8

161 18 0
                                    

- ¿Te gusta? - Yurielkis susurró a su oído.
-Mhg sí, se siente genial- Valeria respondió cerrando los ojos.
- ¿Quieres que vaya más lento?
-No, lo estás haciendo bien.
-Si te lastimo dímelo y me detendré.
-Solo continúa- La menor  pidió tirando la cabeza para atrás dejándose consentir.
Pues Yuri se encontraba haciéndole un pequeño masaje en los hombros con el único propósito de consentirla y hacerla sentir mejor puesto que esa misma mañana Valeria había amanecido con fuertes cólicos a causa de su periodo que recién comenzaba, solía ponerse delicada en aquellas ocasiones y el dolor que sentía lo empeoraba todo.
Obviamente a Yuri no le gustaba verla así, solo quería devolverle su sonrisa, por lo cual esa mañana ella misma se había encargado del desayuno y de hacerle un té calientito que pudiera calmar un poco los dolores de cólicos, le trajo una mantita y estuvo a su lado en todo momento por si a la menor se le ofrecía algo más, para así poder cumplírselo al momento.

Cuando yuri terminó esta volvió a acurrucarse al lado de la menor para mantenerla abrazada mientras acariciaba su cabeza, era su pequeña gatita y debía cuidarla bien.
-Gracias por todo- Vale  agradeció acurrucándose contra ella para abrazarse de su
brazo derecho.
-No es nada vale , solo quiero que estés bien- Yurielkis respondió acercando un poquito más a Valeria .
-Eres tan buena conmigo, aun no entiendo como alguien como tú decidió quedarse para lidiar con todo mi desastre.
-Ya Valería , he dicho que te quiero, eso es suficiente para quedarme a tu lado,
¿No es así?
-Pero. No quiero que pierdas tu tiempo en mí, además por las tardes debes ir a dar clases, estás desperdiciando tus mañanas.

-Oye, oye - Yuri la llamó tomando su rostro entre sus manos para hacerla mirarla y notó como algunas lágrimas amenazaban con salir de los ojos de la menor -No debo ir todas las tardes, y aunque así lo fuese, estar contigo es agradable, ¿Sabes lo aburridas que eran mis mañanas antes de conocerte?
Vale  formó un puchero.
-No quiero dar pena- La mexicana murmuró casi inaudible. Sin embargo,Yuri  si logró escucharla.
-No me das pena- "Me gustas" que difícil era decir aquellas palabras -Escucha, es normal que algunas veces tengamos inseguridades, pero no deberías dejar que eso sea tu prioridad, tú vales demasiado Valeria Ramírez .
-Es fácil decirlo cuando no tienes una inseguridad así de grande- La menor  insistió.
-Por supuesto que la tengo- Yuri afirmó.
-Pero pareces una mujer perfecta- Los ojitos de Vale  seguían llorosos.
-Pues no lo soy.

-Entonces... ¿Cuál es tu mayor inseguridad? - Vale  se separó un poco para mirarla de frente.
Yuri  fue tomada por sorpresa, ¿Debería decirlo? Porque ella temía ser juzgada, después de todo había conocido a Vale  hace apenas tres semanas, aunque inexplicablemente sentía como si la conociera desde toda la vida pues la confianza que tenía con ella era demasiada.
-Yo... - Yurielkis tomó un respiro -Soy intersexual.
Lo había soltado, ella había dejado ir aquella
carga.
- ¿Y por qué te avergonzarías de eso? - Vale  preguntó mirando a Yuri, la cual yacía con los ojos cerrados esperando a ser juzgada.
Pero eso nunca llegó, Valeria  no la juzgó.
-Para empezar, ¿Sabes lo que eso significa? - Yurielkis preguntó sin creerlo todavía.
-He escuchado un poco, ¿Qué hay de malo con eso? Todos los cuerpos son perfectos- "Y el tuyo mucho más" vale  pensó, que ganas tenía de lucir como ella.

-No era una inseguridad hasta que mi ex novio se enteró de mi condición y me dejó por eso, él era mexicano, se fue de intercambio a Inglaterra, al principio creí que me amaba, pero cuando supo que yo era intersexual decidió dejarme y poco tiempo después regresó a México luego de su graduación, a decir verdad, él era demasiado inmaduro a pesar de ser mucho mayor a mí- Yurielkis contó con algo de nostalgia.
- iOh! Yo... Lo siento mucho- Vale acarició su brazo en señal de apoyo.
-Está bien, en su momento me afectó un poco, pero he tratado de ir superando esa inseguridad poco a poco, después de todo debo amarme a mí misma para poder amar a alguien más.
Yuri sonrió y automáticamente vale  también lo hizo.
-Tienes un poder para hacerme sentir mejor siempre- La mexicana soltó con total sinceridad volviendo a acurrucarse contra
Yuri al mismo tiempo que sentía como esta acariciaba su cabello.
Era agradable pasar tiempo con ella, Yuri siempre sabía cómo hacerla sentir mejor.

Y sin darse cuenta Valeria cayó dormida, no supo cuándo ni cómo Yuri se había ido, al parecer la alarma le había avisado que era hora de volver a casa.
Entonces cuando Valeria despertó se dio cuenta de que ahora estaba en la cama de su habitación, Yuri la había llevado hasta ahí para que pudiera terminar de descansar; Ella estaba algo triste ya que no había podido despedirse de su amiga y tendría que pasar por un largo fin de semana para poder volver a verla.
Fue grande el susto que se llevó al mirar la hora y notar que su esposo estaba por regresar cuando ella aún no había hecho el almuerzo, iba a ir apresurada a la cocina para hacerle algo de comer cuando escuchó la puerta ser abierta.
No había más por hacer, él iba a notar que no había preparado nada y la violencia comenzaría nuevamente.
Así que solamente cerró los ojos y esperó a ser llamada.
- i Valeria ! - Su esposo grito.

Y ella fue hasta la cocina con la cabeza gacha esperando los golpes.
Pero estos nunca llegaron.
-Por fin aprendes a cortar los fideos antes de servírmelos - Valentino felicitó exageradamente y Valeria no pudo estar más confundida.
Entonces levantó la cabeza y lo entendió todo.
Casi dejó salir una lágrima de alivio al notar que Yuri había comprado fideos y los había servido para Valentino antes de irse, instintivamente volteó la mirada hacia la sala y notó como todo estaba organizado tal como en la mañana se encontraba antes de su llegada, parecía un sueño que Yuri hubiese estado ahí hace apenas un par de horas.
Yuri parecía un sueño, un sueño tan perfecto del que no quería despertar jamás.
No sabía lo que había hecho para merecer que alguien como ella en su vida, pero estaba agradecida, Yuri la había salvado, no solamente del maltrato que estaba por recibir, también le había dado esperanza para seguir adelante a pesar de lo mala que era la vida al lado de su esposo.

Yurielkis era su heroína.

EsterilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora