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Cuando regresé, Leorio estaba sentado en la mesa de la cocina, mientras sostenía su taza de café, y frente a él, una silla vacía, y una taza humeante.

Me senté en la silla vacía, y sostuve la taza entre mis frías manos.

-Gracias... -Susurré, mientras tenia la mirada fija en la taza.

Él me sonrió como respuesta, y le dio un sorbo a su bebida.

-¿Y bien? ¿Quieres que hablemos de lo que pasó hace rato? –Su pregunta me sacó de mis pensamientos, y me obligó a levantar la cabeza, para mirarlo. –Aunque no lo creas, soy muy bueno dando consejos –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja, que me hizo reír suavemente.

-Es que... Es mucho más complicado de lo que crees... -Admití, agachando de nuevo la cabeza.

-¿Por qué? –Me preguntó, y que a pesar de que yo había dejado de mirarlo, él aun estaba mirándome, y prestándome toda su atención.

Me quedé en silencio unos segundos, mirando la taza, llena de bebida ardiente frente a mí, que aun no había probado.

- Porque tengo miedo.

Leorio no cambió su expresión. Es como si ya se lo hubiera visto venir.

-¿Miedo de qué? –Cuestionó, y luego le dio otro sorbo a su café.

Nada de esto tenia sentido. Estaba a punto de abrirme con un completo desconocido... Un completo desconocido, que al mismo tiempo era la persona en la que Kurapika confiaba ciegamente, porque lo había dejado a cargo de mí cuidado... ¿Por qué debía depender de Kurapika incluso para algo tan básico como decidir si es seguro confiar de una persona?

Me insulté internamente, y finalmente, di el primer trago de té. Me quemé la lengua, pero no hice ni un solo sonido, ni mostré expresión alguna.

Leorio ya conocía sobre el pasado de Himari, y sobre todo el infierno que había vivido antes de conocer a Kurapika. Por eso se mostraba tan paciente y comprensivo con ella. Quería encontrar la forma de ayudarla, y al mismo tiempo, encontrar la forma de que su amigo tan cercano, intentara abandonar su sed de venganza tan enfermiza, que le estaba haciendo un daño mental y físico irreparable.

Quizás... El odio en su corazón, solo podía ser superado con amor.

Pues, como dicen, "del odio al amor, hay solo un paso", porque el odio y el amor, son las dos caras
de una misma moneda.

-Miedo a... -Me quedé muda. Mi mente se había quedado completamente en blanco. Leorio me sonrió. Se puso de pie, y dejó su taza vacía en el fregadero de la cocina.

-Algo me dice que no le tienes miedo al amor... Tu miedo viene de un sentimiento mucho más profundo.

Levante la vista para mirarlo, asombrada por su habilidad para darle justo en el blanco.

-Creo que sí... –Murmuré, atónita, mientras lo miraba con los ojos bien abiertos, y la boca casi cerrada.

Él volvió a sentarse frente a mi, y cruzó sus brazos sobre la mesa, mirándome.

-¿Y tú conoces el origen de ese miedo? –Interrogó, de forma sutil y cálida. Nunca me había sentido de esta forma. No con alguien que no fuera Kurapika. Se sentía como los rayos del sol contra la piel en una fría tarde de invierno.

Dudé por pocos segundos, pero decidí hablar.

-Tengo miedo de... Volver a depender de alguien... Miedo a... perder mi libertad...

Leorio volvió a sonreírle, y se recostó en su silla, cruzando sus brazos contra su pecho. Es como si todo hubiera hecho "click" en su cabeza.

Ella le temía al amor. Nunca la habían amado de la forma adecuada. El amor que ella recibía, solo era un maltrato disfrazado de falsa ternura, por lo que, nunca conoció lo que era un amor puro, un amor sincero... Y justamente era eso a lo que le tenia miedo: que su inevitable dependencia, fuera realmente amor.

Pero no del amor bueno, sino de su falsa idea del amor.

Odiaba, odiaba con todo su corazón depender de alguien de nuevo, pero a estas alturas, no le quedaba más remedio que aceptarlo.

-Estoy realmente seguro de que sientes algo por Kurapika.

Mi corazón comenzó a latir intensamente, y sentí el calor aumentar en mi rostro.

-Pero antes de aprender a amar, tienes que trabajar en ti misma... ¿Quieres mi consejo? –Leorio volvió a incorporarse en la silla. –Aléjate un tiempo de Kurapika. Sé que no suena como la mejor idea, pero te aseguro que te ayudará a pensar las cosas. ¿Has pensado alguna vez en tomar el examen de Cazador? Te veo muy capaz de completarlo. Puedo sentir tu determinación. Eres más fuerte de lo que piensas. Por eso, quiero que trabajes en eso: descubre tu verdadero potencial.

Las palabras de Leorio hicieron que a Himari se le encendiera la lamparita en su cabeza. ¡Blink!

-¡Eso es! ¡Y así podré demostrarle a Kurapika que no necesito que me esté protegiendo todo el tiempo! ¡Podré demostrarle que puedo valerme por mi misma!

Leorio negó con la cabeza, mientras sonreía.

-No se trata de demostrarle nada a Kurapika. Se trata de que tú misma aprendas a ver lo valiosa que eres.

Entonces todo comenzó a conectar en la cabeza de Himari. Sin que pudiera evitarlo, por alguna razón, comenzó a llorar. No quería hacerlo, pero no pudo contenerlo. No emitía un solo sonido. Solo eran sus lágrimas rodando por sus mejillas.

El mayor se levanto de su silla y se acerco a ella, para abrazarla con la ternura y calidez, digna de un protector hermano mayor.

-No estás sola. No volverás a vivir todo lo que viviste. Aunque Kurapika no sea bueno expresando sus sentimientos, sé mejor que nadie que él te protege tanto, no porque crea que eres débil, sino porque tiene miedo de perderte... Himari, él realmente se preocupa por tí... Se preocupa por tí como tú no tienes idea.

Aquellas palabras solo hicieron que Himari llorara aún más.

Su necesidad de querer demostrarle a Kurapika cuán fuerte era, no era más que una idea suya; si ella era débil, Kurapika la abandonaría, porque solo sería un estorbo en su misión. 

Eso es lo que ella pensaba. 

Pero estaba bien.

Por primera vez, pudo expresar lo que tenía dentro de su corazón, y lo que la estaba lastimando.

Pudo desmentir aquello que su propia cabeza le hacía creer,  aquello que tanto la atormentaba.

Porque, quizás era cierto...

Quizás, ella estaba enamorada...

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⏰ Última actualización: Jun 03 ⏰

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Lay All Your Love on Me (Kurapika y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora