EPÍLOGO

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Once meses habían pasado desde que se llevaron a Claire, habíamos armado equipos de búsqueda por toda la ciudad, por las afueras, por mar, por aire, enviamos gente a Japón, Rusia e Italia. Nadie sabia nada, me había fracturado los nudillos de la mano izquierda de tanto golpear y torturar subordinados de las distintas mafias buscando información.

Alex rastreó a los dueños del auto, hackeó sus teléfonos y esté tiró la ubicación en el bosque, lugar el cual Víctor había revisado un sinfín de veces. Quince días después unos excursionistas encontraron los cuerpos, estaban apilados en una cueva en el bosque, su cuerpo había sido desgarrado por lo lobos salvajes, habían quedado inidentificables.

Teníamos a la policía encima, Connie la hermana de Claire había hecho la denuncia por desaparición. Poniéndonos a mi hermano y a mi como los principales sospechosos.

Yo llevaba volando de un lugar a otro, renegociando treguas para unir fuerzas y tropas y estaba hora tras hora cada vez más cerca de perder la cordura. Ahora entendía por qué mi hermana se había vuelto loca, era como vivir cada día con una bala en el pecho, lo suficientemente profunda como para que doliera con el simple hecho de respirar.

Alex abrió la puerta del sótano de un golpe, venía corriendo y agitado.

- ¡La encontré, Víctor la encontré! - Me lanzó las llaves del auto y me empujó dentro. Me encontraba aturdidamente desesperado. - Está en un hospital, a un par de horas de aquí. 

No dije nada en todo el viaje, sentía que si una sola palabra salía de mi boca con ella se iría la esperanza de encontrarla a salvo.

Cuando llegamos ya era medio día, ni siquiera preguntamos en que habitación estaba, mi hermano parecía ya saberlo todo. Corrimos hacia su puerta y la abrimos de un golpe. 

Claire, estaba sentada en la cama, su cabello había crecido muchísimo, tenía la piel en un tono tostado y sus labios de un rosado vívido. Llevaba la bata del hospital, parte de su cuerpo estaba al descubierto, pude ver las cicatrices rosadas claras, que habían sido atendidas hace mucho tiempo.

Alex se acercó a la cama y la rodeó con sus brazos, ella nos miraba con asombro. No correspondió el abrazo pero tampoco se quitó.

- Claire, dios, ¿Estás bien? - acarició su pelo y ella solo se dejaba. Tenía la vista clavada en mí, yo estaba estático con mis pies anclados en la puerta, había algo raro en ella, en su mirada, en la forma incluso que respiraba.

El doctor apareció y ella se tensionó. El le dio una mirada frívola, y ella cambió su semblante a uno más serio.

- ¿Los conoces? - preguntó alzando una ceja.

Ella negó con la cabeza - no, no tengo idea quienes son. - Estaba mintiendo podía notarlo. Mi hermano se inclinó para verla y ambos nos quedamos duros como si un balde de agua helada nos hubiera caído encima.

- Claire, soy yo Alex, ¿De verdad no nos recuerdas? - La tomó de la mano y ella tragó saliva con fuerza. 

- Lo lamento, nunca te había visto en mi vida. - liberó su mano y el doctor me miró.

- ¿Tú eres?

- Soy su prometido - dije con tono autoritario. El parecía complacido pero ella me miró con miedo en sus ojos.

- Víctor ¿Verdad? - Su respuesta me tomó desprevenido.

- ¿Disculpe nos conocemos? - lo miré entrecerrando los ojos tratando de buscar familiaridad en su rostro.

- No exactamente, pero, todo el mundo conoce al hermano favorito de Svetlana.- el sujeto metió la mano en su bolsillo cuando Claire saltó de la cama y enroscó su cuello con el cable del tubo de oxígeno.

Ambos abrimos mucho los ojos y dimos un paso hacia atrás sin entender que sucedía. Saqué mi pistola y le apunté al sujeto para dispararle aunque no fue necesario.

Este trató de pegarle codazos en el abdomen, pero ella dio una vuelta cruzando el cable en su garganta, le hizo una llave y se lo colgó de la espalda haciendo que se rompa el cuello en un movimiento preciso. Un movimiento que yo nunca le había enseñado. 

Cuando el doctor quedó desparramado en el piso, ella arrancó la bata que el llevaba puesta y lo palpó todo, tomó un arma que el tipo traía en la cintura y la cargó. Volteó a mirarnos y cerró los ojos con fuerza conteniendo el llanto.

Corrió hacia mis brazos y yo la atrapé, su cabello olía a aloe vera. Noté por cómo su cuerpo reaccionó a mi tacto que quería ponerse a llorar en mi pecho pero se apartó rápidamente, dejándome desestabilizado. 

- Hay que salir de aquí ahora - dijo mientras se secaba unas lágrimas rebeldes, que parecían desafiar su autocontrol. Alex y yo nos miramos sin entender nada, corrimos siguiéndola por el pasillo, unos sujetos aparecieron, vestían de traje y tenían un símbolo extraño tatuado en el cuello, nos estaban persiguiendo. Uno de los hombres levantó su brazo y le apuntó, me abalancé para jalarla hacia mi pero ella los vio y sin pensarlo dos veces disparó. Una bala a cada uno, les atravesó la cabeza sin siquiera dudarlo. Se me cortó la respiración.

Me tomó de la muñeca y nos llevó hasta el estacionamiento. 

- ¿Dónde está tu auto? 

- Vinimos en el mío, por aquí - Alex parecía estar menos conmocionado yo por otro lado me sentía como si estuviera en una realidad alterna, todo pasaba a mi alrededor casi en cámara lenta. ¿Está asesina a sangre fría era la chica a la que pasé meses buscando? Parecía que así era.

Subimos al auto y nos alejamos en alta velocidad por la carretera. Cuando nuestros corazones dejaron de bombear acelerados me voltee hacía ella quien contaba las balas del cargador y no pude evitar gritar.

- ¿QUÉ MIERDA ES LO QUE ACABA DE PASAR? - Le arrebaté el arma de las manos y ella me miró por primera vez en la vida de una manera que me pareció indescifrable.

Su mirada se suavizó después de un momento y sus ojos se llenaron de lagrimas.

- Es tu hermana...- susurró- ordenó matarte - Sus dedos acariciaron mi rostro después de tanto tiempo y me sentí desfallecer, estaba luchando con el impulso de agarrotarla entre mis brazos y no dejarla salir nunca, pero primero necesitaba respuestas.

Alex me miró incrédulo por el espejo retrovisor sin poder terminar de procesar las palabras que ella acaba de pronunciar.

- ¿De qué diablos estás hablando? 

- Ella lo sabe - nuestros ojos se encontraron otra vez- lo de Sergei. Sabe que tú lo mataste.

Pude sentir la frenada del auto, haciendo que nuestros cuerpos perdieran el eje de gravedad. Mi hermano se dio vuelta en el asiento y me miró con ojos desorbitados.

- ¡QUÉ! ¿Tú lo..? - ni siquiera podía terminar la frase.

Yo cerré los ojos con fuerza, dando una inhalación mientras alzaba la cabeza, supuse que era un secreto bien guardado entre mi padre y yo.

- ¿Cómo lo sabes? - pregunté volviendo mi atención a ella, tomándola de las manos. Había muchas cicatrices nuevas en ellas.

Su rostro se desfiguró en una mezcla de terror y arrepentimiento, y una lágrima pasajera cayó cortando la respiración de todos los presentes.

- Porque me entrenó para que te asesinara.



FIN DEL PRIMER LIBRO.




Sombra RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora