Capítulo 01

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Estaba cosiendo una herida a un niño que se había abierto la mejilla con un vidrio roto, había tenido un accidente con su patineta. No teníamos muchos insumos, este hospital estaba en un barrio de bajos recursos y el gobierno no había invertido el suficiente dinero en la salud pública este año, mejor dicho, ningún año. 

- Dra. Davis, la necesitan en urgencias. - Una enfermera algo veterana apareció por la puerta y se colocó los guantes para tomar los instrumentos quirúrgicos que yo estaba usando. - Lo terminaré por usted.

- De acuerdo, gracias. - Acaricié la cabellera del niño y le sonreí - Tranquilo cielo, todo estará bien. 

Caminé a paso ligero hasta el ala de emergencias, el personal pasaba de un lado al otro, se oían bebés llorando, padres preocupados quejándose, mujeres embarazadas, había una mezcla de edades y dolores. 

- ¡Claire! - Joey corrió hacia mi - Necesito que te encargues de la ambulancia que está por llegar, debo ir a la 205, paro cardíaco.- lo último apenas se oyó ya que siguió corriendo en dirección a la habitación. 

Me acerqué a la entrada y no estuve ni dos segundos cuando la sirena del vehículo se empezó a oír en la cuadra. 

Los paramédicos bajaron apurados, estaban cubiertos de sangre.

- Infante caucásico, de entre 9 y 12 años, con herida de bala en fosa ilíaca derecha. Sin pérdida de consciencia. 

- Llévenlo al quirófano. ¿Algún adulto vino con él? - Corrí al lado de la camilla junto al niño pálido, quien me miraba aturdido con unos ojos tan azules como el océano.

- Tranquilo cariño, soy la Dra. Davis, voy a curarte. - Tomé su mano - ¿Puedes decirme cuál es tu nombre?

Las ojeras al rededor de sus ojos se estaban acentuando, había perdido demasiada sangre, dio un leve apretón a mis dedos y muy por lo bajo murmuró - Gregori 

- Bien Gregori, lo estás haciendo muy bien, eres un hombrecito muy fuerte. ¿Puedes decirme tu apellido? - Las puertas del quirófano se abrieron y el paciente ya no respondía.

- ¡Mierda! ¿La bala salió? - el instrumentista quirúrgico estaba preparando las pinzas y todo el equipo que iba a necesitar para operarlo. 

- Si, pero creemos que hay astillas aún dentro, porque la hemorragia aumenta cada minuto.

- De acuerdo, no hay tiempo, hay que abrirlo, extraer las astillas, cauterizar la herida. Preparen epinefrina y estén listos por si hay paro cardíaco. 

- Si doctora.- Todos nos pusimos manos a la obra.

Luego de aproximadamente hora y cuarto de cirugía salimos todos del quirófano. El niño estaba sedado, habría que cuidar su herida de infecciones, y ver como evolucionaba con los antibióticos, pero por ahora estaba a salvo. 

Miré la sala y nadie vino corriendo a ver como estaba el paciente como siempre hacían, de hecho estaba bastante calmada, unos niños pequeños jugando, mientras sus madres esperaban ser atendidas por el obstetra. 

Me acerqué a la señora de admisiones. 

- Mary... hace rato entró un niño, debe tener 10-11 años, tuvimos que operarlo por una herida de bala, se llama Gregori,  ¿Han venido sus padres o alguna persona a buscarle?

- No...- miró el ordenador filtrando cualquier llamada, o información adicional pero no salían resultados congruentes- nadie ha venido doctora. 

Solté un suspiro - Está bien, gracias. 

El reloj ya marcaba las 22:03 mi hora de salida. Había estado en una guardia de 24 horas, tenía la espalda adolorida, los pies cansados, quería darme una ducha, y comer algo más que un sándwich de la cafetería. 

Sombra RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora