un momento su mirada se iluminó.

–Tenia un tatuaje en la muñeca derecha.

Subin miró a Donhee y éste asintió al entender lo que ella quería, se dirigió al jefe y éste le dio la aprobación de tomar el control de la situación.

–Usted quédese aquí con ellos, si recuerdan algo más hágamelo saber –llamó al resto del equipo–. Los demás vayan abajo y encuentren a ese sujeto lo antes posible, Michael, tu ve afuera y diles que no dejen entrar ni salir a nadie más –Subin lo miro con seriedad–. Es una orden.

Orgullo, temor y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora