⤷ 19 ϟ

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Los párpados, pesados como plomadas, se resistían a separarse, y una intensa migraña pulsaba con insistencia en su sien. El dolor de cabeza era tan fuerte que cada latido resonaba como un martillo en su cráneo.

—Agh... — soltó un quejido el castaño, mientras su mano, temblorosa, buscaba instintivamente la fuente del dolor.

—Despertaste... — dijo una voz conocida, susurrando con tono serio.

"Duxo" resonó en su mente como un eco lejano, y el castaño parpadeó con esfuerzo tratando de orientarse en la penumbra que envolvía su visión. Solo veía por un ojo, el otro permanecía cerrado, como si estuviera sellado por la intensidad del dolor.

El de hebras castañas se esforzó por incorporarse de la bolsa de dormir donde estaba recostado, sintiendo el agarrotamiento de sus músculos protestar ante el intento.

—Intenta no moverte tanto. Aún no te recuperas del todo — aconsejó Duxo, mientras este se acercaba.

El de polera blanca no entendió al principio, hasta mirarse a sí mismo.

Estaba repleto de moratones en sus brazos y, al alzar su polera, pudo observar cómo su torso estaba envuelto en vendajes.

Después de un tiempo, se percató de que su ojo izquierdo aún se mantenía cerrado.

—¿Por qué?... — empezó a hablar, volteando a mirar a su acompañante, mientras una de sus manos flotaba en el aire, amenazando con posarse sobre su ojo izquierdo.

El de mirada violeta no dijo nada y solo miró al suelo con el ceño fruncido.

Aquino intentó tocar su ojo izquierdo, siendo impedido por una tela. Sintió por instantes alivio para luego quitarse la venda, experimentando una mezcla de ansiedad y esperanza.

Ahora libre, intentó abrirlo, lográndolo con precaución, solo para ver...

nada...

todo estaba nublado. La neblina se cernía sobre su visión, sumiéndolo en un desconcierto total.

Cada intento por enfocar su mirada resultaba en un infructuoso esfuerzo.

Aquino clavó su mirada en el rostro del contrario, como si intentara hallar en sus ojos alguna revelación oculta.

—¿No recuerdas? — solo preguntó el azabache, su tono resonando en la quietud de la tienda de acampar.

Esa simple interrogación fue suficiente para desencadenar en Aquino un torbellino de recuerdos.

Él escuchando un grito desgarrador que cortó la serenidad de la noche, perforando la tranquilidad del campamento.

Él encontrándose con una escena aterradora: Soarinng devorando vorazmente a Estailus, la sangre salpicando la escena como una pintura grotesca.

Él y Soarinng, dos figuras en la penumbra, enzarzados en una pelea encarnizada que se convertiría en un enfrentamiento de proporciones catastróficas.

Él siendo víctima del cuchillo afilado de Soarinng y el metal cortando la carne de su ojo izquierdo.

Su visión se tornó borrosa en ese momento, como si un velo de sombras hubiera caído sobre su percepción.

—Mierda.... — murmuró Aquino — Pero mi ojo... mi visión...

—Está bien — intervino Duxo, apoyando una mano reconfortante en el hombro de Aquino — Estamos juntos en esto —

↳ Ruinas ϟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora