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Violeta se había pasado toda la tarde buscando un buen sitio donde llevar a Chiara para la cita, quería sorprenderla. Llamo a Ruslana y a Denna para que la aconsejaran lo mejor posible, ya que la ucraniana conocía mejor a Chiara y la rubia era una romántica empedernida y siempre tenía las mejores ideas, aunque de poco sirvió su ayuda porque cuando vio un restaurante en Maó cerca de la playa, no necesito buscar más.

Su primera misión fue conseguir que su tía le prestara el coche para poder ir a Maó, después de prometerle que no iba a beber y de que Lola le amenazase diciéndole que si le pasaba algo al coche lo pagaría con su dinero, la mujer aceptó y le dio las llaves del coche.

Después de tener medio de transporte y de tener elegido el sitio, le pidió a su tía poder irse antes para empezar a arreglarse y corrió para llegar a casa lo antes posible.

Se dio una ducha calentita y comenzó a secarse el pelo mientras intentaba aplacar a Chiara, que no paraba de mandarle mensajes preguntándole a donde la llevaría.

Violeta se miró al espejo por decimoquinta vez, el vestido negro abrazaba su cuerpo como un guante y su pelo pelirrojo brillaba con las pequeñas ondas que se había hecho. Se cercioró de que el maquillaje estaba perfectamente hecho y que su pelo lucía exactamente como ella quería. Agarró la blazer gris que tenía preparada sobre la cama por si refrescaba más tarde y le envió un mensaje a Chiara diciéndole que iba a recogerla ya.

La inglesa se levantó nerviosa del los pies de la cama y Ruslana la miró frunciendo el ceño. La ucraniana había tenido la tarde complicada, mientras que por un lado aconsejaba a Violeta, por el otro tenía a Chiara y a Martin causando un auténtico desastre en el armario de la inglesa. Se probó todos y cada uno de los outfits que sus amigos le proponían hasta que encontró el que ella consideraba perfecto. Violeta aparcó el coche frente a la casa de la ojiverde y le aviso de que estaba esperándola.

-Vivi ya está abajo. -Dijo Chiara cogiendo su bolso y guardando el móvil, los pañuelos y la cartera. 

-Seguro que está cansada de esperar la pobre. -respondió Martin metiendo ambas manos en sus bolsillos. 

Chiara se acercó a la puerta para salir de la habitación pero de repente recordó algo. -¡MIERDA! ¡El pintalabios! -Volvió corriendo a la habitación y casi tropieza con un montón de ropa.

-Si no hubierais liado la que habéis liado con la ropa, esto no hubiera pasado. -se quejó Ruslana.

Chiara se roció perfume antes de salir y cerró la puerta de la habitación tras de sí. Inhaló y exhaló profundamente preparándose mentalmente para la cita. Decir que estaba nerviosa era quedarse corto comparado con como se sentía. Le temblaban ligeramente  las piernas y sentía que podía caerse en cualquier momento. Ni siquiera entendía porque se sentía así, solo era otra cita más con Violeta.

Los tres chicos bajaron a la planta inferior, encontrándose con toda la familia Oliver cenando, Chiara le dio un beso para despedirse a todos y su madre le hizo repetir varias veces que tendrían cuidado y que no llegarían muy tarde. Aunque la ojiverde rezaba para que así fuera.

Los tres salieron a la calle encontrándose a Violeta de pie junto al coche. Cuando la granadina se fijo en Chiara no pudo ocultar el asombro en su rostro. -¡No me lo puedo creer! -Dijo antes de estallar en risas.

Chiara analizó el outfit de Violeta y después el suyo. Iban igual vestidas. Entre risas los tres amigos se acercaron a la pelirroja y esta no aguantó lo suficiente y agarró a Chiara de la cintura acercándola más a ella para poder besarla.

 Ruslana no pudo evitar reír y le dio un golpecito a Chiara para que se separaran. -Por favor, colocaos que os haga una foto, esto es épico.

-Te odio, Ruslana. -le dijo Violeta por interrumpir su beso.

Última Noche de Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora