Entonces entendí que todos los hombres tienen algo que al menos no me parezca o me decepcione.
Suspiro, frunzo la nariz, me asqueo, giro los ojos, miro mal a cualquier hombre que me haya hecho sentir verdaderamente mal, o sea siempre.
Camino en la ciudad de la capital de México, CDMX.
Aunque sean prácticamente las 6 pm una ola de calor estaba asechando, uso mi mano como abanico para evitar el calor y suspiro con algo de mal humor.
No ayudaba el calor para sentirme mejor, de hecho, me sentía muy sofocada por el clima tan desesperante, pero no me puedo quejar ya.
La verdad vivir completamente sola me hace sentir nostalgia pero en realidad es mucho mejor.
Camino unas cuadras más al llegar a el centro comercial más cerca de mi casa y entro para empezar mi búsqueda de el libro tan esperado que jamás pude encontrar en otros lados, llevo un mes llegando a varias tiendas y librerías pero es imposible que no esté.
Al llegar me encuentro varios militares en una tienda de ropa cubriéndola y observó curiosa, decido entrar pero dos militares que están en la entrada me detienen.
— Lo siento señorita, ahora mismo no se puede pasar. — Miro al hombre y lo analizo unos segundos, estaba enmascarado pero podía verse que era moreno claro y sus ojos negros pero intimidantes.
El hombre me mira también y después quito la mirada tímida viendo hacia dentro, solo hay militares.
— B-Bueno, gracias... — Digo con torpeza y me voy sintiendo su mirada en mi.
Quería verlo de nuevo.
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Sobre Tus Pies
RomansaDecepcionada de cada hombre que se le atraviese, es lamentable, se decía ella misma.