El aeropuerto de Granada estaba a reventar de gente de un lado a otro cargando con maletas y bolsos, un par de niños pasaban el tiempo jugando a la nintendo mientras que los adultos a su lado leían. Denna y Violeta caminaban entre el gentío de la mano, buscando la salida.
Denna le había asegurado a Violeta que no iba a llevarla a Motril ya que la pelirroja se negaba a volver a su pueblo de origen. Denna tuvo que hablar con su madre para conseguir convencerla de que las dejaran ir a su antigua casa y, a pesar de que Almudena estaba un poco reticente y les pidió que se viniera, entendió que algo gordo tenía que estar pasando para que Denna y Violeta se fueran así.
Al no tener las llaves de la antigua casa de la rubia, Almudena les dijo que se fueran a casa de la abuela, que pasaran la noche allí y que cogieran la llave que tenía la mujer, siempre y cuando no le dieran problemas. Denna se puso muy feliz de volver a ver a su abuela y de poder presentarle a Violeta, sabía que la iba a amar.
-Pero vosotras, ¿me podéis esperar? -Las chicas se giraron para ver a Alex que se acercaba a ellas con las maletas. El cordobés había decidido acompañarlas al enterarse del plan de la rubia. Sabía lo mal que estaba la pelirroja a pesar de que ella no quisiera hacerlo saber. Había visto romperse a Violeta en el avión en los brazos de Denna y sabía que necesitaba todo el apoyo que pudiesen darse.
Cogieron un taxi en la puerta del aeropuerto y Denna le indicó la dirección. Violeta se recostó contra la ventana y suspiró al ver el atardecer en su Granada. Sabía que tarde o temprano tendría que llamar a su tía y contarle todo lo que había pasado pero no se veía preparada para verbalizar lo que pasaba.
Odiaba haber dejado caer sus murallas, odiaba haber empezado a sentir por Chiara y odiaba ser tan débil como para estar así por alguien. Violeta sintió que alguien le agarraba la mano y miró para ver que Alex estaba acariciando el dorso de su mano. Alex le sonrió y esta rodó los ojos. Jamás admitiría lo muchísimo que quería a Alex.
No tardaron mucho en llegar a casa de la abuela de Denna, Alex bajó las maletas mientras Denna llamaba a la puerta. Una señora rubia con el pelo cardado, un jersey rojo y unos pantalones negros abrió la puerta y sonrió.
-Ay, mi niña. -exclamó la señora abrazando fuertemente a Denna. -¡Que guapa estás! ¡Qué ganas tenía de verte!
Una vez que la mujer dejó dos sonoros besos en la mejilla de la rubia, se giró para mirar a Violeta y a Alex. -Tú debes de ser Violeta, ven que te de un abrazo, guapa.
La mujer no vaciló y agarró fuerte a la pelirroja entre sus brazos, al igual que había hecho con su nieta. Violeta no supo porque pero sintió confort entre los brazos de la abuela de Denna. -Me llamo María. -dijo la señora de pronto separándose. -Que guapa eres, hija.
-Mira abuela, este es Alex, es... -Denna vaciló unos segundos y miró al chico y después a su abuela. -Es un amigo nuestro.
La abuela miró a su nieta y después al muchacho y se acercó a él para darle también un abrazo. -Encantada de conocerte nieto, digo Alex. -le dijo la mujer y miró a Violeta y le guiñó un ojo. -Venga, vamos para dentro, tendréis hambre y estaréis cansados.
-¿Y el abuelo? -preguntó Denna entrando en casa de sus abuelos.
-Viendo el fútbol, hija.
Violeta entró en la casa y fue como si un dejavú le golpeara, parecía que estaba entrando perfectamente en casa de su abuela. Esas paredes semi alicatadas llenas de fotos y muebles que lucían tener mil años llenos de pequeñas estatuillas y de jarrones. El pasillo era largo y estrecho por el cual salían muchas puertas y al fondo, había un pequeño arco donde se abría la estancia que daba al salón.
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Última Noche de Verano.
FanfictionEn el corazón de Ciutadella, una pintoresca ciudad de Menorca, Violeta Hódar espera ansiosa pasar el verano en la acogedora cafetería de su tía. Pero no sabe que su vida está a punto de recibir un giro con las encantadoras notas del amor. Chiara Oli...