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Dos días después de aquel sueño no podía concentrarse, al trabajar, la imagen de su sueño se hacía presente y no le permitía pensar en su trabajo.

Ahora, por la noche, se removía frustrado entre las sábanas, no había visto a Taeyong desde aquel encuentro en la oficina, por lo mismo no pensó cuando lo trasladó hasta su piso, para que trabajara en el lugar.

Y ahora, lo observaba cambiar unas hojas de la impresora, después de haberse estado conteniendo de ir a ayudarlo por lo pesadas que estas estaban.

Jaehyun movía su pierna con ímpetu, con las ganas de acercarse carcomiendo su rostro cada vez más fuerte, se obligó a si mismo a concentrarse, y viendo sus papeles escuchó un grito desde el otro lado de la habitación.

Salió de la habitación y vio a Taeyong intentando cargar una pila enorme de hojas, y las dejó caer poniendo su mano sobre su espalda baja.

Vio que nadie lo ayudó, y se acercó al empleado que ahora soltó lagrimas ante el dolor en la zona.

—Lo siento...— Bajó la mirada reprimiendo un sollozo.

A Jaehyun solía no importarle el estado físico de sus empleados, nunca los ayudaba en accidentes o si caían, pero esta fue la excepción. —¿Estás bien?— Miró su mano en su espalda y en su estómago, se veía el agotamiento en su rostro.

—S-Sí...— Asintió mordiendo su labio. Jaehyun frunció el ceño en un suspiro, y aunque moría por llevarlo él mismo al hospital, no podía confundirse.

—Dame el número de tu pareja.— Pidió sacando su teléfono.

Taeyong negó. —N-No tengo...— Unos empleados le acercaron una silla, y tomó asiento.

Bingo, estaba soltero.

Estaba entre dos opciones. Su ética, o la salud de Taeyong y su bebé.

La presión aumentó cuando escuchó el jadeo del Omega, y sin importarle un escándalo, lo cargó camino al ascensor, Taeyong no estaba estable como para reaccionar, sólo podía llorar tocando su vientre. Apretó el primer piso en el elevador, una vez llegaron a la entrada el chofer abrió la puerta del auto, Jaehyun recostó al chico en sus piernas, y el auto comenzó a avanzar al hospital más cercano.

Taeyong comenzó a llorar.

—No quiero perderlo...— Negó, cerrando los ojos y botando más lágrimas. —Me duele y no quiero perderlo.— Cada lágrima parecía un pequeño cristal.

Jaehyun suspiró, su voz profunda y duro tono no ayudaría para nada a Taeyong, fue tal la costumbre de dirigir una empresa y no tener vida social, que había olvidado cómo hablar normalmente.

Llegaron y una camilla recibió a Taeyong, Jaehyun maldijo por las cámaras sobre él.

—Encárgate de ellos.— Ordenó al chofer.

Se sentó en la sala de espera, levantó su pierna sobre su rodilla, y agitando su pie, nervioso esperaba el anuncio del médico. El profesional finalmente salió, después de dos horas.

—Fue un accidente que produjo una amenaza de aborto.— Confesó el médico y Jaehyun se puso de pie. —Él está débil y ya sabe lo que ocurrió, recomiendo que no trabaje, que se mantenga en casa hasta que su cachorro nazca.

Suspiró ante la noticia y se acercó a la puerta cuando le permitieron entrar, giró la perilla y vio a Taeyong dormir. Se acercó y tomó asiento en un sillón individual.

Admiró sus facciones. Pálidas por el frío en la habitación. Pero su pequeña nariz, era como una debilidad, moría por rozar narices con él, un pequeño, inocente y dulce besito esquimal.

Bebé [Jaeyong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora