Capítulo 02

21 4 0
                                    

"Jamás te vayas con un desconocido, y mucho menos te subas a su auto" Las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza mientras yo batallaba con el no quedarme dormida en el auto de Víctor.

El no es un extraño, es el agradable sujeto que me casi me dispara dos veces en quince minutos, conocí a su hermano es muy dulce, se podría decir que hasta me dio un abrazo cuando nos conocimos, somos íntimos, le toque sus partes, mamá. 

Una risita melosa se me escapó en voz alta. Víctor me miró confundido.

- Lo siento, cuando tengo mucho sueño mis pensamientos me hacen reír.- Hizo una mueca como si fuera lo más raro que hubiese oído en su vida y simplemente siguió conduciendo hasta llevarme a la puerta del edificio.

Lo cierto es que cuando pensé en el auto de él, creí que olería a cigarro y whisky. Sin embargo huele a vainilla y café y se me estaba haciendo muy agradable ir toda arrullada en el asiente de cuero de su Maserati.

- Es aquí, gracias por traerme. - Me quité el cinturón de seguridad y bajé. - Buenas noches.

Cerré la puerta despacio, y caminé hacia la entrada me voltee para ver si ya se había ido pero el auto seguía ahí y su mirada clavada en mi. Incómodo. 

Le hice una seña para que se fuera, pero solo recibí un movimiento con la mano como señal de que entrara a mi casa. Iba a devolverle la seña cuando unos hombres encapuchados aparecieron en mi campo de visión, era de noche y hacía frío. Abrí rápido la puerta del edificio y entré cerrando con llave. 

Subí hasta el cuarto piso en ascensor y abrí la puerta de mi departamento. Encendí la luz del velador y me asome por la ventana. Daba a la calle, el auto ya no estaba. 

- Bueno, me trajo a casa y espero a que entrara. Supongo que cuando no quiere dispararte, puede ser un caballero.

Me reí en voz baja y me quité todo para ponerme el pijama, mañana me bañaría ahora solo quería dormir. Y eso hice.


El mediodía acechaba con el sol en su punto mas alto, el hambre me había despertado. Me quedé un segundo rebobinando la cinta imaginaria en mi cabeza tratando de entender todo lo que había pasado anoche. Diablos mi cuerpo estaba resentido como si me hubieran usado de pelota en un partido de futbol.

Me levanté y puse mi celular a cargar. Cogí el teléfono fijo y llame a recepción.

-Hola Frank, soy Claire.

- Señorita, dígame en que puedo servirle.- La voz del viejito del otro lado de la línea se sintió reconfortante.

- Mi celular se quedó sin batería ¿Podría ordenar en Pizzaland por mi por favor? Una hawaiana, con una lata de Sprite. Bajaré con el dinero luego de darme una ducha.

- De acuerdo, enseguida. Por cierto, llegó un paquete para usted ¿Desea que se lo suba?

- ¿Un paquete? no he ordenado nada ¿Seguro que es para mi?

- Si, lo dejaron esta mañana, con una nota que decía para la doctora. Aquí no vive ningún otra doctora.

- Esta bien....- dudé un segundo- tomaré una ducha y bajaré a buscarlo, no te preocupes Frank, gracias.

El agua tibia tocó mi cuerpo y me relajé, diablos que rico se sentía, me miré al espejo, tenía algunas ojeras, el pelo enredado, las manos secas por el constante uso del látex. Hoy era mi día de descanso lo usaría para arreglarme un poco.

Lavé mi pelo, me puse una crema nutritiva con olor a vainilla y coco, tallé mi cuerpo con esmero con mi jabón de rosas, amaba oler rico. Al salir, depilé un poco mis cejas, apliqué un poco de crema hidratante en mi rostro y arqueé mis pestañas. Me puse manteca de cacao en los labios, un sostén de encaje negro que era suave y no tenía arco por lo que no me molestaba, unos shorts de algodón y una camisola blanca por encima. 

Sombra RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora