4.

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Al día siguiente, la alarma del móvil sonaba incansable sobre la mesilla. Violeta alargó el brazo y tanteó por la mesilla hasta que logró parar la alarma. Suspirando, se incorporó sentándose en la cama y se froto los ojos. Debía de haberse levantado hacía una hora para ayudar a su tía con los dulces y las tartas para la cafetería pero se había acostado tarde por culpa de Juanjo y Denna que la convencieron para echarse unas cervezas en el Aixopluc con Alex y Omar.

Violeta volvió a suspirar y se levantó de la cama. Arrastró los pies hasta el armario y se vistió con lo primero que se puso, una sudadera lila y unos jeans vaqueros. Agarró su móvil de la mesilla guardándoselo en el bolsillo trasero del pantalón, consideró el desayunar pero prefirió ir a la cafetería directamente y aprovechar que su tía le hiciera el desayuno. Se puso las primeras deportivas que pilló y agarrando su bolso salió a las calles de la ciudad.

Apenas había nadie recorriendo las calles. La distancia entre la casa de la tía de Violeta y la cafetería era de apenas 10 minutos caminando. Violeta se cruzó con algunas personas que iban de camino al trabajo y con algunas otras que volvían de fiesta a pesar de ser viernes por la mañana. 

Entró en la cafetería que a pesar de que aún no estaba abierta al público, Violeta sabía que estaba la puerta abierta para ella. Cerró tras de sí y puso el seguro. Dejó su bolso sobre la barra y entró a la cocina. 

-Que honor tu presencia. -dijo sarcásticamente su tía cuando la vio entrar a la cocina. Lola era la más joven de su tías, solo era 15 años mayor que ella así que se trataban como si fueran amigas, incluso se habían ido de fiesta a veces.

-Buenos días pesada. -le dijo Violeta mientras se fundía en un abrazo con su tía.

-¿Cómo ha dormido mi niña? -le preguntó para después darle un beso en la cabeza. -¿Has desayunado? Violeta negó con la cabeza y puso su sonrisa más inocente del mundo. Lola rió entendiendo el mensaje subliminal que su sobrina quería hacerle entender. 

-Termina las galletas mientras te hago el desayuno, chantajista.

Violeta añadió las chips de chocolate a la masa que su tía estaba preparando y comenzó a remover hasta que todo estaba bien integrado. Colocó con cuidado las bolas de masa sobre la bandeja del horno y metió la bandeja al mismo tiempo que su tía entraba con un plató de tostadas con aguacate, aceite y burrata y un café calentito. 

La pelirroja besó la mejilla de su tía y se fue a sentar en la mesa en la que siempre se sentaba con sus amigos. Las tostadas de su tía eran las mejores y Violeta iba a aprovechar todo el verano para comerlas hasta reventar.

Una hora más tarde abrieron la cafetería y Violeta se pasó toda la mañana atendiendo en la barra y a los clientes mientras su tía reponía los dulces que se iban agotando. Sobre las 12 de la mañana se pasó Denna por la cafetería para hacer compañía a su amiga y recordarle el plan para el día siguiente.

Una vez que Lola terminó de hacer los dulces se acercó a su sobrina. -Cariño, tómate un descansito si quieres que yo me puedo encargar ahora.

Violeta sonrió dejando un beso sobre la mejilla de su tía y comenzó a prepararse un café. -Por cierto, mañana teníamos pensado salir por Maó, ¿me das permiso?

-Ratón, tienes 22 años, no tienes que pedirme permiso, con avisarme está bien. -dijo Lola frunciendo el ceño.

Violeta asintió y le dio las gracias a su tía. Agarró el café y se sentó en su esquina lectora. Dejó el café encima de la mesita y repaso con la vista los libros que estaban en la estantería. Vio algunos títulos nuevos y agarró su poemario favorito de su autora favorita y el marcapáginas que tenía siempre encima de la estantería. Dejó el libro sobre la mesita junto al café y se quito la sudadera dejándola sobre el respaldo del asiento para después fundirse de lleno en el libro.

Última Noche de Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora