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Los chicos aprovecharon para pasar un par de días en Granada, Violeta y Denna fueron las encargadas de enseñarle los rincones más bonitos de la ciudad. Chiara estaba emocionada con cada parte de la ciudad que conocía, le parecía la ciudad más mágica que había conocido en su vida y más aún si era de la mano de su pelirroja.

Después de que Chiara le contara toda la situación a Violeta, Martin y Ruslana les dijeron que pasaran la noche juntas en el hotel porque tenían mucho que hablar y que ellos se quedarían en casa de Denna.

Y así lo hicieron, Chiara y Violeta pasaron toda la noche hablando en el hotel contándose cosas que querían que la otra persona supiera de ellas, Violeta le habló de su familia pero sin llegar a contarle nada de su hermana y Chiara tampoco quiso preguntar, supuso que la pelirroja aún no estaría lista para hablar de ella. Le contó sobre sus niños de clarinete, sobre lo muchísimo que le gustaba cocinar y leer.

Chiara le habló de sus hermanos, de Inglaterra, de la ESMUC, de su vida en Barcelona, de sus amigas, de sus sitios favoritos. Los sentimientos que tenían la una por la otra eran un secreto a voces que ninguna de las dos se atrevían a sacar, no querían encasillarse en algo cuando ni siquiera sabían cuando tiempo tenían para estar juntas.

Al día siguiente, intentaron aprovechar lo máximo posible el tiempo que les quedaba en Granada y, cuando el sol comenzaba a esconderse por el oeste, el avión donde viajaban los seis amigos aterrizó en Menorca. Para sorpresa de todos, Emma y Lola les estaban esperando en el aeropuerto y Chiara y Violeta se vieron obligadas a tomar caminos separados con la promesa de que hablarían en cuanto llegaran a casa.

Lola llevó a casa a Denna y a Alex y por la manera en la que su tía había estado callada todo el camino, Violeta supo que algo pasaba. Y la pelirroja no se equivocaba ya que en cuanto Lola aparcó en el garaje, se bajó del coche sin decir nada. Violeta sacó la maleta del maletero y entró al salón.

-Tana, vete a tu habitación. -ordenó su tía a su hermana que estaba en el sofá viendo la tele.

-¿Por qué? Yo no he hecho... -lar rubia no pudo continuar hablando ya que Lola la miró mal.

-Tana, ya.

La muchacha supo que era mejor obedecer a su tía, así que subió las escaleras no sin antes mirar a su hermana. Violeta no pudo descifrar la mirada con la que Tana la miraba, no era de felicidad, ni tampoco de tristeza o enfado, supuso que simplemente disfrutaba el caos. 

-Mira Violeta, los tres años que has venido aquí te he dado total libertad para moverte y hacer lo que quisieras, lo único que te pido a cambio es que me ayudes con la cafetería, y la verdad es que no tengo quejas de ti. -dijo Lola caminando por el salón mientras Violeta la miraba sin moverse. -Eres amable con los clientes, siempre estás predispuesta a trabajar y me ayudas en todo. -Lola dejó de caminar y se acercó a su sobrina. -Pero, ¿qué te está pasando? Te vas a Mallorca con tus amigos y dos días después me entero de que te vas con Denna a Granada y dos días después vuelves a estar aquí. No estoy entendiendo nada cariño, y me preocupa pensar que está pasando algo y no me lo cuentas. -Lola acarició con suavidad ambos brazos de su sobrina.

-Todo está bien, de verdad, no te preocupes tía. -le aseguró Violeta abrazándola.

-Entonces, ¿me cuentas los movimientos estos extraños que has hecho? -preguntó su tía agarrándola del brazo y llevándola al sofá donde anteriormente estaba sentada su hermana.

Violeta se mantuvo callada por unos minutos intentando decidir si debería decirle todo lo que estaba pasando por su mente. La verdad es que ni ella misma lo sabía, bueno, sí lo sabía pero Violeta creía que si lo decía en voz alta se haría real. El sonido de la televisión aliviaba la tensión del ambiente. Lola no quería presionar a su sobrina pero no iba a dejarla salir de ahí hasta que no le contará que estaba pasando.

Última Noche de Verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora