En los Dominios del Norte, Reino de Minterfeheld
A las afueras del Castillo Real de Minterfeheld veinte sirvientes en conjunto habían colocado una extensa alfombra roja que cubría el pavimento y adornaba la fachada de la edificación para el recibimiento de los Vacranord de Antius. Mientras que en lo alto de los torreones ondeaban dos banderas purpuras que exhibían en su centro los escudos militares correspondientes a la alianza de la Triarquía; compuesto por el significativo follaje del Pavo Real (insignia de los Thelinthon y símbolo de la nobleza y gloria de su Imperio) en el centro, así como el Hacha representativa de los colonos de Comblot, a la izquierda y la espada desenvainada de Arquepo I Vacranord de Antius situada a la derecha encontrándose en cruce con el Hacha.
La Reina Maerivia había supervisado el día anterior la estricta limpieza del palacio puesto que la Reina Meleina Turchen era una mujer de olfato sensible y muchas alergias. Por ende, la estancia debía encontrarse impoluta para causar buena impresión y cuidar la salud de la soberana del reino más lejano del Norte. Por otro lado, Avarat D' Marque, madre de la Reina Maerivia había sido la encargada de controlar la preparación del banquete real, pues, sus dotes para el mando y el arte culinario eran las únicas dos razones que acostumbraban a mantenerla fuera de sus aposentos.
— Prueba, hijo –Avarat condujo una cucharada de guiso hacia la boca del príncipe.
Krei tragó con cierta incomodidad. El caldo estaba demasiado caliente, pero prefirió no comentarlo. A su lado, Yásvian tosió con sorpresa cuando Avarat le ofreció también un sorbo de esa mezcla infernal: picante, hirviendo y con más apio del que él consideraba soportable.
Krei no pudo evitar reírse, disfrutando al máximo de la reacción de su primo. Le dio unos golpecitos en la espalda, pero Yásvian rápidamente apartó su mano con un gesto brusco. A Krei no le afectó en lo más mínimo; siguió riendo con una sonrisa burlona.
— No peleen, chicos –reprendió Avarat–. ¿Díganme, qué tal les ha parecido? La carne se está cocinando; en un par de horas pueden volver y les adelanto un bocado —aseguró compartiéndoles un giñó.
— Oh, abuela –Krei pellizcó sus mejillas con los dedos pulgar e índice–, viviría mil años para probar tu comida.
— Yo solo espero que la carne sepa mejor –tercio Yásvian.
— Querido, hay que comer rico, pero también saludable –repuso Avarat sin enojarse por el comentario del joven noble.
Yásvian detestaba los guisos de Avarat, sin embargo, había crecido probando cada platillo suyo. Porque, Yásvian no había alcanzado a probar la comida de una madre. Arlette Rocaforte había fallecido al dar a luz al niño, así que nada tenía Yásvian de su madre, salvo los relatos de su padre Yawler.
Desde entonces, Avarat se había tomado como misión cuidar de Yásvian, comenzando por velar estrictamente por su alimentación. A lo largo de su niñez lo había obligado a comer de manera saludable, tratándolo casi como una penitencia. Sin embargo, el joven le agradecía esos esfuerzos, pues reconocía que gracias a ella había crecido fuerte, esbelto, con un cutis saludable y una salud inmejorable.
— Por ahora vayan alistándose, que tú –señaló a Yásvian– hueles a heno y tú –punteó a Krei– apestas a hollín. Y supongo que no planeas recibir a la princesa en esas fachas, ¿verdad?
— No, abuela, pero estaba en la herrería –contó emocionado–. Ya casi terminan de forjar mi espada y he solicitado que, en lugar de sellarla con mis iniciales, lo hagan con el escudo de la Triarquía.
— ¿Por qué el cambio? –indagó Yásvian.
— Quiero empezar a sentirme parte activa de la Triarquía, así que en ese caso el escudo queda mejor que mis iniciales. Al ver esa espada, verán la espada de un rey; no la de un príncipe.

ESTÁS LEYENDO
Imperio Thelinthon
De TodoEn un reino al borde del colapso, las sombras de una guerra inminente se ciernen sobre el norte. Para preservar la frágil paz, el reino de Minterfeheld se ve forzado a entregar a su princesa como un sacrificio. Mientras tanto, el príncipe heredero...