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Las semanas pasaron rápidamente, y ya faltaban menos de tres días para la gran subasta. Himari realmente se había comprometido en su entrenamiento, tanto así, que ya sabía utilizar el Ten y el Zetsu prácticamente a la perfección, y había logrado aprender lo básico de Ren, lo mínimo como para poder usarlo en caso de ser de ser necesario ante cualquier amenaza.

Himari se encontraba en la sala, cronometrando cuánto tiempo podía aguantar manteniendo el Nen.

-Agh... -Soltó en un quejido ahogado. Se dejó caer rendida al sofá. -Veinticinco minutos... Tengo que llegar al menos a los treinta... -Pensó en voz alta mientras sostenía el cronómetro en su mano.

La peliblanca se levantó rápidamente del sofá, y se dirigió al baño para lavarse la cara. En estas últimas semanas, tuvo la idea de teñirse el cabello. Ahora, unos cuantos mechones de color morado intenso decoraban su pelo. Realmente le gustaba el resultado. Volvió a la sala dando saltitos, y se sentó en el suelo a beber un poco de agua, mientras seguía mirando a su cronómetro con determinación.

- Yo sé que puedo lograrlo. ¡Lo voy a lograr! -Exclamó para sí misma, con el ceño fruncido.

Pocos segundos después, Kurapika abrió la puerta principal del apartamento.

- ¡Ya estoy en casa! -Alertó, mientras se sacaba los zapatos, y colgaba su chaqueta en el perchero junto a la entrada.

- ¡Kurapika! -Celebró Himari mientras se ponía de pie, y corría para recibir al rubio. Con toda velocidad, se lanzó hacia él para abrazarlo. Él se tambaleó un poco por la fuerza de la chica, pero correspondió a su abrazo con felicidad.

- ¡Mira! -Habló ella con emoción, mientras le mostraba el cronómetro a Kurapika. - ¡Te prometo que para mañana, ya habré logrado mantener mi Ten por al menos treinta minutos! -Su rostro mostraba completa alegría, y una sonrisa de oreja a oreja.

Kurapika sonrió, pero no se sentía realmente feliz del todo. Estaba preocupado por el bienestar de Himari. Tenía miedo de que pudiera pasarle algo durante la Gran Subasta. Pero no podía romper su promesa... No ahora.

- No te olvides de intentar mejorar tu Ren también. -Agregó él, mientras se encaminaba hacia su cuarto. -Es importante que seas capaz de defenderte en caso de enfrentarte a algún peligro, si es que por algún motivo, yo no estoy allí contigo.

- ¡Sí! -Contestó la albina, mientras se dirigía nuevamente al sillón. Había estado entrenando desde que Kurapika se había ido a trabajar en la mañana. Esa había sido su rutina de entrenamiento desde aquel entonces: desde las ocho de la mañana, hasta las seis de la tarde, con cortos descansos de por medio.

- ¿Qué te gustaría cenar, Himari? -Preguntó Kurapika, mientras se recostaba de brazos cruzados en la pared del pasillo, para ver a la chica recostada en el sofá.

-No sé... Lo que tú quieras -Le respondió ella, mientras se incorporaba en el asiento para poder verle la cara.

- ¿Qué te parece un buen plato de ramen con vegetales frescos? -Sugirió él, mientras se llevaba una mano al mentón.

- ¡Me parece bien!

-Bien, en ese caso, ¿Te molestaría ir a la tienda para comprar dos raciones de ramen instantáneo? Tenemos los vegetales necesarios en la nevera. -Preguntó Kurapika, mientras se acercaba a la mesa de la cocina, para tomar un poco de dinero de su billetera, y dárselo a Himari.

- Claro, yo me encargo -Contestó ella, mientras se acercaba al chico. Himari ya podía salir con mayor libertad. Afortunadamente, su cambio de apariencia, le sirvió para poder pasar desapercibida. Aun así, siempre salía con barbijo y lentes, para evitar cualquier tipo de inconveniente.

Lay All Your Love on Me (Kurapika y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora