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A través de las ventanas del tren, el sol se alzaba en el horizonte, bañando el paisaje con su resplandor dorado, iluminando el suelo cubierto de escarcha. A pesar del frío, el sol aportaba una sensación acogedora a la mañana.
Los árboles desnudos se alineaban a lo largo de la vía, sus ramas extendidas danzaban suavemente con la brisa invernal. Los campos y árboles, se deslizaban lentamente a medida que el tren avanzaba.
Dentro del tren, el sol se filtraba cálida y suavemente a través de las ventanas, trayendo un poco de calidez a la frescura del aire invernal. 

El aire fresco y nítido se colaba por las ventanas, que traía consigo el aroma fresco y nítido del invierno, una mezcla de tierra húmeda y un ligero toque de leña quemada en alguna chimenea cercana.

Kurapika miró por la ventanilla entreabierta, y sintió el aire fresco del exterior golpear su rostro. Estuvieron viajando por mucho tiempo.

- Himari... ¿Estás despierta? –Preguntó Kurapika. Tenía una voz suave para intentar no molestarla. Él sabía que era sobreprotector con ella, pero no podía evitarlo.

Himari se movió un poco en su cama. Las mantas la cubrían de pies a cabeza. Finalmente, ella destapó su rostro adormilado, y con los ojos cerrados, le respondió a Kurapika:

-Hmm...

- Creo que deberías levantarte ahora... El tren está a punto de llegar a la próxima parada –Expresó el rubio con un tono de voz autoritario y decidido. Rápidamente se puso de pie, y le sacó la manta a la chica, para que no tuviera otra opción más que levantarse.

Himari se sentó en la cama. Parecía un zombie. Tenía su largo cabello blanco completamente desordenado, y aún no había abierto los ojos del todo.
Finalmente, abrió los ojos, pero aún seguía adormilada.

- ¿No quieres ir a darte un baño? Te ayudará a despertarte –Le ofreció Kurapika con un tono amable, mientras acariciaba su hombro con suavidad.

Himari asintió con la cabeza, y se dirigió al pequeño cuarto de baño que el vagón tenía. No había ningún reloj que marcara la hora, pero Himari podía notar fácilmente que aún no eran ni las siete de la mañana.

Se quitó la ropa, y se metió a la ducha. Dejó que el agua caliente corriera por su espalda. Se lavó el cabello, y se dedicó a quitarse la venda que tenía en el pie. Más tarde la reemplazaría con una nueva y limpia.

Mientras tanto, Kurapika se mantuvo cerca de la puerta en todo momento para cuidar a la chica.

- Termina ya, Himari. Quedan 15 minutos antes de que llegue el tren a la próxima parada. –Alertó el rubio.

Casi al instante de finalizar su oración, Himari ya estaba saliendo del baño.

- ¿Crees que tengas otra venda para mi pie? –Le preguntó ella, mientras le mostraba que la herida había mejorado, pero que aún seguía allí. –No tengo zapatos para seguir caminando... ¿Crees que podríamos comprar algunos cuando bajemos del tren?

-Por supuesto, te compraré unos zapatos nuevos, no te preocupes –Contestó, mientras se dejaba llevar por el sentimiento de protección hacia ella. Inmediatamente, revisó el botiquín que se encontraba en el baño, y ayudó a Himari a colocarse una venda nueva. También se guardaron un pedazo de vendaje para más tarde.

-Vamos Himari, necesitas comer algo –Le dijo Kurapika mientras la tomaba de la mano. - Tienen todo el menú disponible, ¿Qué te gustaría comer? –Le preguntó con una voz más alegre.

-Hmm –Pensó Himari. –Quizás unas tostadas con queso, y un café estarían bien...

Llegaron al vagón del comedor, y pidieron rápidamente su desayuno. Kurapika solo pidió una taza de café negro.

Lay All Your Love on Me (Kurapika y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora